Los 37 años parecen no pesarle al bahiense, que sigue sorprendiendo a todos con su mismo nivel (o mejor) que tiene desde que debutó en la NBA. El coach de los Spurs, habló del ídolo y hasta minimizó su juego, se acostumbró a que lo deleite.
Autor:Lucas Barreña (@LucasBarrena)
Cuando cualquier persona que está por llegar a las cuatro décadas de vida, tenga la profesión que tenga, se vea cansado, fastidiado y que ya nada le sale como antes, Ginóbili es inversamente proporcional. Un caso similar al de Benjamin Button, pero con las características basquetbolísticas que parecen ser cada vez más jóvenes.
Manu nació experimentado, aunque la frase suene imposible. Parecía que ya conocía el mundo y cómo jugar este deporte. Y llegó hasta lo más alto, uno de los primeros de estas tierras que aterrizó en Estados Unidos, y el primero en coronarse. Pero una cosa es coronarse y otra conservar el trono. Manu lo logró. Y lo logra partido tras partido, dándole una sorpresiva confusión al ciclo de la vida.
De Bahía Blanca al Salón de la Fama, que todavía no está, pero lo estará. Es una seguridad que se habla en estas últimas temporadas, que parecen que nunca van a dejar de ser las últimas para Manu. Y si no está, es porque todavía juega. Porque todavía tiene más para dar, para sus compañeros, para su gente, para los argentinos, para los tejanos.
"Manu me ha enseñado a no querer controlar todos los pequeños detalles", empezó el alago de Popovich al cuádruple campeón de NBA. Y agregó: "Juega mejor sin que esté regañándole". La maduración y los procesos de cambios que lo llevaron de Argentina a Europa y de Europa a Estados Unidos, fue una etapa de aprendizaje para el #20, que hoy no se hace falta que se le explique qué hacer.
El mismo Gregg fue quien alguna vez le dejó el lugar de técnico para que preparase e indique a sus compañeros (en aquél momento dirigidos) la jugada final para ganar un partido. "A medida que lo ves jugar ves que tiene un talento único, así que cierras la boca, tratas de no entrenar tanto y le dejas hacer", opina su entrenador, que lo libera para que demuestre su nivel.
Luego de 11 años dirigiéndole y viéndolo cómo remontaba un partido y dejaba en ridículo a algún rival, Popovich confía en que "el juego de Manu ya no me vuelve loco como antes", erradicando esa pasión que lo deslumbraba al verlo realizar siempre cosas diferentes en el parqué. "Creo que hemos encontrado el punto medio", cerró, sin más nada que lo sorprenda del bahiense.