Emanuel Ginóbili, mano a mano con Olé, confiesa que las lesiones lo tienen mal: “Es un momento de vulnerabilidad”. Pero no se resigna: “Sigo en carrera para la parte más importante”
Emanuel Ginóbili entra a la sala asignada por el jefe de prensa de San Antonio, Tom James, con la mirada triste. Es el máximo gesto de fragilidad que se le descubre en estos días de frustración en los que, una nueva lesión, lo ha borrado de lo que queda de fase regular. La sala es gigante y está vacía. Hay apenas dos sillas. “Intentémoslo igual”, afirma cuando se le propone posponer la entrevista. Y se lanza a la aventura.
Jamás permitirá que sus grietas emocionales se filtren en apariciones públicas, no obstante, en pequeños detalles de la nota cederá -sin proponérselo- ante la palabra espontánea, la respuesta temperamental. “Yo ya no me preocupo por las lesiones mientras llegue bien a los playoffs. Pero la situación actual me hincha los huevos porque voy a llegar muy justo. Veremos cómo evoluciono”, arranca el mano a mano con Olé .
-¿El tema de las lesiones te apresura pensamientos sobre el futuro?
-Y… A veces, cuando uno está mal, piensa cualquier cosa. Es la verdad. Pero cuando pasan diez días y se empieza a evolucionar en la recuperación, vuelve todo a la normalidad. Así que sé que en este momento no tengo que apurarme a decir nada raro porque después puedo arrepentirme. Uno tiene altos y bajos como todo el mundo. Momentos de euforia y vulnerabilidad. Este es de vulnerabilidad. Lo ideal es no dar notas cuando uno está lesionado, jaja.
-Hace un tiempo afirmabas en tu página que eras una persona racional para prácticamente todo. Bueno, ¿qué te saca de quicio?
-Soy impaciente en muchas cosas. Soy exigente y perfeccionista. Cuando las cosas no salen como las espero, me vuelvo un poco loco. Pero creo tener la virtud de saber recuperar la línea. Por más que hay veces que eso se me escapa de las manos, como ahora. Y tengo en claro que estoy haciendo todo lo mejor posible para salir adelante. Trato de ser profesional y cuidar mi cuerpo lo más que puedo. Simplemente es una mala racha. No lo puedo evitar. Es parte de la vida de un deportista.
-En un punto se te nota resignado…
-Es que esto es así, a veces pasan cosas que están más allá de lo controlable. ¿Qué querés que te diga? Me siento frustrado… -¿Conservás la idea de jugar dos años más? -Motivación deportiva voy a tener siempre. Pero no creo que pueda llegar físicamente a los 40 años en actividad. Después si me pasa lo de Grant Hill, bueno, veré. En un momento parecía que él, a los 31 años, no jugaba más y sin embargo, ahora, con 40 continúa en la NBA. Mi intención, como declaré hace poco, es seguir dos temporadas más. No obstante, todo dependerá de la respuesta del cuerpo.
-¿Y si Spurs se replantea tu continuidad en la franquicia? ¿Puede pasar eso?
-Y sí, capaz lo analicen.
-¿Y eso te preocupa, te apena, te disgusta?
-(Piensa). Yo creo que, si quiero seguir jugando, un trabajo voy a encontrar.
-Viendo casos como el de Scola o de otros jugadores que han tenido la desdicha de caer en equipos malos, ¿te reconocés como una persona con suerte?
-Totalmente. Siempre se puede estar peor. Podés estar lesionado o deprimido, pero si mirás alrededor, siempre vas a encontrar a alguno que está más grave. Tipos que se tienen que perder un año, que tienen que comerse temporadas enteras en franquicias de mierda, que no ganan, que tienen entrenadores malos… No me puedo quejar de nada. Sí, estoy teniendo un año complicado, estoy con fastidio, no logro regularidad. Pero si analizás detenidamente, jugué 60 partidos. Y sigo en carrera para la parte importante.
-Al menos se te nota contento en el grupo...
-Es un gran grupo, sí. Somos muchos jugadores extranjeros y tenemos buena química. Nos juntamos más de lo habitual. Se formó un plantel de gente valiosa que tira para adelante. Eso ha permitido que, sobre todo en las giras, no se me haga tan pesada la temporada.
-¿Qué fue de la vida del tipo que se enfocaba únicamente en el juego y elevaba su nivel de concentración a límites desmedidos?
-(Se toma un rato). Lo que cambié, tal vez, es el antes y el después de los partidos, en el durante no. Me puedo permitir, por la cantidad de juegos que tengo encima, boludear más en un entretiempo de lo que hacía antes. O no seguir al pie de la letra una rutina previa a un juego. Aunque le podés preguntar a mi mujer: lo sigo respetando con bastante fidelidad. Pero mi esencia está intacta. Yo juego a cara de perro. Siempre. En los partidos no me río, no hago chistes, no me sale. Quiero ganar. Si vamos arriba por 15 puntos y yo no estuve a la altura termino caliente, como cuando era chico.
-¿Y en qué te relajaste?
-Me relajé en el sentido de que tengo 35 años y mil partidos en el lomo. No tomo igual un juego 74 de la fase regular, a esta edad, que uno con la Selección, con 22 años. Algunas cosas cambian.