Iris Ferazzoli: Soñar, luchar, ganar, otra vez, soñar...
En el quinto de los testimonios como previa a la AmeriCup Femenina, no podía faltar quien por muchos años fue nuestro emblema en el exterior. Potencia, entrega, trabajo y éxito, son sin dudas sinónimos de la gran Iris.
Autor:Emanuel Niel (eniel@pickandroll.net)
Intensidad de principio a fin. No había cambios de marcha, ni mucho menos concesiones en cuanto a dosificar la energía se refiriese. Para Iris, había sólo una forma de jugar al básquetbol: dejándolo todo en cada posesión.
La experiencia, sumada a los entrenadores en Europa, le abrieron la cabeza y ayudaron a mejorar aún más su estilo, pese a que en muchas ocasiones su ímpetu volvía a inclinar la balanza. Fue una guerrera, que hoy extiende su camino dentro del básquet devenida a coach.
Jugaste tres Premundiales, ¿Cuál te marcó más? -El primero por ser el primero, pero el Premundial donde nos ganamos la clasificación, ganando a Canadá, seguramente es el que ha dejado una señal a mí, y creo a todas mis compañeras. Durante el 97 hicimos muchos sacrificios todas para lograr ese objetivo.
En estos torneos, sos una de las 5 argentinas en sumar 100 o más puntos, y la segunda máxima rebotera... ¿Alguna vez pensaste que ibas a forjar tamaña carrera en la selección? -Cuando sos chica deseas hacer de todo para vestir la celeste y blanca. Yo tuve esa posibilidad, cumplir un sueño por más de una década. Creo que esos años en la selección, todas las de mi generación, abrimos puertas y aspiraciones a las que venían detrás nuestro. Esa es la mayor satisfacción.
Con la celeste y blanca pasaste de todo… ¿Qué cosas te dejó? ¿Cuáles son las anécdotas que más recordas? -Las cosas que deja el vestir la celeste y blanca son muchísimas. Emociones indescriptibles sobre todo. Risas llantos, sudor, lucha… el tratar de llevar en alto un país en ese momento.
Los recuerdos más lindos en los primeros años son el bautismo que nos hicieron a Karina Van Der Wee, Andrea Galé y a mí. Éramos las tres más jóvenes… con “Vander” y Galé vivimos momentos hermosos en los viajes, en las concentraciones… éramos como hermanas.
Con otra compañera y hermana que viví muchas cosas inolvidables fue con Carolina Sánchez. Vivimos dos años juntas en el CeNARD, donde nos entrenábamos, sea solas o con la selección. Una experiencia que nos une hasta el día de hoy.
Amigos como Marcelo Corti, entrenadores como Casini (NdR: Rodolfo), Eduardo (Pinto), Santin (Roberto), que marcaron a cada una de nosotras y nos enseñaron que con sacrificio podíamos llegar a algo.
Hiciste un paso directo entre jugadora y entrenadora... ¿Soñas con integrar un cuerpo técnico nacional? -Ese sería otro sueño a decir verdad. Esta experiencia en Italia como jugadora y hoy como entrenadora me hace pensar a veces en esa posibilidad. Sería como poder colaborar de nuevo al crecimiento, al cambio de la mente de las jugadoras, y en consecuencia, al movimiento femenino. Sería bueno que entrene una mujer la selección nacional.
Si pudieses regresar el tiempo, ¿Cambiarías algo de lo que hiciste con la selección? -No cambiaría nada. Me gustaría volver atrás solo para vivir las mismas emociones.
Elegí una compañera de selección y una rival Una sola no podría. Karina Van Der Wee, Andrea Galé, Laura Falabella, Andrea Alomo, Carolina Sánchez… Son muchas con las que vivimos muchas cosas. Agradezco a todas, pero a estas cinco las recuerdo particularmente. A las que quisiera agradecer también son a Gabriela Casini, Viviana Andujar y Elena Rosolen, que nos mostraron el camino.
Y rivales hay muchas, sobre todo brasileñas: Hortencia, Paula, Marta, Janet, Adriana.. grandes rivales y genias del mundo del básquet femenino mundial. Alessandra Santos de Olivera no solo una rival contra la Argentina, sino también en Italia.
¿Cuál sería una buena y breve descripción de tu persona? -Leal, honesta, luchadora, trabajadora. Nada es tuyo si no te cuesta.
¿Te quedó algo pendiente con la celeste y blanca? Si, una cosa: Ir a los Juegos Olímpicos. Quien dice… quizás lo haga como entrenadora (risas).