(Opinión) A través de los últimos 20 años los New York Knicks tuvieron más desilusiones que alegrías, un poco por decisiones inadecuadas y otro poco por malos rendimientos. Hoy están ante una figura que vuelve a encender la llama de la esperanza. El rookie Kristaps Porzingis ganó su segundo premio consecutivo al rookie del mes, y es llamado a ser el nuevo jugador franquicia. Pero necesitará de dos elementos fundamentales para que no se repita la historia: tiempo y paciencia.
Autor:Sebastián Ciano (sciano@pickandroll.net)
Todo lo que cae hace más ruido en la Gran Manzana. La ley del periodismo que alguna vez dijera el inolvidable Garrincha aplica perfectamente en la prensa neoyorkina: “El periodismo que sube cuando vas subiendo y te baja cuando vas bajando”, decía la gloria del fútbol brasileño.
Los Knicks son una de las franquicias más famosas en la historia de la mediática NBA, y no precisamente por la cantidad de títulos que atesoran en sus vitrinas. Si bien cuentan con los recordados anillos de 1970 y 1973, nunca más lograron alcanzar la gloria, pero forman parte de uno de los mercados deportivos más grandes del mundo.
En los últimos 20 años - especialmente - los Knicks contaron con un sinfín de sinsabores, que no solo tuvieron como partida los malos desempeños dentro de la cancha sino también las incorrectas decisiones dirigenciales. Temporada tras temporada fueron sucediéndose las figuras que llegaban a New York con el mote de “salvador”, pero no llegaron a buen puerto.
Nombres como Eddy Curry, Steve Francis, Anfernee Hardaway, Stephon Marbury, Tracy McGrady, Amare Stoudemire, Baron Davis, Tyson Chandler, Jeremy Lin y, por qué no, el del propio Carmelo Anthony fueron fagocitadas por el aluvión mediático que no perdona cuando los resultados no acompañan.
Hoy New York está ante el nacimiento de una nueva luz de esperanza, otro jugador pensado para rearmar un proceso a su alrededor. Se trata de novato Kristaps Porzingis, un ala pivot de tan solo 20 años, cuya capacidad atlética no coincide con los 2.21 que anuncia la NBA en su perfil oficial.
Nacido en Letonia, Porzingis no fue la excepción durante la noche del draft - celebrada en New York - , y al igual que varios de sus antecesores fue abucheado por la parcialidad local, que no esperaban que los Knicks seleccionaran a un europeo en la cuarta posición.
Pero esos gestos de reprobación de a poco fueron transformándose en aplausos y voces de aliento, y la razón no es otra que lo que está haciendo Porzingis en el rectángulo de juego. Ayer consiguió su segundo premio al rookie del mes, cuando solo se otorgaron dos (noviembre y diciembre) en lo que se lleva disputado de la 2015/2016 ¿Será ésta la carta definitiva para el verdadero cambio de los Knicks?
Para llegar a la respuesta definitiva se necesita algo que dentro del mundo del profesionalismo es tan necesario como el agua: el tiempo. Al margen del impacto que significa que un rookie de semejante talla logre anotar desde varias posiciones, defender y volcar la pelota para que los Knicks vuelvan a ser un equipo competitivo, no debe perderse de vista que son apenas sus primeros pasos en la picadora de carne que puede ser la elite deportiva.
Hasta aquí Porzingis está haciendo un muy buen trabajo con promedios de 13.1 puntos (41.6% de cancha, 34% en triples), 8 rebotes y 2 tapas en 27.5 minutos de juego, pero por sobre toda las cosas permite creer.
Por primera vez desde 2012 (Ricky Rubio-Kyrie Irving), tanto el rookie del Este como el del Oeste (Karl-Anthony Towns) lograron los primeros dos premios al novato del mes. Y si bien esto no dice mucho, el juego de Porzingis habla por sí mismo. Solo precisa que lo dejen crecer.