¡Argentina campeón del mundo!

La alegría de ver un argentino en lo más alto es muy grande, pero la de verlo hacer historia es aún mayor, y no cabe en ninguna parte. Emanuel Ginóbili se consagró campeón por cuarta vez en su historia con los San Antonio Spurs luego de otra gran victoria sobre los Miami Heat, por 104 a 87, que cerró la serie a su favor por 4 a 1.

Pero al margen de la satisfacción incomparable que otorga alcanzar el objetivo por el que se luchó todo el año, con el estrés que genera un calendario tan complicado como el que impone la NBA, el modo con el que lo consiguió resalta aún más este quinto título en la historia de la franquicia texana

Dueños de un estilo único en la NBA, los Spurs abusaron de su talento y brillantez ante el bicampeón reinante, y verdugos del año pasado. Ejecutaron a la perfección su plan de juego, en el que se destacan el movimiento del balón y la utilización al máximo de los recursos, que en definitiva lograron que los de su rival quedaran estériles.

La noche comenzaría complicada para los Spurs. Sabiéndose contra las cuerdas, el Heat saltó al rectángulo decidido a tomar las riendas del juego desde el principio, y se lo hizo notar a su rival a través de una defensa muy intensa.

De la mano de un LeBron James inspirado (17 pts, 5/7 TdC), y cortándole el juego a los Spurs, Miami sacó rápidamente una abultada ventaja de 22-6, cuando todavía le quedaban 5:03 al primer cuarto. Emanuel Ginóbili daría respuestas inmediatas desde el banco (6), y con un mejor cierre del local, el Heat se iría el primer descanso 29-22.

Pero los segundos doce minutos fueron otra historia, sobre todo porque San Antonio ganó confianza a partir de su defensa; Logró cortarle los caminos a LeBron (3 pts), al tiempo que en el costado ofensivo tomó serenidad, enfrió su cabeza y empezaron a pasarse el balón.

Con las ideas más claras, San Antonio comenzó a herir con la ventaja de Tim Duncan sobre Haslem en el poste bajo. De esta manera fue edificando un parcial de 17-2 que tuvo como momento excluyente una volcada espectacular de Ginóbili y un triple del propio bahiense, que terminó la primera mitad con 14 tantos y 5/7 de cancha.

El equipo de Gregg Popovich terminó el primer tiempo como seguramente había planeado: Siendo dominado, maniatando al Heat en su propio aro y con el juego de pases característico en el de enfrente. Así se irían a los vestuarios con una ventaja de 47-40.

En el tercer cuarto San Antonio quebró a Miami para el resto de la noche. Los Spurs sacudieron la modorra con la que había comenzado el período – ninguno de los dos anotó en los primeros tres minutos – a través de su media cancha suplente. Con tres triples en forma consecutiva, dos de Patty Mills y otro de Manu, el dueño de casa sacó una máxima ventaja de 21 (65-44) a falta de 5:01. A Miami se lo veía perdido, sin rumbo, y daba la sensación de haber bajado los brazos.

Mills estuvo intratable en ese cuarto bisagra, que terminó 30-18 para San Antonio. El australiano sumó 14 de sus 17 tantos. Asimismo, los Spurs lograron frenar a LeBron, que venía de anotar 20 puntos durante el primer tiempo, pero lo limitaron a 2/5 de cancha. El Rey cerró la final con 31 y 10 rebotes. No tuvo compañía en momentos claves. No hay que echarle la culpa por nada.

La última muestra de orgullo por parte del Heat llegó en el amanecer del último cuarto, cuando metieron un parcial de 10-2 y achicaron el marcador 77-63 a 10:33 del final. Pero Popovich ajustó algunos detalles, y San Antonio volvió a tomar el comando de las acciones de la mano de un Tony Parker que salió a jugar en el complemento, donde sumó sus 16 puntos, producto de 7/11 de cancha. El francés había terminado 0/7 en el primer tiempo. Duncan sumó un doble y falta con 9:05 en el reloj. Los Spurs volvían a sacar 18 (83-65) y respiraban.

Lo que quedaba de tiempo fue “tiempo basura”, algo que estas finales tuvieron en toneladas. Lejos de sufrir de ansiada, San Antonio jugó con mucho aplomo y espero el final a puro básquetbol. No se relajó, fue a buscar a Miami con defensa presión todo el campo, obedeciendo a esa máxima del básquetbol que dice que “los partidos se juegan hasta que suena la chicharra”.

Ya con poco tiempo por delante, Popovich, con su imperturbable gesto serio de preocupación, fue sacando a sus estrellas una por una para que recibieran la merecida ovación de la gente. Todos parados en el banco, se abrazaban y esperaban la finalización del partido para calzarse los gorritos y las remeras de campeón, ir a festejar y levantar el trofeo.

Ya en el podio, se vio el mosaico de banderas de cada nacionalidad que habita en este plantel, por lo que no puede tildarse de casual es básquetbol que despliega. En medio de todas ellas, estaba la argentina, que abrazaba a Emanuel Ginóbili. La historia misma del básquetbol de nuestro país.

Planilla oficial

Fotos: NBA.com y ESPN

Sebastián Ciano
Twitter: @Seba_Ciano
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