El último año profesional de Nicolás Lauría fue muy movido. El alero marplatense atravesó por muchos estados anímicos y situaciones deportivas que lo hicieron sufrir primero y disfrutar después.
Tras consagrarse tricampeón con Peñarol, eligió mudarse a Formosa para jugar en La Unión. Pero la experiencia resultó negativa porque su nuevo equipo, que tenía aspiraciones de pelear por el título, estuvo abajo en la tabla y, además, él fue despedido a mitad de camino.
Luego, llegó una parte de revancha. Tomás de Rocamora, en el TNA, le dio la chance de volver a sentirse bien. Y Lauría respondió.
Pero, más allá de que el balance termine siendo positivo, el jugador surgido de la cantera del “Milrayitas” ya trabaja para dejar atrás el mal trago del inicio de la pasada campaña. “Todos los días pienso en el objetivo que quiero lograr. Entonces eso me impulsa a hacer los trabajos físicos, que son los más duros. Estoy entrenando con Nicolás Bastarrica hace un mes y medio. Quiero limar esas falencias que tengo. Una son las lesiones y la otra la fuerza física. Porque hay aleros más fuertes que yo entonces tengo que crecer en lo muscular. No quiero tener bajones en toda la temporada”, sentenció en diálogo con El Atlántico.
- ¿Qué balance hacés de una temporada atípica para vos?
- Creo que termina siendo positivo. Tuve una primera etapa muy mala en La Unión de Formosa y después de ser cortado, voy a Rocamora y cambia todo. Terminé jugando bien, contento y feliz de volver a ser protagonista. Necesitaba volver a sentirme jugador. Y creo que llegué al equipo y a la ciudad ideal. Éramos protagonistas y en una ciudad re linda, donde me apoyaron y me abrieron los brazos de una. Me sentí muy cómodo desde el principio. Lo único que tuve que hacer fue reflejarlo en la cancha.
- Pasaste de tener poca acción en un equipo a ser el líder en otro. ¿Te costó cambiar el chip?
- No mucho. Entrené 10 días antes del primer partido, que fue contra Ciclista de Junín. Y en ese debut ya me sentí protagonista y quise ser el líder del grupo. Me salió bien.
-Y teniendo en cuenta todo lo que te pasó, ¿qué planes tenés para el futuro?
-Y… no quiero volver a ser cortado. Quiero jugar la Liga, obviamente es mi prioridad. Me estoy preparando para que no me vuelva a pasar lo mismo. No quiero que tengan aspiraciones en mí y yo no poder cumplirlas. Tengo que reinsertarme en el mercado de la Liga y si no se puede, la remaré en el TNA, aunque ahí quisiera que sea en un equipo para ascender. En la Liga, no puedo pretender nada.
- La Unión armó un equipo para estar arriba y terminó salvándose del descenso. ¿Por qué creés que pasó eso?
- Nunca llegamos a ser un equipo. Los nacionales no tuvimos química con los extranjeros. Kyle (Lamonte) es como un nacional más, pero Greg (Lewis) no congenió con nosotros ni con la idea del entrenador (NdR: Gonzalo García). Era nuestro jugador franquicia, junto con (Nicolás) Gianella y Kyle, porque el resto no podíamos hacernos. Y después hubo muchos cambios de nombres. Incluso de entrenador. Porque cuando vino (Carlos) Romano se cambiaron muchas ideologías. Al principio tuvimos un poco de motivación pero después fue más de lo mismo. Después nos cortaron a mí y a Javier Cáceres. Eso no lo entendí. En mi caso, llegó (Mariano) Cerutti, que estaba jugando en el Torneo Federal. Y no vi que haya hecho algo mejor que yo, o que podría haber intentado mejorarlo. Pero las cosas por algo pasan. Por suerte salvaron la categoría.
- ¿Cómo te sentías al haber salido del “paraíso” que era Peñarol, a algo totalmente distinto?
- Muy mal. Fue muy raro. Al principio tenía motivación de buscar algo más. Gonzalo tenía muchas fichas puestas en mí, pero cuando vino el “Negro” ya no las pude hacer. Y me terminó “quebrando la cabeza”. Si no me cortaban, hubiera decidido yo hacerme a un lado porque no estaba bien.
- ¿El corte es lo más feo que te ha pasado en tu corta carrera?
- Sí. Pero a su vez me permitió ir a un lugar y volver a sentirme bien. Creo que lo más feo son las lesiones que tuve en la rodilla y el codo, porque no podés jugar. El corte fue una desgracia con suerte. Si yo hubiera estado cómodo en la ciudad y me sentía bien, hubiese sido más feo, pero como en Formosa no me hallé, me vino bien.
Textuales sobre el primer amor
“Mi deseo es volver cuanto antes a Peñarol. Si las condiciones están dadas para que sea ahora o no, no lo sé. No sé qué equipo quieren armar. Pero yo voy a estar disponible siempre. Las ganas las tengo intactas. El club es mi segunda casa. Por algo, cuando me cortaron, y también en el receso, entrené con los chicos. Me sigo sintiendo parte del grupo aunque estoy afuera. Porque me invitan a asados, son mis amigos y me siento muy a gusto”.
“Irme significó un desafío. Salir de casa, ir a jugar a un club importante y a una ciudad lejos. Fui con un rol específico a un equipo que quería pelear. No lo pudimos lograr y yo tampoco pude cumplir mis objetivos personales, como consolidarme fuera de Peñarol. Pero después, volver a entrenar con Sergio (Hernández) y los chicos, fue una inyección de energía que me sirvió para ir al TNA y jugar bien”.