¿Que nos pasó en Grecia?

Pasó un nuevo mundial de una categoría menor y como siempre deja mucho para analizar. Lo bueno y lo malo, las evoluciones e involuciones y lo que definitivamente hay que seguir trabajando de cara a un futuro no muy lejano. Si bien las expectativas no estaban en conseguir ni un podio, ni llegar realmente muy lejos, siempre se espera en mejorar, en evolucionar, tanto como equipo, en juego, y que se vean nuevos prospectos para futuras selecciones. ¿Hubo algo de eso? Como haber, hubo, pero poco realmente. Los resultados poco acompañaron, al igual que el juego, los centímetros que faltaron y que lógicamente dejaron entrever problemas de todo tiempo para esta versión U19 de Argentina.

La preselección en un comienzo significó una mezcla a priori muy interesante de diferentes generaciones (96-97-98) con varios en roce de Liga Nacional, otros con gran protagonismo en la LDD y otros con una enorme evolución y con grandes posibilidades de seguir evolucionando. Hubo bajas significativas, y el entrenador Sebastían Ginobili, decidió quedarse con un equipo que poco convenció y que definitivamente no dejaba muchas chances a la ilusión. Menos aún después de conocerte un muy duro grupo ante el campeón Europeo, Turquia, un China de buen nivel y un siempre peligroso España. Las cartas realmente no eran las mejores, pero teniendo en cuenta el talento de algunos de sus jugadores, y todo el fuego interno que siempre tiene el jugador argentino, había que esperar que podía suceder.

Algunos jugadores en la selección final llamaron la atención. Teniendo en cuenta que hubo preseleccionados con buen nivel y roce de LDD y hasta Liga Nacional como Martin Gomez, Juan Arengo, Martin Buemo o Favio Vietta, decidió optar por otra clase de jugadores. Por un lado el escolta de Bahiense Del Norte, Andrés Barbero, revelación en el Torneo Federal, pero sin el roce o el físico de los anteriores como para jugar un mundial (y más si tenemos en cuenta que fue el jugador 12). En la misma preselección estuvo Santiago Vaulet, un proyecto de gran nivel, talento y físico (1m94) para su posición de escolta todo terreno. Si bien cuenta con 17 años, hubiese sido (a nuestro entender) una mejor variante para ser vista. Lo mismo ocurrió con Facundo Corvalan. El ahora jugador de Bahia Basket mostró una gran calidad con sus apenas 16 años, pero la experiencia de un Arengo tal vez hubiese caído mejor para jugar una doble base o bien como relevo confiable del vertiginoso Vildoza. Gramajo era la mejor carta para arrancar como escolta, mientras que en la posición perimetral estaba lo mejor tanto en centímetros como en juego y gol. Nos referimos a Juan Vaulet, al propio Martin Fernandez, y por momentos a Lucio Delfino. Los centímetros faltaron y por mucho. Gerhardt y Rupcic tuvieron que arremangarse en todo el torneo, Berra casi fue como espectador, y hubo cortes como de Marinelli o Simondi que al menos contaba con mayor altura para ciertos momentos defensivos. Ignacio Galardo con sus 2m06 estuvo en el corte final.

El juego fue el mayor problema. Mas allá de la falta de centímetros (algo siempre histórico para nosotros dentro del básquet), las cuestiones fueron otras. Argentina tuva una primera fase llamativa, donde redondeó una buena actuación ante el mejor del grupo pero fue bajando su producción cerrando en un muy mal juego ante España. La preparación no fue mala, la ausencia de Vaulet por lesión cambió los planes pero les dio confianza a otros jugadores. Se evidenciaron falencias groseras que hicieron que Argentina no pueda ser algo mejor de lo que fue. Sin ponerlo en el papel de técnicos, ni sabelotodo, al faltar centímetros y el perímetro ser realmente bueno a la hora de lanzar y ejecutar, allí llegó la primera falla. No hubo juego para dichos perimetrales, Vaulet, en los partidos que jugó, llevó la responsabilidad de la ofensiva lanzando y yendo mucho al aro. Junto a Gramajo fueron los más destacados por su talento, creatividad, pero se encontraron muy solos. Hubo poco juego en general, mucha improvisación, demasiado juego uno contra uno y lanzando realmente mal y produciendo, por ende, malos porcentajes. La defensa alternó buenas y malas, pero con un equipo atolondrado y que mostró su peor versión ante España.

Contra EEUU, rival de cuartos de final, no hay demasiado análisis. Una ofensiva sin fluidez, lanzando contra la defensa rival mal, el poste haciendo lo que podía, y defensivamente dejando muchos espacios y marcando mal la zona. Llegaron buenas respuestas ante Dominicana y Egipto. Dos rivales inferiores, pero donde Argentina, al menos tuvo mayores ideas pasando la bola, generando espacios y con tiradores mas confiables. Allí Gerhardt mostró una función tremenda pasando y anotando, Fernandez lo mismo, Zurbriggen fue una excelente alternativa bajando el ritmo, y Fjellerup como escolta rindió mas y se vio mas suelto. Fue un equipo con muchisimo baches ofensivos, y llamativas rotaciones de Ginobili, dejando o sacando jugadores cuando parecía que la jugada o el momento no lo ameritaba. Así y todo el entrenador no tuvo toda la culpa. Es como una relacion matrimonial, es 50 y 50 la culpa, y una va de la mano de la otra. Los chicos transmitieron por momento poco y así es difícil encontrar respuestas en la banca. El final dolió por como terminó siendo, pero fue casi un cierre que mostró la cara del equipo. Alternando buenas y malas, peleando para salir del pozo con o sin juego, y ante una potencia como siempre lo es Serbia. Un final que tal no fue el peor teniendo el cuenta el mal arranque, pero que realmente genera, y debe generar muchos planteos de juego, de jugadores para lo que se viene.

Hay material, talento, y jugadores que puedan evolucionar y demostrar grandes condiciones, pero en Grecia quedó todo a la mitad. ¿Con Vaulet sano las cosas hubiesen cambiado? Es posible, tal vez al menos le hubiesemos ganado a Serbia, aunque perder con un triple así pulveriza análisis e hipótesis. Gramajo fue el mejor por su creatividad, ideas, junto a Gerhardt luchando a pesar de tener menos de dos metros, la rebeldia de Vildoza, los triples de Fernandez, la lucidez de Fjellerup y la garra de Rupcic. Poco realmente. Siempre hay tiempo para mejorar. Estos análisis no son para matar esperanzas, sino todo lo contrario. Entender lo malo que se hizo, o lo que quedó por la mitad y siempre mejorarlo. Hay tiempo, hay jugadores, hay proyectos y hay calidad. Pongamos fichas en eso.

Jose Fiebig

@josefiebig