A las puertas de la gloria

Muchas cosas han quedado asentadas en los libros de los récord de la NBA. Partidos, estadísticas, rachas, triunfos, derrotas. Todo aquello que se relaciones con la matemática y el deporte queda registrado en el archivo de la NBA, sin dudas el más grande del deporte profesional.

Pero hay algo que no tiene rastro de ningún tipo. Por más que alguien se quede horas frente a la computadora, o queme sus pestañeas ojeando las páginas de algún libro, no podrá encontrar plasmado en los permanentemente renovados registros. Existe una historia oficial, y otra que tine olor a leyenda, a fábula. Ése es el camino que recorren los San Antonio Spurs.

Anoche, el equipo texano jugó quizás el básquet más logrado de su historia en uno de los momentos más importantes de la misma; Derrotó al Miami Heat, bicampeón de la NBA y cuatro veces consecutivas finalista, por 117-86 en una actuación que puede denominarse impecable desde los estadístico, pero que pasa al terreno de lo memorable y consagratorio en términos deportivos.

Alguien puede afirmar que Tim Duncan, con 38 años, es quien más dobles dobles registra en la historia de los playoff y quien más minutos jugó en dicha instancia, pero no que sus ojos brillan como en 1997, cuando pisó por primera vez una cancha de NBA. También que Kawhi Leonard registró 20 puntos y 14 rebotes, pero no que con tan solo 22 años se cargó a LeBron James y enmudeció a un estadio. O que con Emanuel Ginóbili en cancha San Antonio tiene una diferencia de +27, pero no que el corazón del equipo late más fuerte con su liderazgo.

Los Spurs dejaron las finales de 2014 3 a 1 y quedaron a un triunfo de su quinto título de la historia, dejando en claro que son una dinastía, y que pocos han conseguido jugar el básquetbol que ellos están desplegando por éstos días.

San Antonio comenzó muy suelto en ataque, sin peso alguno en los brazos, pasándose la pelota como sólo ellos logran. Ésto les proporcionaba la posibilidad de tomar tiros claros y cómodos. Así fue que dispuso de la primera ventaja amplia del juego (13-4), de la mano de un Danny Green que parecía continuar con la tónica del tercer partido (2/2 en triples).

Miami rápidamente se reordenaría con un ráfaga de 6-0 y regresarían al juego (10-13) con Chris Bosh, quien castigaba a Duncan con su rapidez de piernas desde el perímetro. Sin embargo, sería una leve brisa para el local, debido a que San Antonio le negaba muy bien los espacios a LeBron, contestándole los tiros a larga distancia y, con impecables ayudas defensivas, obligándole a pasar cuando atacaba el canasto. Los de Popovich no tardaron en retomar los 9 puntos de ventaja (22-13), ya que la rotación del plantel – como es habitual – sostenía el nivel (59% TdC).

El segundo cuarto tuvo un arranque algo lento, que no le permitía a los Spurs seguir despegándose en el marcador, pero tampoco a Miami limar la desventaja. Allen logró vulnerar la muy buena defensa visitante con dos triples en dos intentos, y así el Heat dejó la diferencia en un solo dígito (37-28) a 6:27 del entretiempo.

Desde su juego, los Spurs comenzaron a incrementar el dominio sobre Miami una vez más, al punto tal de calmar a todo el AT&T Center. Los de Spoelstra buscaron subir la intensidad defensiva, pero la inspiración texana podía más. Manu clavó un triple para devolver la diferencia a 14. Con LeBron y Wade reducidos a su mínima expresión (solo 6 disparos al aro para el Rey), los texanos alcanzaron los 20 puntos de diferencia (53-33) a 1:36 del entretiempo. Finalmente se irían a los vestuarios 55-36.

Con la mente puesta en aprovechar – quizás – su última chance de volver al partido, el Heat debía salir a achicar diferncias desde el inicio del tercero. Para eso LeBron diría presente con 10 puntos (4/4) en los primeros cuatro minutos del complemento para reducir a 13 (48-61) una máxima que había sido de 21.

Spoelstra cargaba con una formación baja compuesta por James como ala pivot y Bosh de “centro”, y una media cancha conformada por Chalmers, Allen y Wade. La idea de atacar el aro y/o aprovechar las descargas para un triple era la estrategia para remontar. Pero en defensa, esa formación sufría, sobre todo cuando Diaw se le posteaba a Dwyane. Así, sin abandonar la paciencia, los Spurs retomaron el liderazgo de 20 puntos (68-48) haciendo uso de un parcial de 7-0 a falta de 5:40 para el final del tercero.

Quizás ese momento haya marcado un quiebre mental en el partido. Ambos equipos sabían que la primera mitad del tercer cuarto definiría el futuro del mismo, con un Miami que volvería a la pelea, o unos Spurs que llegarían a la chicharra final en velocidad crucero. Ocurrió lo segundo.

Anoche a Miami se le apagó la llama. No jugaron un partido de carácter decisivo con la intensidad de quien busca nivelar una serie en la que no poseen la ventaja de campo. Los argumentos que llevaron a los de South Beach a ser un equipo dominante durante la postemporada quedaron en el olvido, bien guardados en el disco rígido de la NBA.

De lo que no habrá registro más allá de lo visual, en la memoria de cada una de los 19.900 personas que colmaron el American Airlines Arena o haya estado frente al televisor las dos horas y media netas que duró el juego, es de la calidad de la victoria de San Antonio. Del básquetbol en estado puro que brota de sus manos. Del juego en equipo y la mentalidad distinta que pregona Gregg Popovich, esa mentalidad que forjó un estilo único en la glamorosa NBA, y que marcó un camino a seguir ante la resistencia de un sistema que no lo entendía. Ese estilo que hoy deja a los Spurs a las puertas de la gloria.

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Sebastián Ciano
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