“Un currículum tiene un antes y un después de un All-Star Game”
Por Manu Ginóbili. Si alguien se imagina por un instante que estaba pendiente frente a la tele para ver si aparecía mi nombre... lo desilusionaré rápidamente. La verdad es que como buen bahiense, y previamente a compromisos tan importantes como los que tenemos en estos días -Los Angeles Lakers, anoche, y Sacramento, hoy-, dormí una siesta de esas que se disfrutan. Me desperté, encendí la tele porque sabía que estaba al aire el programa de la NBA... pero ya había pasado todo. Vi mi nombre entre los designados suplentes del Oeste. Ahí sí, debo admitirlo, la sensación fue fantástica. De felicidad, de satisfacción.
Por segunda oportunidad me tocará ser parte de ese show tan especial que es el All Star Game. La anterior, bastante inesperada para mi, fue en 2005, cuando se jugó en Denver. Esta vez fue un poco menos sorpresiva que la otra, pero no porque alguien me hubiera dado información. Hace seis años, por ejemplo, no existía Twitter, Internet no tenía circulando la información que existe ahora. Los rumores no estaban a la vista de todos. Entonces, es como que en esta ocasión todo fue más hablado, más especulado. Y empezás a esperarlo más que a soñarlo. Pero ojo, cuando ves tu nombre impreso en la pantalla de televisión es una satisfacción. Te hace sentir muy bien. Es un logro significativo estar en semejante partido y, sobre todo, que te elijan los técnicos a los que vos estás enfrentando en cada partido.
Lo de Denver fue diferente. Era mi tercera temporada. Ni me imaginaba, no sabía si tenía chances o no de estar. Fue un shock enterarme. Hoy, a los 33 años, con otra experiencia, lo tomo con una óptica distinta, me cae en otro momento de mi carrera. Lo que no quita que lo vaya a disfrutar.
Lógicamente que sabés que competís con un grupo de enormes jugadores en la designación, pero no tenía temores de que alguno me dejara fuera de la lista. Son todos excelentes, los elegidos y aquellos a los que les tocó quedar al margen en esta ocasión. En lo personal, me tenía confianza, pero del mismo modo reconozco que esa sensación obedecía más a todo lo que se venía diciendo que a lo que yo creía.
Mi rendimiento en lo que va de la temporada puede haber influido al momento de elegirme, pero lo que más influye, y de eso no tengo dudas, es el equipo, es San Antonio. En el 2005 éramos el equipo 1, el de mejor récord, y ahora sucedió lo mismo. Lo lindo, además, es que nuevamente seremos dirigidos por Popovich. Y estaré con Tim (Duncan), por lo que será un ambiente más familiar para mi. Ojalá también sea elegido Tony Parker. Eso completaría un grupo “bien Spur”. Tenerlos a ellos me ayuda a no sentirme tan ajeno, hace la aventura más amena.
Recuerdo otros All Star, en los que no era elegido. Y la verdad es que en cierta forma me venía bien porque me permitía tener cinco o seis días para descansar y despejarme un poco. Ahora será diferente, ya que con San Antonio venimos teniendo una gran exigencia. Posiblemente Pop me dé menos minutos y me cuide un poco (risas). Veremos cómo pesa esta experiencia en lo físico. En Denver tenía cinco años menos... Igual, hay que ser claro: más allá del desgaste, resulta un honor y un placer que te elijan para esta fiesta. Un currículum de cualquier jugador tiene un antes y un después de un All Star Game. Por el show, por lo que genera, por los millones de televidentes que te siguen. Todo eso, les aseguro, compensa cualquier cansancio. Pesa bastante más que lo malo.
Ya de chico me apasionaba ver el All Star. Era como entrar en un mundo subreal del básquetbol. Como si los jugadores llegaran en naves espaciales... Entonces, de golpe, tener la chance de vivirlo desde adentro, y cuando mirás hacia atrás, no lo podés creer.
Algo para destacar es que, más allá de que juegues en el Oeste o en el Este, no necesariamente existe amistad entre los jugadores. Con la mayoría no compartí equipo. Sí hay un enorme respeto porque son todos grandes jugadores. Somos rivales, a la vez colegas, pero siempre hubo gran competitividad y deseos de ganar. Eso nos pasa a todos.
Muchos me preguntan cómo se toma un partido así, si es show, si se juega en serio. Creo que no lo sé jugar muy bien (risas). Quiero ganar a todo, quiero hacerlo bien siempre. No sé si estoy hecho para este tipo de partidos. Ahora, hay otro factor importantísimo. Las chances de que sea el último en el que participe son muchas y lo disfrutaré como tal, para que quede en la memoria. Por eso, seguramente estará toda la familia. Desde mis padres hasta los mellis, que ya tienen sus camisetas de los Spurs.
Aprovecharé, sí, de lo lindo que es jugar sin presión. No es lo mismo, obvio, que estos partidos que jugaremos entre hoy (anoche), con los Lakers, y mañana (por hoy), con Sacramento, por la etapa regular de la NBA.
Se qué hay cierta intriga por las camisetas que usaremos, pero la verdad es que no tengo idea de cómo será el diseño en esta ocasión. A veces es onda retro, en otras futurista. Veremos con qué nos sorprenden.
El estadio de los Lakers, el Staples Center, es uno de los mejores, aunque no tiene la mística del Madison Square Garden. Igualmente, en los All Star se crea un entorno particular, muy mediático, que lo hace distinto, incomparable.
Por eso les decía del orgullo que representa estar, ser elegido, formar parte de esta fiesta. Y es lógico que sienta una alegría enorme.