En una muestra de entrega total el Bilbao venció, como visitante, al RealMadrid por 71 a 66 y puso la serie 1 a 1. Ahora tendrá dos juegos como local para definir el cruce. PabloPrigioni tuvo un buen partido produciendo mucho para el resto de sus compañeros. El martes será el próximo encuentro. Por la otra serie de semifinal el Barcelona continua imparable y está 2 - 0 ante el CajaLaboral.
Lo ha vuelto a hacer. El Bizkaia Bilbao Basket prolonga su sueño más dulce, el más real al mismo tiempo, tras lograr la machada de vencer en una cancha en la que nadie lo había logrado en los últimos 19 partidos ACB.
Los de Katsikaris comenzaron muy sobrios, con un primer cuarto en el que la diferencia de juego fue más grande que la que se veía en el marcador (14-19), en todo un anticipo a un segundo acto maravilloso y excelso, donde arrollaron al Real Madrid a base de defensa, coherencia en ataque y una puesta en escena excelsa de Hervelle y Banic: 25-44.
Con 19 abajo al descanso, el Real Madrid apeló a la heroica para salir en tromba, con un parcial inicial de 11-0 y un 20-6 en el tercer cuarto que le daban emoción a un partido que parecía sentenciado. Los de Molin, incluso, llegaron a ponerse por delante (59-58) a falta de cuatro minutos para el final, aunque el Bizkaia Bilbao Basket, con más vidas que un gato, supo mantener la sangre fría para superar en el carrusel final de tiros libres a un Real Madrid que dispuso un triple para ganar (Mirotic) y otro para igualar (Llull). Ninguno entró y la serie vuela a Bilbao al rojo vivo.
Resultó solo un espejismo aquella caída de Hervelle nada más empezar el partido. Como lo fue el acelerón inicial de un Real Madrid liderado por Sergio Llull que, con dos triples consecutivos, amenazaba con dinamitar el partido desde su mismo origen (8-4, min.4). Falsa alarma para el Bizkaia Bilbao Basket más serio de toda la temporada, dispuesto a armarla donde nadie puedo ganar hasta ahora en ACB.
Un parcial de 0-9 para los bilbaínos que, hoy sí, sentían el influjo y liderazgo de Aaron Jackson, le daba la iniciativa al conjunto vasco. No la volvería a perder en casi todo el partido. Aaronse sentía el dueño del choque con el balón en sus manos. Eléctrico, explosivo, botaba rápido, pícaro, descarado. “Amago por aquí, me escapo por el otro lado, dribling, balón entre las piernas y penetración. O lo que me apetezca”. Y lo que le apetecía era conducir a su equipo hasta el 1-1 en la serie.
El Real Madrid, fallón en la zona y con numerosas pérdidas evitables, se ahogaba en la defensa de su rival, que no regalaba nada y que, a base de intensidad atrás y coherencia, mucha coherencia en ataque, finalizaba el cuarto con una sensación de superioridad mucho más grande de lo que el luminoso indicaba: 14-19. Y lo que estaba por venir.
Con el descaro de la ya histórica serie contra el Power Electronics Valencia. Con el amor propio herido tras la derrota sufrida 48 horas antes. Con la inspiración de los grandes, en el día justo, cargada con esas exagerada dosis que convierte el mérito en sencillez. Como sencillo planteaba el juego un Josh Fisher que se crecía ante su ex equipo, mucho más anárquico y desdibujado.
Ante la previsibilidad y falta de lucidez del cuadro blanco, los “hombres de negro” tiraban de un baloncesto desbordante y fascinante desde su propia concepción. Aaron Jackson aportaba la chispa, ese punto de magia que distingue al bueno de la estrella y que puede cambiar por sí mismo un partido igualado. Embriagados por su descaro, el Bizkaia Bilbao Basket se dejaba llevar, inmerso en una espiral de acierto que hacía saltar por los aires cualquier pronóstico previo. (16-25, min.14).
Tras su cuarta canasta, Jackson corría el contraataque. Fotis salió a por él, con gritos de tranquilidad. Calma, hacía falta calma. No era el Bizkaia BB el que debía correr. Un pase, otro. Buena circulación, paciencia, un par de bloqueos y canasta fácil de Banic. La calma del irreverente conjunto vasco encendía la Caja Mágica, que no entendía por qué había dos baloncestos tan diametralmente opuestos sobre la pista y por qué les había tocado la parte mala.
Crecidos por su superioridad en el rebote y por su acierto insultante en la pintura del rival, el Bizkaia BB fue poco a poco aumentando la distancia. Hervelle, maravilloso Hervelle, robaba, asistía, reboteaba y anotaba (17 val. al descanso). Y si le hubieran pedido que se colgase del techo para ganar, también lo hubiera hecho, poseído por su mejor versión. Banic, sencillamente perfecto (5/5 en la primera mitad), se ponía el mono de trabajo y la ventaja visitante creció como la espuma, con un tiro de Blums que dejó el marcador en un escandaloso 25-44 al descanso. La Caja Mágica estaba pintada de negro.
La batalla en cuanto a baloncesto había tenido un vencedor claro en la primera parte. Con 19 abajo, la moral de su rival por las nubes y su propio público de uñas, el Real Madrid solo apelar a la fe, a la heroica, a plantear una batalla con más pasión y corazón que argumentos técnicos para meterse en el partido y, a partir de ahí, empezar a soñar.
Y fue un sueño lo vivido durante el tercer cuarto en una Caja Mágica que no tardó en volver a pintarse de blanco tras una puesta en escena inimaginable minutos antes. Quizás fue el triple inicial de Prigioni, tal vez la canasta de Suárez o, más bien, el enceste de un Fisherespecialmente motivado lo que hizo volver a creer. Habían pasado solo tres minutos pero el 7-0 abría un nuevo escenario.
Y no se quedaría ahí la cosa. El Bizkaia Bilbao Basket parecía haber olvidado la fórmula que le había hecho arrollar durante su prodigiosa primera mitad. ¿Dónde quedaba esa chispa? ¿Dónde quedaba la calma? Precipitado y errático, sus propios errores dieron vida a un rival que creyó. Vaya si creyó. A pesar de los fallos en los tiros libres, el conjunto blanco endosó un 11-0 al equipo de Katsikaris, que tardó casi 6 minutos en estrenar su casillero del tercer cuarto (36-46, min.26).
Un minuto más tarde, Mirotic encendía a la grada unos segundos de locura en los que, tras poner un tapón, culminó una triangulación de auténtico lujo para poner a su equipoi a 5. Otro gancho con su firma lo dejaría a tres (45-48, min.29) e incluso Suárez tuvo la opción de poner las tablas con un lanzamiento desde el 6,75 que no quiso entrar. Los dos tiros libres finales de Hervelle, más que calmar la tempestad, aplazaban la batalla hasta el cuarto final, con aroma a thriller: 45-50. ¿Quién lo hubiera imaginado al descanso?
abía resultado. La fe, la manida fe, había metido en el partido a un conjunto condenado a la deriva tras sus primeros 20 minutos. Con el público contagiado por el espíritu de la remontada y la batalla de la pasión ganada (20-6), ahora tocaba ganarle la batalla de basket a un rival que, frío como el témpano, no iba a tirar la toalla por un mal cuarto. Y lo logró en primera instancia. El Bizkaia Bilbao Basket enfrió un encuentro que ardía, con cuatro puntos consecutivos que abrían un colchón de 7 puntos (47-54, m.32), todo un alivio tras lo que les había llovido. Al Real Madrid parecía haber vuelto a perderse.
Pero tenía a Llull. Y, en ocasiones, con eso basta. Un acrobático 2+1, un contraataque lanzado a lo fútbol americano por Mumbrú y una valiente penetración, aderezada con sus gestos jaleando a la grada, servían para que el pabellón rugiese con más fuerza que nunca. Los 7 puntos consecutivos del escolta dejaban la ventaja bilbaína en su mínima expresión (54-56, min.34). Un par de minutos después, de forma agónica, poquito a poquito y desde la línea de personal, Tomicculminaba la increíble remontada (35-14 de parcial) para poner a su equipo por delante: 59-58.
Sin embargo, el Bizkaia Bilbao Basket volvía a resugir de sus cenizas para, con tres tiros libres seguidos, poner una brecha de dos que parecía en esos instantes un mundo. Un mundo hecho trizas cuando Llull, siempre él, hacía que la Caja Mágica se viniera abajo con un triple (62-61) celebrado como si de un gol se tratase. Pero no, no había forma. Si siete vidas tiene un gato, setecientas un hombre de negro. No le importa caer al que saber levantarse. Y los de Katsikaris, con una moral inquebrantable, volvieron a colocarse por delante con dos tiros libres de Mumbrú. “Para ganarnos una guerra, tendrás que vencernos en mil batallas antes”, parecían decirle a su oponente, que se desesperaba cuando Vasileiadis dejaba la diferencia en 3 (62-65) en el último minuto.
Llull, herido en su orgullo, cogía las riendas del Real Madrid para dejarle a uno tras una personal y robar un balón que le daba a su equipo la posesión para ganar el partido, algo que hubiera firmado con sangre, si hubiera sido necesario. en vestuarios. El balón le llegó a Mirotic que probó el triple sin terminar de creérselo. Aún faltaban segundos mas el partido había muerto en sus manos.
El carrusel final de tiros libres, con Vasileiadis y Mavroeidis infalibles, únicamente prolongaban los nervios del conquistador y la agonía del caído, que aún tuvo tiempo de forzar la prórroga con un triple de un Llull que no siempre puede ser héroe. Vasileiadis, qué sangre fría, terminaba por completar desde la personal la machada de un Bizkaia Bilbao Basket que le habla de tú a tú a la historia: 66-71. 1-1, y la serie en las manos de Miribilla. ¿Cómo renunciar a soñar cuando la historia te desafía?