(Opinión) Anoche Bryant quedó inmortalizado para siempre con la tradicional ceremonia de retiro de su dorsal, que en este caso fueron dos. Casi como un símbolo, en lo más alto del Staple Center quedaron plasmadas las dos etapas de una gloriosa carrera.
Autor:Sebastián Ciano (sciano@pickandroll.net)
Cualquiera que perdure durante 20 años en un lugar sabe que las etapas cambian, de alguna u otra forma, por diferentes razones; ya sean personales o por el contexto que lo rodea la experiencia varía, lo que provoca que uno obtenga una mirada diferente de las cosas y ofrezca nuevas respuestas a los mismos estímulos.
En este contexto, por supuesto, no queda excluído Kobe Bryant, hoy leyenda de uno de los equipos deportivos estadounidenses más famosos e importantes de toda la historia como son los Lakers de Los Ángeles. Pero este ídolo que anoche vio cómo su nombre quedó para siempre inmortalizado en el techo del Staples Center, alguna vez se vio en la línea de partida, con apenas 19 años, y nadó mares turbulentos hasta llegar a ser el ícono en el que se ha convertido.
Como parte de un interesante juego estadístico y analítico se marcan dos etapas en la carrera de Bryant y se comparan de acuerdo al número de su camiseta. En sus primeras diez temporadas Kobe fue el 8 de los Lakers, y ganó el “threepeat” 2000, 2001, 2002. A partir de la 2006/2007 comenzó a usar la 24, con la que fue pilar de los anillos de 2009 y 2010.
Pero al margen de cualquier cuadro comparativo, no puede perderse de vista que la persona es una sola, y que lo que realmente cambió fue su maduración con respecto al juego (como jugador) y también de cara a su rol dentro del grupo (como líder).
Es allí donde aparece una clara diferencia entre el “8” y el “24”. Mientras que en su primera etapa fue la joven estrella que rompió los moldes y le devolvió - junto a Shaquille O’Neal y Phil Jackson - la grandeza a los Lakers, pero que también arrastró consigo algunos actos de indisciplina y una relación tirante con “Shaq”,en la segunda se vio otro Bryant, más centrado y maduro de la cabeza y en lo deportivo. Un verdadero líder que predica con el ejemplo dentro y fuera de la cancha.
Hubo un suceso muy importante que quizás haya influido para que ese cambio ocurriese. En 2003 fue acusado por agresión sexual contra una joven de 19 años, hecho que lo marcaría para siempre. A partir de ese momento su imagen comenzó a decaer, con todo lo que eso implica en una mega estrella de la NBA (la reprobación del público, problemas contractuales). Las cuestiones de su vida personal empezaban a intervenir negativamente en su carrera deportiva.
Un año después, pago de fianza y pedido de disculpas público mediante (debió admitir que mantuvo relaciones con la víctima), los cargos fueron retirados. Aquel sería un nuevo punto de partida como jugador para Kobe desde el que se vio en la necesidad de lavar su imagen y continuar siendo determinante dentro del rectángulo de juego.
Fue actor protagónico en la clasificación de los Estados Unidos en el preolímpico de Las Vegas 2007 de cara a los Juegos Olímpico de Beijing 2008, donde consiguió la medalla de oro con una media de 15 puntos en ocho partidos.
Más tarde llegaría nuevamente la gloria vestido de púrpura y dorado tras la obtención de los dos anillos de 2009 y 2010, con revancha ante los Boston Celtics incluída en el segundo de ellos.
Las lesiones le jugaron una mala pasada en el epílogo de su espectacular carrera y solo pudo jugar 107 partidos en los últimos tres años (de 246 posibles). Pero no lograron impedir que se retirara a lo grande, siendo ovacionado en cada estadio donde jugó como visitante y ofreciendo una última función para la historia: 60 puntos ante el Utah Jazz en el Staples Center, el mismo lugar donde a partir de anoche las dos versiones de éste héroe quedaron retratadas de por vida.