¿¡Y el resto qué!?

Hay escenas irrisorias, aunque por burlonas o chabacanas no dejan de ser un buen ejemplo para pintar un cuadro que algunos se niegan a ver.

Imagine que vive en una villa de emergencia. Su casa la levantó con pedazos de cartón, madera y chapa, su techo es de nylon, el piso de tierra, no tiene gas natural, ni cloacas, está colgado de la luz, y subsiste gracias a la caridad de algunos y a lo que saca de la basura diariamente… ¿se justificaría tener un jacuzzi en su improvisado baño?

En esa situación de pobreza, tiene la suerte de ganar un sorteo y recibe como premio una Ferrari último modelo… ¿Ud que hace? ¿La vende para buscar un mejor nivel de vida?, o ¿Le coloca gas para usarla y aparentar?

Hace una década el TNA es eso. Un pobre queriendo aparentar. Una Ferrari con GNC. Clubes, la mayoría aunque no todos, que buscan ahorrarse hasta el último centavo en todo lo que no sea armado de plantel.

Jugar una vez por semana. Que no haya viajes largos. Regionalizar las regiones. Reducir el número de partidos. De allí la magnífica frase del actual entrenador de Monte Hermoso Basket, Alejandro Álvarez: ”Nos pagan por entrenar”.

¿¡Y el resto qué?! Parece que el TNA tiene estadios de lujos, vestuarios al mejor estilo NBA, y cuando los equipos se encuentran con el ascenso (porque pasa eso por más que lo busquen) no sufren el sacudón que significa hacer frente a la máxima categoría del básquetbol nacional. Lamento romperles la burbuja, pero esto no es así.

El TNA se juega (en su mayoría), en gimnasios de poca capacidad, de dudosas comodidades, con sitios para los jugadores que distan de ser vestuarios, y donde la improvisación está a la orden del día, ya que lo único que interesa es tener un plantel competitivo que ascienda… lo demás, después lo vemos. Un pobre queriendo aparentar.

El escalón entre el TNA y la “A”, cada temporada se eleva un poco más. Es evidente que no se puede seguir así. Si tomáramos a la segunda categoría como la competitividad dentro del rectángulo de juego, no habría dudas: Es buenísimo. Pero un árbol no es un bosque. El TNA es mucho más que diez personas corriendo dentro de una cancha, y por sobre todas las cosas, es el paso previo a la mejor liga de Latinoamérica.

Nadie dice que lo que sucedió dentro del parquet no haya sido bueno en la última temporada. Pero para que la brecha entre “A” y TNA sea más corta, necesariamente se debe cambiar de forma radical todo lo que sucede en torno al parquet. Eso nadie lo puede negar.

Durante una década el Torneo Nacional de Ascenso fue dejado de lado por la AdC, y esto aprovechado por clubes que buscando su perpetuidad en la segunda categoría, o mucho peor, tratando de llegar a lo más alto, con el menor esfuerzo posible, menor incluso a una medida razonable. Ese tipo de medidas hizo que se distanciara una categoría de la otra, y hoy haya un largo trecho de distancia, con presupuestos que hay que duplicar, y un poco más también, para igualar al furgón de cola de la elite de nuestro básquet.

Hoy se buscan cambios. Si para tener mejores estadios, vestuarios, políticas de marketing, sumatoria de público y demás ítems que se han ido enumerando en las distintas reuniones, es necesario cerrar el TNA por dos temporadas, yo mismo compro el candado.

¿Qué se ha hecho durante estos diez años para argumentar que eso está mal? ¿Qué no debe ser así? Porque en diez años exigencias no hubo ninguna para la segunda categoría, todo lo contrario. Y más allá de la suposición de la pérdida de competitividad, que una vez que inicie la temporada, podrá o no convertirse en realidad, ¿Qué otro argumento se puede presentar?

Supongamos que es así. Por dos años tendremos un TNA deportivamente malo. Durante los últimos diez el TNA se cayó a pedazos. Donde se dejaron lugares vacantes y tuvieron que salir a vender esas plazas como sea para tener un número digno de participantes. Donde hubo abandonos. Deudas con jugadores. Fixtures cada vez más flacos. Cambios y más cambios que sólo beneficiaron a aquellos que lo único que querían era invertir todo su presupuesto en jugadores. Mirando esto ¿Qué son dos años de restructuración?

Repito: restructuración. Pautas claras, medidas rígidas, tiempos de realización con fechas inamovibles. Durante diez años hicieron la plancha (AdC y clubes), es tiempo de sacarse la modorra, arremangarse, trabajar y designar parte importante del presupuesto a este proyecto que va más allá de quien sea el base abridor de cada equipo.

Tomando los últimos diez años del TNA, el hecho que existieran los descensos no cambió la mentalidad de los clubes para que destinen parte del presupuesto en algo más que su plantilla, no convocó más público a los estadios, más sponsors, mejores contratos televisivos, menor deserción de instituciones, mayor interés de nuevos clubes por integrarse a la segunda categoría, mejoras edilicias, impacto significativo en la categoría superior e incluso en la inferior… Más allá del capricho y algún que otro interés ¿Por qué no probar un cambio?

No puede existir el miedo a caer cuando más abajo no se puede llegar. Por más que algunos no lo quieran ver, el TNA está barrenando en el fondo lodoso, y a la vez se está desangrando. Sólo quedan dos caminos: seguir en el fondo o intentar subir.

Evidentemente los parches planteados en los últimos diez años no han ayudado para lograr un cambio positivo. Entonces, ¿Por qué negarse a esta nueva idea durante dos años?

Imperiosamente se necesita recortar la distancia con la Liga “A”. Los clubes de la segunda categoría no deben sentir tanto el cimbronazo de ascender, y si no llegan a un presupuesto razonable para contar con un equipo de punta, que al menos todo lo demás (infraestructura, capacidad de convocatoria, etc.) sí sea de un nivel aceptable.

Emanuel Niel
En twitter @ManuNiel
www.pickandroll.com.ar