Los Celtics de la Patagonia

Es común cuando los hinchas hablan en primera persona adjudicarle al equipo el resultado: “ganamos” o “perdimos”. La realidad en la noche del domingo en el polideportivo es una: Ganó Gimnasia. Y hay que ponerlo en el mérito del ganador y no en el desmérito del perdedor. Quilmes hizo (con menor eficacia, con intérpretes por debajo de su nivel) lo que más o menos venía mostrando. Pero fue Gimnasia quien destrabo todo, se lució, gustó, goleó y se dio una inyección de fe para el futuro.

Desde el partido con Peñarol que Gimnasia no tenía una buena noche con el aro. Había sufrido contra Bahía Estudiantes de local con un pobre 8/23 en triples y 20/44 en dobles. Luego en Lanús agudizó sus problemas ofensivo con 5/18 en triples, 22/40 en dobles y 22 pérdidas.

Anoche recuperó la memoria que le llevo a golear al campeón y sorprender en las primeras fechas. La metieron de todos lados, con o sin oposición, pisando la línea de tres puntos o de 8 metros, en diferentes manos. Fue un festival de recursos ofensivos.

Y créame el buen lector que la defensa de Quilmes no le regaló nada. Los castigó, los empujó, le jugó dos por uno al balón, fue fuerte (muchas veces sin decisión y por eso vulnerable) al atrape, pero hubo pases, circulación de balón y tiro con porcentajes para una victoria que le ayuda al equipo de Richotti a reencontrar el camino de la victoria.

Por el lado de Quilmes la conclusión de la derrota es fácil de sacar: sus 96 puntos en contra nacen de dos aspectos: la noche perfecta de Gimnasia y una ofensiva que lució errática. Ya sabemos que los tiros de tres puntos que no entran dan rebote largo. Gimnasia corrió la cancha por la baja eficacia de Quilmes (6/24). Además un punto clave es la baja (y en algunos casos muy baja) performance de sus nacionales. Anoche no anduvo Morris, pero no hubo un solo nacional capaz de reemplazarlo.

El primer cuarto mostró a Gimnasia ya dominante en el tanteador y en el desarrollo, con una ventaja inicial 8-12 merced al trabajo de Ofoegbu (6) y Feeley (6) indetenibles para los internos quilmeños. Incluso rápidamente Morris llegó a su segunda falta y allí comenzaría su karma. No pudo entrar nunca en juego porque se cargó con foules y jugó apenas 12 minutos.

Luego que Gimnasia atacó con sus dos torres, Richotti cambió su front court y mandó a Gabini de 4 y Romero de 5. Sus internos relevos al contrario de los titulares lastimaron con triples y de media distancia. Quilmes no sabía que marcar y el primer cuarto se fue 17-23. El local había probado de afuera con escasa suerte (1/4 en triples) siendo Hopson su único hombre gol y acompañando luego Truscott (6) para darle vida al cervecero.



En el segundo cuarto Quilmes acomodó el carro con dos triples de Johnsen y uno más de Hopson para tomar el liderazgo del tanteador (38-35). El partido se había transformado en un duelo de pistoleros. A todo gol, con bombazos en los dos frentes y ofensivas que superaron la defensa por talento y eficacia.

Sobre el final del segundo cuarto Quilmes erró dos bandejas de Johnsen con ventaja y una de Truscott onda “penal sin arquero”. Entender esos momentos es muy importante para saber cuando la mano viene torcida. Por el contrario, la defensa local estuvo para recuperar un par de balones pero Gimnasia siempre tuvo un pase más y el tiro de final para terminar en triples 5/7 en el segmento. Así empataron en 26 en el 2do parcial y se fueron 43-49 al descanso.

El tercer cuarto fue el período de menos goleo. Ambos entrenadores furiosos con sus defensas exigieron el máximo. Apostaron a las alternativas zonales, recursos y ese habitual arsenal de cambios para buscar soluciones. Pero hubo una sola verdad: en Quilmes la metía solo Hopson, en Gimnasia un poco cada uno.

Al inicio del último segmento el partido tomó el carácter definitivo y quedó en evidencia el camino que había tomado. Quilmes estaba abajo por 10 (55-65) y salió a buscar meterse en el juego a pura bomba. Piñero erró dos triples solo y del otro lado Pedro Franco y Roberto Gabini la metieron de lejos y Funes en bandeja: 55-73 y chau partido.

Los últimos 9 minutos fueron de angustia para Quilmes tratando de descontar la ventaja con un tiro que valga 20 pts. No hizo más que seguir errando y errando. Maffei apostó por jugar con Piñero de 4 y Johnsen de 5 para buscar tiro exterior. Truscott y Morris miraron el cierre desde el banco y sus compañeros no dieron nada: salvo el barrilete cósmico haciendo goles de todos los colores. La ineficacia ofensiva siempre lleva a una frustración en defensa y Gimnasia fue letal para golpear en momentos claves con triples muy oportunos o dobles de gran factura. El partido se decantó cinco minutos antes del cierre.

Así el equipo patagónico recuperó su memoria ofensiva. Fue Pedro Franco un hacedor de juego vital. No por virtuosismo sino por inteligencia, para ser base no hace falta llenar la pelota con firuletes ni meter 10 asistencias sino hacer lo que el equipo necesita. El base de Gimnasia (en un equipo de rendimiento muy parejo) para mi fue la figura por su rapidez en desprenderse de balón, no caer en trampas defensivas y atacar con porcentajes cuando hizo faltas. Mención especial también para Romero (león en defensa, perfecto en ataque), Gabini (preciso francotirador) y Funes (combustible de todo motor).

Síntesis:
Quilmes (77): Nicolás Ferreyra 4, Mc Hopson 30, Brian Morris 3, Britton Johnsen 18 y Louis Truscott 16 (FI) Facundo Piñero 2, Gregorio Eseverri 0, Esteban López 2, Gonzalo Gorostiaga 2. DT: Daniel Maffei.

Gimnasia Indalo (96): Pedro Franco 11, Fernando Funes 19, Cedric Mc Gowan 11, Ike Ofoegbu 13, Andrew Feeley 8 (FI) Santiago Scala 0, Diego Romero 15, Roberto Gabini 13, Mariano Franco 6. DT: Marcelo Richotti.

Parciales: 17-23, 43-49 (26-26), 55-65 (12-16), 77-96 (22-31)
Arbitros: Alejandro Ramallo y Julio Dinamarca.
Estadio: Polideportivo “Islas Malvinas”.

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.net)

Pablo Tosal
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