A falta de oro, bueno es el bronce. España se baña en cobre y estaño para mantener su tradición europea. Todo el torneo soñando con emular a URSS y Yugoslavia en cuanto a ponerse oros de forma consecutiva y acabó imitando a esos auténticos monstruos clásicos del baloncesto europeo al subirse por cuarta vez consecutiva al podium continental. Feliz consuelo.
Los de Orenga acabaron el torneo como lo empezaron, arrasando a Croacia. Esta vez, para conquistar un tercer puesto buscado desde el 11-2 inicial. Los de Repesa se aprovecharon de la irregularidad de su rival para meterse en el partido gracias a Bogdanovic (17-16, m.8) pero la irrupción de Llull cambió por completo el signo del encuentro.
Dos triples suyos al final del primer cuarto auparon a España y pese a que Bogdanovic llegó a adelantar a su equipo (27-28, m.15), los puntos del madridista, bien secundado por Claver, sostuvieron a España, con un triple sobre la bocina como guinda a su show: 47-36.
Tras el descanso, un tercer cuarto algo más frío donde España fue poco a poco aumentando su ventaja merced a su buena defensa (63-48, m.30) y un periodo final explosivo (92-66) donde todos tuvieron su protagonismo para lucir con orgullo y con propiedad el bronce conquistado.
Las dos Españas
Dicen que el segundo es el primero de los perdedores mas el objetivo de todos, al comenzar un campeonato, es llegar a ese partido en el que la segunda plaza sea el peor de los castigos. Bendita condena de la plata y maldita sea, ¡oh, crueldad!, el partido por el tercer y cuarto puesto. El mal llamado partido de consolación. Un brindis entre dos viejos amigos en horas bajas, intuyendo copa a copa lo que son y comparándolo amargamente con lo que soñaron ser.
Solo alguien es benévolo con este encuentro: el tiempo. El Tiempo, en mayúsculas, el que todo lo cura y todo lo mitifica, el que todo lo corrompe y todo lo exagera. En 2005, una generación de jugadores extraordinarios se jugó el bronce contra Francia horas después de rozar la final. Aquel día, la imagen de Nowitzki anotando la canasta final para eliminar a España en semifinales hundió a un equipo que acabó a la deriva en esa lucha por el bronce. Y no importó a nadie, pues el verdadero lamento había sido precisamente no llegar a luchar por el oro. Años después, sí que empezó a doler. Más y más. La plata en el Eurobasket de 1999, 2003 o 2007, el bronce de 2001 y los oros de 2009 y 2011. También las dos platas olímpicas de 2004 y 2008, claro. Y el Mundial 2006, imborrable. La serie solo se rompía un año. El borrón del equipo. El naufragio de 2005.
Por ello, convencidos de que, más que de un bronce se trataba de un guiño al poder del Tiempo y a no ponerle jamás asterisco a una época dorada, a no saltar de 2012 a 2014 cuando se hable de este equipo, la Selección salió a por todas, dispuesta a tener un partido tan tranquilo como el de la primera fase. Cinco puntos consecutivos de Calderón, tras triple y robo de Ricky, impulsaron a la Selección, que respondió la canasta inicial de Saric con un 11-0 de parcial y que alcanzó la decena de ventaja tras un lanzamiento exterior de Claver: 14-4 (m.5).
Juego agresivo, buen movimiento del balón, fluidez e instinto. Pronto volaron. Como volaron sus ventajas en el Eurobasket. La de Eslovenia, la de Grecia, la de Italia o la de Francia. Frágil de mente y moral, España volvió a venirse abajo con el primer rugido de Bogdanovic, en forma de rabioso mate. Un posteo por aquí, un triple por allá y tiros libres, que no falten. La zona 2-3 croata funcionaba y, con Rudez apuntándose a la fiesta, el equipo de Repesa entraba en el partido con un 3-12 en solo tres minutos: 17-16.
Las dos Españas, a escena, con el primer cuarto como metáfora de todo un campeonato. Obsesionado con el triple, un jugador apareció del banquillo en el peor momento del equipo para lavarle la cara. Sergio Llull, desafortunado durante muchos momentos del Eurobasket, decidió teñir a su equipo de bronce e inició su escultura con un par de triples que volvían a darle la manija del partido a España (23-18) al término del primer cuarto.
De Bogdanovic a Llull
La aparición de Llull dejó tocada a Croacia, incapaz de anotar en los tres primeros minutos del segundo periodo. Aunque España no lo aprovechó para escaparse y casi lo lamenta por culpa del chico de las historias cruzadas. Nació en Mostar, que era Yugoslavia y hoy es Bosnia… para acabar jugando con la Selección Croata después hacerse hombre en España. ¡Y es estrella en Turquía!
Un triplazo al final de la posesión. Otro a la siguiente jugada para darle la única ventaja a Croacia en todo el partido (27-28, m.16) junto al 0-2 inicial. Aquel sí era el chico por el que Real Madrid y Baskonia se peleaban tras verle arrasar en el Europeo Sub16 de León. El niño prodigio que nunca pudo triunfar de blanco… ni de rojo pimentonero. La promesa, el fracaso, la realidad. La estrella europea, las cosas por su nombre, que asumió las riendas de su equipo (19 de los primeros 34 puntos croatas) para llevarlo hasta la tercera plaza si no se le hubiera cruzado Llull por el camino.
Sergio apareció, otra vez, cuando su equipo más le necesitaba. Una canasta de 3 puntos para liderar el empujón antes del descanso. Pese a que Bogdanovic anotaba todo lo que le llegaba a sus manos –saliendo de bloqueo, desde la personal, penetrando…-, el resto de sus compañeros no se contagiaron, mientras que en España sí hubo más de una alternativa. Primero Ricky Rubio, con un par de tiros de media distancia y después, con más fuerza aún, un Víctor Claverdesmelenado e insolente, que volvió a recuperar el colchón de diez puntos tras 6 puntos casi seguidos: 44-34.
La guinda llegó en la jugada final, tras el acierto de Draper. A falta de únicamente 5 segundos para el descanso, la Selección corrió veloz hacia la otra canasta. Pase a Llull y triple en carrera. Un golpe, dos y tres. Pobre valla de publicidad. Rabia contenida y liberada, como su propio baloncesto. Y un grito, de hambre y orgullo, que hizo más estruendo que la propia diferencia (47-36) con la que se iban a vestuarios. El bronce sería de España.
La máxima, sin alardes
La España bipolar del campeonato podía aún aguardar sorpresas tras el paso por vestuarios. Por eso, los puntos iniciales de Ukic y Delas para poner a Croacia a 7 (47-40, m.22), tenían aroma a duda. Pronto se disiparon. Una canasta a cámara lenta de Marc Gasol dio paso a la tercera parte del huracán Llull, que terminó por reventar el partido.
Una vez más, y ya iban 3, cortó la sequía anotadora de España con un triple antes de correr el contraataque para colgarse del aro y culminar el 7-0 de parcial. Croacia lo volvió a intentar con la pareja ex cajista Simon-Zoric pero nunca rebajó los 9 puntos de distancia (56-47, m.27) y, seco en ataque su rival, los de Orenga se fueron alejando progresivamente, sin grandes alardes.
La defensa funcionaba, asfixiando sin piedad (Tomic se quedó sin canastas en sus 14 minutos de juego, a Draper no le entraba nada...) a su mayor aliado en todo el torneo. Seis días después de salvar la vida en el Eurobasket gracias al triunfo croata contra Grecia, España se olvidaba de favores de antaño para agarrar con fuerza la medalla, sin margen para más regalos.
Ahora le tocaba a Rudy Fernández entrar en acción. Otro de los que más sufrió la derrota contra Francia, aquella a la que puso contra las cuerdas para acabar perdonándole la vida. El balear se dejó ver con un triple y puso las cosas en su sitio con otra entrada a canasta. El posterior tiro libre de Marc Gasol, como ya había pasado en el cuarto anterior, ponía la máxima para su equipo justo (63-48) antes del bocinazo final. Quedaba lo mejor.
Un guiño al 2014
La Croacia imprevisible, la de la genial locura, la irregular. La Croacia a la que quieres y la que te desespera, por la que apuestas y por la que te arrepientes, a la que maldices y halagas. La amante de los extremos. La que arrancó vapuleada para ganar 8 partidos a continuación. La de los parciales, la de la desconexión. La que se estrenó en un Eurobasket con 2 bronces consecutivos. La que no volvió a subirse al pódium.
Capaz de todo, capaz de nada, quizá faltó un impulso final croata. Una respuesta al grito de Llull, una continuación del show de Bogdanovic. Asumir el papel de la previa, ese que indicaba que tendría más hambre un equipo que llevaba 18 años anhelando medalla que el vigente bicampeón. Pero ni siquiera los de Repesa, pese a los grandes momentos que dieron en este Eurobasket, pudieron abrir la boca en el cuarto final.
El monólogo fue español. Desde San Emeterio a Gabriel, pasando por Marc Gasol. Titulares o suplentes, qué más daba, todos dieron un paso al frente para decir que sí, que un bronce luce menos que el oro, pero que la Historia lo hará brillar con los años. Como con el paso del tiempo deberá brillar más y más un Claver que supo dar un paso al frente en este torneo, no el definitivo pero sí el necesario. El de la madurez y las responsabilidades. El de testimonial a complemento de lujo, con vistas a ser algo más que un titular que cumple.
La inspiración de Víctor, que como Llull destrozó su récord anotador con la Selección Española, transformó la victoria en exhibición. San Emeterio aparecía nuevamente con un triple para rebasar la frontera de los 20 puntos (74-53) y Llull saludaba por última vez al partido con otra entrada veloz. Hubo tiempo para todo. Una canasta de 3 puntos de Marc Gasol y otra de Calderón para responder a Bogdanovic. Rey apareciendo en la pintura, Gabriel saltando a pista con 5 puntos consecutivos, las sonrisas cómplices en el banquillo y un marcador final (92-66) que si bien no borra la desilusión del viernes, sí renueva el idilio de la ilusión con el tiempo, con las tradiciones y con el metal. El pódium espera. 2014, aún más.