Oh yes!!, We are in London!!!

Lo volvieron a hacer. Ellos, los que hace una década nos vienen regalando una alegría tras otra. Ellos, que pusieron de pie en el contexto mundial al básquetbol argentina, Ellos que dejaron todo para ganar, porque a veces también vale apelar al corazón para justificar una victoria. Argentina logró la clasificación a los Juegos Olímpicos de Londres superando a Puerto Rico con lo que tenía para dar: oficio, talento, cada vez menos piernas, orgullo, sacrificio.

La emoción fue el eje de todo el partido. Fue el mejor encuentro de todo el torneo (y no por cómo fue jugado) y la angustia de quedar afuera de Londres puso muy alto el valor de la victoria. En verdad Argentina y Puerto Rico nos regalaron un partido difícil de olvidar.

El primer cuarto Argentina tuvo mucho gol. Hizo 29 puntos aprovechando que Luis Scola era una maquina asesina de anotar. Lo logró con 8/8 en dobles, utilizando el tiro de 4 y 5 metros y algún tiro cercano en penetración. Daniel Santiago rápidamente se cargó de faltas y demostró que no podía marcarlo. Cuando salía a tomarlo Scola lo penetraba, si lo flotaba a un metro, Scola lo castigaba con un tiro abierto. Entró rápidamente Balkman pero la historia no cambió, porque dos triples de Prigioni más otro de Delfino le dieron gol a la selección nacional.

Los últimos pasajes del primer cuarto la defensa de Puerto Rico pasó a una zona 2-3 y le dio resultados, por eso la distancia de 22-13 se redujo a solo cinco (29-24). Era un duelo de tiradores con Barea (9 pts) intratable para la defensa Argentina y Arroyo acompañando con 6 puntos muy necesarios para su equipo.

En el inicio del segundo cuarto Puerto Rico profundizó el buen momento con su defensa zonal y finalmente tomó la delantera 31-33 con un parcial extendido desde el primer cuarto 9-20 en 6 minutos. ¿Cómo hizo Puerto Rico para marcar 20 puntos en 6 minutos?. Esa preguntaba desvelaba a Lamas. Mandó a Jasen a marcar a Barea, intentó con todo tipo de cambio en los pick para saltar rápido sobre la estrella NBA pero nada resultó. Lastimaron mucho con el pick and roll y las penetraciones.

Puerto Rico con su zona en defensa disfrutó de la rebotes y saco ventajas de ellos. Terminó el primer tiempo con 20 rebotes (10+10) diez más que Argentina! Era una enormidad la diferencia en las tablas.

¿Cómo lo podía ganar Argentina a un partido tan chivo, tan cuesta arriba?. A los bombazos. No había muchos argumentos tácticos que tapen el argumento emocional. Siendo el básquet un deporte esencialmente táctico la definición del partido fue poniendo el famoso factor “H”.

Manu Ginóbili se fue el descanso sabiendo que había metido 4 puntos en el primer tiempo (dos de ellos de tiro libre). Nadie tenía necesidad de decirle nada. Salio al segundo tiempo convencido que tenía que aparecer. Y como la defensa de Puerto Rico cubría los espacios al aro y a Manu le quedan cada vez menos piernas, utilizó su mano privilegiada para castigar a la defensa rival con una lluvia de triples. Fueron cuatro seguidos en el tercer cuarto, se le sumó Prigioni con dos triples más y Argentina dio vuelta el desarrollo y el tanteador (66-59) cuando antes perdía por 8 (40-48) con un parcial 26-11. Además la defensa de la selección contuvo a Barea y a Arroyo como no había podido hacerlo en el primer tiempo.

Increíblemente Flor Meléndez no volvió a la defensa zonal que tantos réditos le había dado en la etapa inicial. Lo puso a Galindo de alero al lado de Balkman y Santiago y marcó hombre a hombre, pero esa teórica ventaja fue destrozada por Manu.

Argentina arrancó con todo el segmento final, sacó 11 puntos dos veces (71-60 y 77-66) cuando restaban largos 6:30. Desde allí se quedó sin gol y sin ideas. Puerto Rico se vino con el mismo argumento que tuvo Argentina: convicción y amor propio. Tampoco Puerto Rico andaba para exquisiteces.

Hubo si un dato clave. El talentoso base J.J. Barea se fue mentalmente del partido en discusiones y eso ayudó a nuestro equipo. Se peleó con los rivales y la gente y perjudicó a su selección. Cuando ingresó el base suplente Rodríguez, al lado de Arroyo, se encargaron de alimentar a Balkman y a Santiago y Puerto Rico mejoró hasta poner un parcial 2-13 y empatar el partido en 79 para dar un final agónico.

Los últimos dos minutos fueron a puro nervio, Prigioni y Manu Ginóbili desde la línea metieron un libre cada uno para el resultado definitivo, pero el partido se ganó con las últimas tres defensas. En los 6 segundos finales, Galindo corrió la cancha, dejó la pelota en manos de Barea y el base tiró por arriba de la marca a 8 metros del aro. Fue la interminable parábola la que llenó de suspenso el estadio. El tiro se quedó corto y el festejo fue largo, porque se cerró con el tiro errado de Barea una guerra de 40 minutos que nos permitió pasar a la final.

La Generación Dorada tiene fecha de vencimiento. No hay dudas, cada vez le cuesta más físicamente, pero mentalmente esta impecable. De todos modos hay algo más grande: esta selección tiene un corazón de oro y eso no se entrena ni se termina nunca. Desde lo emocional sacó el partido adelante, para regalarse/nos el privilegio de estar en un nuevo Juego Olímpico.

Síntesis
Argentina (81): Pablo Prigioni 16, Emanuel Ginóbili 23, Carlos Delfino 5, Federico Kammerichs 3 y Luis Scola 27 (FI) Fabricio Oberto 2, Pepe Sánchez 0, Hernán Jasen 5 y Andrés Nocioni 0. DT Julio Lamas

Puerto Rico (79): Juan José Barea 20, Carlos Arroyo 15, Ricky Sánchez 0, Alex Galindo 2 y Daniel Santiago 16 (FI) Renaldo Balkman 10, Michael Holland 11, Angel Álamo 0, Andrés Rodríguez 0, Manuel Narváez 5. DT Flor Meléndez

Parciales: 29-24, 40-44, 66-60
Árbitros: Vicente Bulto (España), Steve Seibel (Canadá) y Héctor Uslenghi (Uruguay)

Pablo Tosal
En Twitter @pablotosal
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