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22/08/2013 18:14 | NBA

Allen Iverson se retira del basket profesional

Tras marcar una época en los Sixers, la trayectoria de “The answer” ha sido errática y poco brillante. Ahora toca hacerse a un lado.

Recuerdo aquel equipo de Philadelphia que alcanzó las Finales pero que perdió frente a los Lakers de Kobe y Shaq, imbatibles. Entre todos ellos, destacaba un base que jugaba de escolta y que suplía su falta de centímetros con una velocidad, manejo de balón, dribbling y tiro que hacía sudar al propio Bryant en defensa.

Iverson fue siempre un jugador de tremenda personalidad, dentro y fuera de la pista, el 3 más camisetas vendía, con un look gansta-rap y las trenzas más famosas de la liga.

En los Sixers era, y es, un ídolo de masas, el jugador franquicia que apostó por un equipo humilde y que rozó la gloria aquel año 2001. Fue, en definitiva, un hombre de enorme calado deportivo, social y cultural tanto en Philadelphia como en el resto del país.

Por supuesto, fue el nº1 de su draft, el de 1996, y tuvo el raro privilegio de ser el rival de Michael Jordan en su último partido como jugador de baloncesto. Los honores que la Liga le ha rendido durante su carrera no tienen fin: fue rookie del año en 1997, MVP en 2001, elegido tres veces para el Mejor Quinteto de la Liga (1999,2001 y 2005), otras tres en el Segundo Equipo Ideal, máximo anotador de la temporada en 1999, 2001, 2002 y 2005 y máximo recuperador en 2001, 2002 y 2003, jugó 11 veces el all-star siendo MVP en dos ocasiones (2001 y 2005). Su lista de logros deportivos es infinita , así como la calidad de su juego.

Si hay que destacar una pega, una pequeña mancha en su estilo, una mácula, sería la cantidad de juego que absorbía en el equipo, tirando cada balón que pasaba por sus manos y que eran muchos, dada su posición en pista y su rol en el equipo. Así, tenía noches de 40 puntos y noches de 15, pero en todas lanzaba 25 tiros, así que el equipo dependí enteramente de él en la victoria.

Tras su década en Sixers, las cosas ya no fueron igual para el de Virginia. Su paso por Denver, Detroit, Memphis y, nuevamente, Philly, dejó constancia de que la fuente se había secado y que los años pesaban.
 
No volvió a ostentar el cetro de rey del balón en ninguno de estos equipos y fue cayendo en la rotación hasta que su aportación fue meramente simbólica en sus equipos. Para los nostálgicos, siempre nos quedará recordar aquellos promedios de 30 puntos por partido, aquella mirada de no haber roto un plato, aquellos calzones extra-largos, la cinta en la frente y el estilo tan particular de bote, siempre acompañado de pequeños saltitos, como si no pudiese contener las ganas de intentar superar a su defensor y marchar solo hacia el aro. Un gran pequeño jugador que se dejaba la piel en cada partido y cuya energía parecía inagotable.

Fuente: La voz del Básquet