En dos meses el seleccionado argentino de maxi básquet, que se consagró campeón en Brasil hace dos años, repetirá la experiencia en Grecia. La idea de tener reglas de minibasquet, de cooperación, de amistad, de felicidad por el juego es la mejor parte de la historia.
Hace dos años en Brasil, la selección argentina “C” de básquetbol (era libre y fueron tres representativos), conformada en su gran mayoría por jugadores de Comodoro Rivadavia logró un histórico título de Máxibásquetbol al derrotar en la final del Mundial a Brasil “A” por 92-87, para jugadores de más de 35 años.
Esta vez será en Grecia del 12 al 26 de julio. Pero a diferencia del seleccionado tradicional, esta vez todos se amoldarán a reglas iniciales, reglas de un básquetbol donde el resultado no es lo importante. Y trazando un paralelo, si se permite esta fina ironía diremos que:
Se viene un encuentro mundial de minibasquet de aquellos, Porque ya hablar de minibasquet, es otra cosa a lo conocido en cuanto a deportes grupales.
El minibasquetbol es anteponer la felicidad de los jugadores al resultado final, asegura la oportunidad de que todos -sin excepción- los integrantes del equipo puedan desarrollar sus habilidades y la posibilidad de divertirse.
Es el único deporte que utiliza la herramienta deportiva como excusa educativa. Si bien hay una competencia implícita, ésta se da cuando casi por naturaleza los que juegan minibasquet se comparan con otros jugadores. A veces presionados por padres o malos entrenadores tienden a abandonar aquellos que no salen bien parados en las competencias que no son oficialmente como tales.
Usar el progreso personal para fijar objetivos alcanzables para todos los que juegan minibasquet, será esta vez una manera de medir la concreción de logros. Aunque se pierda -en realidad todos ganan- se potencia en un grupo de amigos que juegan minibasquet la satisfacción y el valor; y esto anima a seguir progresando.
Cuando malamente se enseña sólo a competir, los que juegan minibasquet erróneamente asocian el éxito a su desarrollo y capacidad individual. Y suelen ser luego aquellos de los que al pasar por alguna calle de cualquier ciudad, generan opiniones tales como “Pintaba lindo, pero en el mini solamente...”.
Cuando buenos formadores enseñan en minibasquet que el éxito significa mejora personal para que esto redunde en logros colectivos, casi siempre sus dirigidos suelen convertirse en niños persistentes y son capaces de desarrollar mayores esfuerzos ante las adversidades. De las que fuere.
En el minibasquet se enseña a autoevaluarse en función de la actuación del jugador y no por ganar o perder. Se aprende a distinguir entre capacidad y esfuerzo. Cada uno tiene la obligación de participar en el juego y abrazarse con amigos. Que de eso se trata, de jugar con amigos.
Este encuentro de minibasquet se dará en Grecia en menos de dos meses. Van a converger de distintos lugares del mundo, amigos que se conocen desde antes de aprender a atarse los cordones de las zapatillas, con la excusa de jugar minibasquetbol.
Se van a divertir, a fortalecer aún mas su amistad, a reir hasta quedar extenuados por lo que irán compartiendo.
No importa que los pasaportes al ser consultados delaten que las fechas de nacimiento de los que lleguen a Grecia desde muchos países, están fuera de los límites de edad para jugar minibasquet. Que interesa si están juntos los que jugaban en el patio del Dean Funes o en alguna favela de Río de Janeiro o en algún barrio obrero de Croacia. Todos van a jugar. Todos serán felices.
Argentina tiene su delegación integrada mayoritariamente por comodorenses. Atenas y el Partenón esperan a Gabriel Cocha, Adrian Marinho, Fernando Paincho, Guillermo Iñiguez, Darío Arenas, Jorge Gutiérrez, Sergio Zalaya, Lucas Hernández, Julián Elías, Fabián Levang, Gastón Gallegos, Roberto Polito y Fernando Muck (que va desde Canadá). Será como en el minibasquet. Como en el barrio. Como en la vida. Será nada mas y nada menos que jugar con amigos.
Y finalmente, al volver, como sus padres hace 30 años les preguntaban “Hijo.¿Lo pasaste bien´”, ahora serán otras voces los que les hagan la pregunta que los haga emocionar “Papá ¿lo pasaste bien?”.
Ricardo Scazzino @RicardoScazzino especial para www.pickandroll.com.ar