La revolución del baloncesto llegó para quedarse. Jugadores cada vez más y más altos que buscan moverse y driblear como un base, tiradores que intentan anotar triples desde mitad de cancha y mucho más. En esta edición especial de Pick and Roll se intentará desglosar lo que se viene en el mundo de la naranja.
Autor:Ignacio Miranda (@nachomiranda14)
En la vida todo pasa y cambia, todo se mueve del lugar en donde estuvo. Desde la teoría de la evolución de Charles Darwin, los hombres demostraron que pueden adaptarse, renovarse y transformarse a como dé lugar para sobrevivir. El básquet no es la excepción y, por suerte, siempre encuentra nuevas formas de mantener entretenidos a sus fans en todo el mundo. Desde la época en que no existía la línea de tres puntos hasta los tiros kilométricos de Stephen Curry pasó ya un largo tiempo y todo sigue igual de entretenido como hace 70 años atrás.
Jugadores cada vez más y más altos que buscan moverse y driblear como un base, tiradores que intentan anotar triples desde mitad de cancha y métodos alternativos para medir la eficiencia de los deportistas son algunos de los ejemplos que se podrían nombrar a priori para remarcar estos procesos de cambios y renovaciones constantes.
Para probar la teoría hay que apoyarse en las constantes metamorfosis que se vienen dando en los últimos diez años en la NBA. Esta liga siempre se animó a probar cosas nuevas, sentando precedentes acerca de cómo se debe jugar al básquet y, generalmente, logrando que las otras competencias adapten sus sistemas en el resto del mundo, aplicándolos a su manera.
El lugar primordial de las estadísticas
El beisbol fue el primer deporte en Estados Unidos en aplicar el uso de algoritmos e información novedosa para aplicar a la maximización de la eficiencia del equipo y de aquellos jugadores más aptos, económicos y rendidores que pudieran beneficiar su salario en forma de triunfos y campeonatos. En la NBA esto llegó a partir del manager general de los Houston Rockets: Daryl Morey. La idea de este señor es, como se explicó anteriormente, la utilización de datos duros e información más allá de las estadísticas generales de cada jugador.
La idea de Morey es intentar explotar las ineficiencias del sistema. En una liga con tope salarial como la NBA, la diferencia entre ser un equipo de playoffs y un candidato al título es mínima. Con un techo en la cantidad de dinero que se puede gastar, ese salto tiene que darse, muchas veces, pensando distinto que los adversarios para así conseguir una ventaja.
La clave está en encontrar los jugadores que mejor se adapten al sistema de juego del equipo y a las estrellas que se encuentran allí. El mejor jugador tirando desde la esquina, aquel que menos piques necesita para llegar a canasta, los que menos tiros toman y muchas otras cosas son aquellas que buscan los managers para tratar de encontrar el beneficio dinero-eficiencia-rendimiento.
Boston por otro lado tiene a Mike Zarren como uno de sus capos hace más de una década. Mike es el experto en estadísticas y espacio salarial allí. El año pasado, además, los de Massachusetts contrataron a Drew Cannon, un fenómeno de 24 años experto en datos analíticos graduado en Duke que ya trabajó con el coach Brad Stevens en Butler. Y el caso más similar al de los Rockets es el de Memphis Grizzlies que contrataron como uno de sus popes a John Hollinger, el gurú de los analytics que, entre otras cosas, creó el índice PER para medir la eficiencia de un jugador.
Con esto queda plasmado que la tecnología llegó para quedarse y que los equipos de hoy en día buscan lograr el mejor balance entre dinero invertido y resultados brindados por cada jugador. Los métodos para encontrar cuáles son los más rendidores y la matemática aplicada al baloncesto ya es una realidad con la que pocos se habrían imaginado.
El “small ball”, su injerencia en los nuevos atletas y la mutación de los pivotes
Con la llegada de Lebron James a Miami Heat quedó demostrado que el baloncesto moderno se iba a jugar de frente al aro, sin pivotes dominantes y con los internos tratando de tener un tiro respetable desde la tercera dimensión y en la línea de los suspiros. Dicho sea el caso, en Argentina y en Europa desde hace un par de temporadas se vienen dando las formaciones de “small ball”, donde se juega solamente con un ala pivote de referencia en la pintura (que muchas veces tiene buena eficiencia exterior) y cuatro perimetrales abiertos.
Pero lo de los Heat fue apenas un peldaño de la revolución que se iba a venir. Hoy por hoy, los nuevos parámetros de la NBA están llevando a la creación de jugadores multiusos, tal y como se enseña en las escuelas de los países balcánicos de Serbia, Croacia, etcétera. Basquetbolistas que no son fragmentados por su altura, sino que son entrenados para saber tirar, driblear, moverse, leer el juego y defender de una misma forma.
“En mi equipo hay portadores de balón, alas o grandes”, afirmó el entrenador de Boston Celtics, Brad Stevens, para dejar demostrado como se concebirá al baloncesto en los tiempos por venir.
Los casos de Karl Anthony Towns, Giannis Antetokounmpo y Thon Maker son algunos de los ejemplos del baloncesto predominante en los Estados Unidos. Jugadores que desde chicos aprendieron a jugar desde el puesto de base, tomando tiros de larga distancia, practicando el dribling e intentando adaptar su cuerpo a las exigencias de un perimetral. Los contraataques subiendo la pelota de costa a costa del griego Giannis y los triples en suspensión de Towns testifican el gran trabajo hecho en inferiores por parte suya y de sus entrenadores.
Con la llegada del “small ball” al baloncesto muchos jugadores dejaron de ser útiles, especialmente aquellos internos que no cuentan con un respetable tiro de tres puntos o con juegos rápidos de pies para defender en la zona pintada. El desuso del pivot de espaldas al aro es ya una realidad. Tanto que estos jugadores, tan aclamados en épocas pasadas, empezaron a perder espacios en la pintura al priorizar el tiro o las penetraciones de sus compañeros. Cada vez es más común ver, por ejemplo, a Marc Gasol, Luis Scola, Al Horford, DeMarcus Cousins y compañía tomar tiros desde tercera dimensión.
La extinción de los pivotes
Como se explicó anteriormente, los internos se están quedando sin lugar en la NBA y aquellos que no intentan agregar facetas a su repertorio (lanzamiento, driblling, entre otros) terminan teniendo minutos reducidos y ocupando menos protagonismo que en otros tiempos. La velocidad a la que se viene jugando en la máxima liga del mundo beneficia a los exteriores, a aquellos que en transición pueden tomar el tiro abierto o llegar a la canasta luego de uno o dos piques.
Con la llegada del James y Chris Bosh a Miami Heat, los de Erik Spoelstra comenzaron a usar a Chris en el puesto de cinco, logrando una nueva velocidad dentro de la cancha que fue después aplicada por muchos. Con Bosh de cinco, los del sur de la Florida no tenían referencia alguna en la llave y, gracias a su gran tiro de tres, el interno sacaba a sus marcas (casi siempre más lentas que él) de la zona pintada para que sus compañeros tengan paso libre hacia la canasta.
A partir de ese movimiento se empezaron a diseñar equipos sin internos en sus filas. Los Cavaliers de Lue con el tándem Love-Thompson y los Warriors de Kerr con Draymond Green acaparando la llave empezaron a aparecer, tomando el modelo que sentaron los Heat en el 2011 para ganar campeonatos y dominar la NBA hasta hoy en día. Llegando ambos (Cleveland y Golden State) a tres finales consecutivas.
La transformación de los bases
Así como los pivotes empezaron a extinguirse, la época en que Jason Kidd, Steve Nash y Chauncy Billups brillaban y entretenían al público con sus lujosas asistencias está llegando a su fin para dar paso a un baloncesto más agresivo, más técnico. En la etapa de la eficiencia, los bases de hoy buscan los puntos rápidos como primera opción, atacando con penetraciones el aro o intentando lanzar el triple.
En la temporada pasada sólo James Harden, Russell Westbrook y John Wall sobrepasaron la media de diez asistencias por juego, cuando en años anteriores era costumbre ver bases que lleguen a las 14 asistencias por partido y sin tener ningún jugador entre los diez mejores pasadores con menos de diez.
Los líricos del baloncesto mutaron en forma de máquinas potentes que sacan a relucir sus grandes físicos. Jugadores de la talla de Russell Westbrook, John Wall o Damian Lillard están demostrando que para jugar se necesita velocidad, eficacia y por momentos imprudencia; dejando de lado la astucia y la paciencia para armar las jugadas.
Con aclarados desde el eje de cancha y bajo la amenaza de sus buenas muñecas, los nuevos prototipos de base desafían y rompen toda clase de esquemas, afianzándose como protagonistas y amos del balón y de casi todas las decisiones del equipo.
El triple como medio de vida
Actualmente, Stephen Curry batió la temporada de triples intentados (880) y la nueva era en la NBA tiene un nuevo mejor amigo: los tiros desde más allá de tercera dimensión. La eficacia de casi 30% de Curry desde uno, dos o tres metros por detrás de la linea de tres es una prueba fehaciente de que esta jugada llegó para quedarse.
Damian Lilliard y Kyle Lowry son otros de los bases que se están animando a probar suerte desde allí, puesto que es una manera alternativa de abrir la cancha sin necesidad de hacer muchos movimientos para encontrar sus tiros o teniendo que penetrar para pasar a sus compañeros.
No sólo los triples largos llegaron para quedarse, sino que el baloncesto está en un punto en el que para jugar entre las posiciones del uno al cuatro es necesario (hasta imprescindible) tener un respetado tiro exterior. Para encontrar espacios en la llave los jugadores deben poder meter los triples, obligando a que la defensa llegue a contener a los tiradores y permitiendo las penetraciones de los demás compañeros.
Citando una frase del básquet post moderno: “un tiro de tres vale más que un doble”. Un jugador que lanza un 33% de larga distancia (un porcentaje por debajo del promedio de la liga, es decir, un mal tirador) anota 99 puntos por cada 100 lanzamientos. Mientras que un jugador que lanza 49% de dobles (porcentaje por encima del promedio de la liga, es decir, alguien bueno en eso) anota 98 puntos por cada 100 lanzamientos.
El precedente de Mike D´Anthony y Greg Popovich
Como toda evolución, siempre hay un precedente, un momento en donde todo empieza a cambiar. Para curiosidad de muchos, quien inició con esto de las ofensivas de triples o penetraciones rápidas fue Mike D´Anthony, actual entrenador de Houston Rockets. Este ex jugador decidió implantar el sistema de “correr y disparar” en su época con los Phoenix Suns (2002-2008).
Con su sistema de posesiones efímeras, los Suns de Steve Nash, Leandrinho Barbosa, Amare Stoudemire y compañía llegaron hasta las finales de conferencia en el 2004, haciendo del básquet un constante show que entretuvo por muchos años a los fanáticos a base de triples a la carrera, alley oops y fantásticas jugadas desde el pick and roll con el binomio Nash-Stoudemire.
La clave de todo esto fue el innovador spread pick and roll implementado por Mike que, hoy en día, es la jugada principal de casi todos los equipos en la NBA. Spread significa disperso en ingles. Es una ofensiva en la que el base busca la cortina del interno y los tres jugadores restantes se abren en las esquinas y demás espacios sin ocupar. El base una vez que es cortinado tiene la posibilidad de tomar el tiro, de pasar al cortinador o de penetrar para que la defensa se cierre y las puertas para los tiradores se abran.
Otra de las escuelas que sigue nutriendo a la máxima liga del mundo es San Antonio Spurs, un equipo que dio cátedra acerca de la ofensiva ocupadora de espacios, con innumerables cortinas directas e indirectas y practicando un baloncesto exquisito sin necesidad de picar mucho el balón. De la mano de Greg Popovich, los Spurs se apoyaron en un baloncesto colectivo y sin egoísmos para ganar cinco títulos (1999,2003,2005,2007,2014) en menos de veinte años.
Primero liderados por Tim Duncan, luego por Tony Parker y ahora por Kawhi Leonard, los texanos aplicaron un sistema en el que la premisa es que el balón se mueve más velozmente que los jugadores, que el orden también es rapidez y que la inteligencia también es presteza. Una ofensiva que cuenta con cuatro pilares: el correcto uso de las esquinas,el dominio del pick and roll, evitar el exceso de dribling y el movimiento del jugador sin el balón.
Los de Popovich idearon un sistema tan pero tan eficiente que ya es inherente e impersonal. No importa quién lo lleve a cabo, siempre (o casi siempre) tiene éxito y mejora al jugador y a sus compañeros.
En estas dos formas de jugar se puede ver la manera en que se transformó el básquet moderno. Por un lado reflejado en los Cleveland Cavaliers y, por otro, en los Golden State Warrios; dos de los equipos que hace tres temporadas vienen siendo moneda constante en las finales de la NBA. La forma en que los Cavaliers juegan tiene su base en el spread pick and roll y en la construcción de ofensiva a partir de Lebron James o Kyrie Irving, mientras que los Warriors manejan mejor que nadie el juego de cortinas incesantes para encontrar al hombre libre en la zona o en la línea de tres puntos.