Mirando todo

“No le ganan a nadie”. “Dan pena”. “Son unas perras”. “Van a pasear”. “Los entrenadores no sirven”. “Así les va por llevar puras chicas de Capital”… y se podrían enumerar más frases que han sido lanzadas durante los últimos días, como copias de lo expresado dos años atrás, con el décimo tercer puesto que logró la selección U19 en Chile 2011.

¿Esas frases cuentan con argumentos que las sostengan o son simples palabras traídas desde la pasión? ¿Fue un fracaso? ¿El grupo estaba para más? ¿O esta ubicación nos demuestra la realidad de nuestro día a día en el ámbito del básquet femenino?

Hace dos años, con la obtención del 13er puesto en Chile 2011, encaraba la nota de opinión al respecto preguntándome qué había cambiado a nivel local, para que nuestros resultados a nivel internacional mejoren. Hoy me lo vuelvo a preguntar.

¿Alcanza con dos buenas giras para disimular todo lo que no se puede crecer en un año?

En 2009, cuando la selección U19 femenina se subía al podio en Tailandia, el entrenador Eduardo Pinto comentaba en Pick and Roll que iba a pasar mucho tiempo hasta poder tomar una real noción de lo que se había alcanzado. Que era una locura, y que dentro de esa enorme gesta la lógica no tuvo lugar, ya que la misma hubiese ubicado al equipo en otro sitio del clasificador.

Los asiduos lectores de este tipo de notas dentro del sitio, encontrarán este argumento repetitivo, pero no por ello pierde validez. A diferencia de lo que ocurre con el masculino, donde la pirámide competitiva está bien constituida, profesionalizada y federalizada; el femenino es una literal máquina del tiempo que nos transporta a las décadas del 60 o el 70.

Recién en el transcurso del año pasado la CABB comenzó a tener una real injerencia sobre las competencias domésticas femeninas, por lo que el cambio será paulatino y no radical, pero para conseguirlo finalmente deberá contar con dos factores preponderantes: Perdurabilidad en el tiempo, y aceptación/masividad/respaldo por parte de todo el país.

Una vez que la competición interna este consolidada, federalizada y poco a poco profesionalizada los resultados se darán con mayor fluidez, y por toda la estructura montada, incluso se podrán exigir.

Hoy a contra mano de la lógica, Argentina es N°12 en el ranking FIBA a nivel selección mayor femenina (73 forman la tabla este año), y 8va en menores femenina (75 integran este clasificador), sin contar con liga profesional, y teniendo como competición más fuerte a nivel país, el certamen de la federación de Capital Federal, donde entre no más de cinco conjuntos siempre se dirimen los podios.

No perdiendo de vista esto, hasta se puede considerar un premio ingresar a un mundial. A su vez, y según como se mire el vaso, se pueden tener dos pensamientos (o un mix de ambos) al respecto. Usted querido lector, elija con cual quedarse:

*”¿¡Cómo será el resto para que este puñado de perras que sólo van a pasear estén tan arriba en el ranking!?”

*”Qué gran esfuerzo que hacen nuestras chicas, que con todas las limitaciones deportivas del caso, siempre se las ingenian para llegar al mundial y estar entre las 10 mejores del ranking FIBA”

¿Se podía llegar más alto en el mundial?

Luego del sorteo del mundial U19 que aún se disputa en Lituania, o incluso dentro del suplemento especial que todavía permanece online en Pick and Roll, dábamos cuenta de lo complejo que resultaba en la previa el Grupo “B”, del cual formaba parte Argentina en primera ronda.

De igual manera, y por como llegaba España, o incluso, por el corto rodaje previo de Japón, mencionamos que la clasificación a segunda fase era posible. En Pick and Roll radio sostuvimos que una muy buena actuación nacional sería ingresar entre los mejores ocho, e incluso el entrenador Hernán Amaya, en nota para el suplemento, afirmó que los rivales a vencer eran España y Japón.

De los dichos al hecho. A diferencia de lo ocurrido en 2011, y en sintonía con lo sucedido en 2009, la selección nacional U19 contó con una muy buena preparación. Más allá de los amistosos de principio de año ante Costa Rica, el equipo pudo hacer dos giras por Europa, sumando el rodaje que no da la competencia local, ni tampoco un sudamericano.

El resultado de esos encuentros habían dejado como saldo un goleo apenas por debajo de la media (52.2), y una corrección de errores constante a medida que los fogueos transcurrían.

El momento de la verdad. Malos porcentajes de tiro, ausencia de una defensa que pueda sostener la sequía en el aro ajeno, falta de jugadoras que puedan anotar y flaquezas mentales en momentos calientes, fue el coctel general que brindó Argentina en primera fase. En detalle: con Australia se hizo un buen partido. España no dio chances. Y ante Japón faltó rebeldía y sobró miedo para ir a buscar el juego en instantes claves.

La no clasificación no estaba en los planes, y el golpe anímico se evidenció en el primer duelo de ronda consuelo ante Corea. En esos cuatro partidos, inconscientemente, y más allá de que el rival juega, nuestras chicas se amoldaron a lo que propuso el adversario, y (repito) no tuvieron la suficiente determinación/rebeldía como para buscar imponerse. A no confundir, que falte rebeldía, o que haya miedo, no significa la ausencia de corazón. Eso nunca se discutió en esta nota.

Otra fue la historia ante Mali y Senegal, rivales de menor fuste, ya que la impericia ajena disimuló la mira torcida propia, y de esa manera Argentina pudo cerrar la cita mundialista con dos victorias seguidas.

Conclusión

Muchas veces las victorias esconden las falencias. Y las derrotas, por el contrario, pegan en la cara, golpean fuerte, y nos muestras en la mayoría de los casos, situaciones que no nos gustan ver, y que preferimos evitar.

Sería simple criticar puntualmente por caso la actuación de Micaela Sancisi. O por el contrario, resaltar a Victoria Llorente ya que fue la goleadora nacional (con los mismos pobres porcentajes de tiro que sus compañeras), quién podrá estar en el mundial U19 del 2015, si Argentina clasifica.

El tema es más profundo y ahí se debe rascar. En ese aspecto se deben volcar todas las energías y abrir los debates.

Para poder exigir resultados mejores, primero hay que exigir competencias domésticas mejores. Una pirámide bien constituida como tiene el masculino. Profesionalizada y federalizada.

Un sistema de competencia en el cual nuestras jugadoras crezcan día a día. Que las obligue a ser mejores compitiendo entre las mejores, y que genere un espectro mas y más grande al momento de definir una preselección.

Que incorporen a diario y de forma lógica, los conceptos que después van a saber volcar cuando sean parte de la selección, y no por el contrario, que tengan que absorber como esponjas todo ese caudal de información/acciones empíricas/situaciones de juego, en dos o tres semanas que dura una gira.

Es el camino más largo, pero se debe comenzar a transitar, a pie firme, en lo inmediato. De lo contrario, quedaremos en manos de la fuerza de voluntad de nuestras chicas, y de la fortuna. Y bien sabido es que con el azar sólo no alcanza.

Foto: FIBA.com

Emanuel Niel
En twitter @ManuNiel
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