Nos condenó la ilusión

Como se dice habitualmente en el básquet, no es importante quien arranca los partidos, sino quien los termina. En los torneos podríamos decir lo mismo no es como se comienza, sino como se termina. Eso mismo le pasó a nuestro seleccionado albiceleste. Un arranque de campeonato con todas las luces demasiadas prendidas para un cierre muy apagado. Un equipo joven, nuevo, con presentes de gran calidad tras la pasada Liga Nacional y apuestas importantes para intentar ratificar su nivel y mostrarse a nivel internacional. Fue un comienzo demasiado maravilloso, es verdad, con rivales de un nivel medio, pero así y todo, lo desarrollado en cancha sobresalía. Toda una picardía encontrarnos con la primera piedra en el camino, y no solo trastabillar, sino hacerlo dos veces y quedar en una posición extraña para nosotros y lejos de las metas a cumplir. Ahora bien... ¿Donde fallamos? ¿Porqué un arranque y un final tan distintos?

Argentina fue al Sudamericano con un elenco lleno de debutantes, pero de mucha calidad pensando a futuro y para poderlos ver en escena en su primer impacto internacional. ¿Los objetivos? El primer lugar del grupo sin dudas, y poder ilusionarnos con una final ante el dueño de casa y favorito como Venezuela por su experiencia y consolidación conseguida. La manga quedó corta, por errores propios, y encontrarnos en el camino con un Brasil mejor de lo esperado a pesar de no contar en su plantilla con tantos jugadores de calidad y de reconocimiento internacional. Hubo mucha ilusión de arranque, y todavía tiene que haberla con el material que hay a futuro. Contar con tres bases de calidad, y de lo mejor de la Liga, ¿Los dos mejores escoltas? A entender de quien escribe si lo son en este momento. Aleros versátiles con experiencia de selección, internos que mostraron gran rendimiento en la temporada, y un técnico ya consolidado como Casalanguida. En principio un buen plato para servir en la mesa del Sudamericano y darle rienda suelta para que demuestren su calidad con la selección. En los primeros cuatro juegos se vio reflejado absolutamente todo. Argentina mostrando un muy amplio repertorio de juego, claridad, defensa, ofensivamente casi indetenible, y lleno de recursos para opacar con cierta facilidad a quien se le parara enfrente. La banca dio grandes resultados, el perímetro estuvo ardiendo con sus tiradores, y la defensa dio buenas garantías para llegar bien a los juegos cruciales.

¿Qué pasó luego? Se puede hablar de la calidad de los rivales con los cuales Argentina arrancó el Sudamericano y lo que tuvo que enfrentar luego. A pesar de ello, el comienzo fue ante el mejor Uruguay, y los nuestros plasmaron su nivel a todo vapor. Perú, Chile y un mejorado Colombia, fueron los restantes rivales. El juego de pases, el conjunto fue realmente notable. Promediar 33 asistencias por juego, dominar los tableros, y un banco plagado de gol, y variedad de calidad para colaborar y elevar lo realizado. Tener 14 triples de promedio es algo casi ridículo, pero el promedio estaba y los bombazos también. Hasta allí nada que discutir, solo gozar, disfrutar de lo reflejado y seguir con la ilusión intacta a la espera de los grandes del otro grupo. Claro, después llegarían todos los problemas juntos para Argentina, y la estantería por el piso.

Enfrentar a Brasil siempre es un hermoso desafío, y con la intención de ganarle siempre tenga el equipo que tenga. Argentina aflojó en todas sus estadísticas y prácticamente fue dominado de principio a fin, y de repente todo se fue desvaneciendo. La falta de experiencia ante un rivales con jugadores de brasil sin tanta calidad pero carácter y una fluidez que complicó por todos lados. Argentina sin juego, sin sus pases tradicionales, sin su ofensiva habitual cayó en un pozo del cual salió, pero que luego volvió a caerse. En un plantel tan parejo, no sobresalió un líder que tome las riendas y gane el partido, jugadores de calidad, pero que aún no tienen ese espíritu de capataz para afrontar responsabilidades en un juego así. Podría nombrar a Mainoldi, Deck o hasta Delia con experiencia para ello, pero no son las primera armas en sus equipo, menos podemos pedirles que lo sean en la selección. Y sobre llovido, mojado. Enfrentar a un rival de nivel, pero al cual se lo había vencido. A pesar de ello, una derrota dura por no poder levantarse de lo sucedido ante Brasil y quedar fuera del podio tras 48 años. ¿Habrá pesado en lo mental ese juego? A primera vista parece que sí, y los jugadores, ni siquiera el cuerpo técnico pudieron levantar lo que ya estaba caído.

Un cierre con gusto a muy poco, máxime tras el plantel armado y el formidable arranque de juego. La base de jugadores está, el cuerpo técnico también, es cuestión de trabajar, bancar el material que hay y hacerlo lo más competitivo posible en todos los niveles. Un mal resultado no tiene que hacernos cambiar los objetivos, hay plantel de calidad y material para seguir compitiendo. Si pensamos en progresar y evolucionar como equipo e individualmente cada situación debe tomarse mas alla de un resultado, aunque no sea de nuestro agrado. Hoy nos condenó la ilusión, mañana esperamos que nos libere.

José Fiebig (@Josefiebig)