El número 23 está viviendo uno de los mejores años de su carrera. Incrementó sus promedios en casi todas las estadísticas y los Cleveland Cavaliers están volviendo al ruedo gracias a eso. La fórmula secreta de un jugador que destruye nihilismos.
Autor:Ignacio Miranda (@nachomiranda14)
En la temporada 2006-2007, Lebron James coronó una temporada de ensueño, llevó a los suyos a las finales de la NBA y promedió casi un triple doble con 27,6 puntos, 6,0 asistencias y 6,7 rebotes por partido. Dominando a su antojo en la pista, el número 23 creó en Cleveland una deidad que chocó contra la pared de San Antonio, equipo que arrasó al conjunto de Ohio venciéndoles 4-0 en el resultado global. Cansado de hacer casi todo el trabajo sucio él solo, el oriundo de Akron llevó sus servicios a Florida y ganó dos títulos allí para luego volver al estado que lo vio nacer.
Después de tres finales consecutivas, de las cuales perdió dos, cualquier persona hubiera pensado que Lebron se iba a relajar y a empezar con ritmo lento su temporada número 14 en la mejor liga del mundo. Pero, otra vez, James sorprendió a todos y derribó cualquier paradigma posible, mejorando sustantivamente los aspectos que muchas veces en el pasado le acosaron como los espíritus en una casa embrujada. Manteniendo su agresividad para atacar el aro, Lebron se reinventó especialmente en dos facetas: el tiro de tres y las decisiones en los minutos decisivos.
La temporada pasada el de Ohio tiró con un acierto del 54,8 por ciento los tiros de campo y un 36 por ciento de acierto los tiros de tres puntos. En comparación, este año sus porcentajes se incrementaron desmedidamente en esos apartados: promedia un 57,6 por ciento de acierto en tiros de campo y un soberbio 41 por ciento desde la tercera dimensión. Además, en los minutos finales de los partidos el alero está mostrándose más seguro, no sólo para encontrar a sus compañeros, sino también definiendo de manera eficaz de cara a la canasta: está promediando un 37 por ciento de acierto en triple en el 'clutch'.
Derribando nihilismos
Como una mamushka rusa, Lebron James puede transformarse en cualquier muñeco que el equipo necesite. Cuando falta organización, él aporta control y juego; cuando es necesario penetrar, él entra como un tren hacia el aro; cuando hay que levantar al equipo desde el costado defensivo, el número 23 toma la responsabilidad de marcar a los jugadores claves y, además, es quien toma la pelota en los últimos segundos, cuando el esférico quema y nadie quiere hacerlo.
Contribuyendo tangible e intangiblemente en todos los apartados estadísticos inventados, la preponderancia del ex Miami Heat es tal que en sólo nueve de los 27 partidos disputados esta temporada tuvo incidencia negativa en el ráting de más-menos, una estadística que calcula el impacto más inmediato de un jugador en el marcador de su equipo mientras este está en pista.
“Esta ha sido el peor training camp de mi carrera por culpa de la lesión. No tuve la oportunidad de hacer las cosas que me gusta hacer. Este verano supuso un revés“. Contrariamente a sus declaraciones en el inicio de la temporada, el número 23 parece estar en el mejor momento de su carrera. Leyendo emparejamientos, rompiendo en el eje, cortando hacia el aro, encontrando a los tiradores y castigando cuando le pasan por detrás en las pantallaso le conceden el tiro abierto, 'El Elegido' está logrando que su dominio sea similar al que tiene en el juego virtual de baloncesto NBA 2K18.
A pesar de que Cleveland Cavaliers perdió cuatro de sus primeros cinco encuentros, los de Tyronn Lue tuvieron un lavado de cerebro y, a partir de diciembre, empezaron a ganar de tal manera que al día de hoy encadenan 11 victorias consecutivas. Sobreponiéndose a la baja de Isaiah Thomas, la lesión de Tristan Thompson y la salida de Kyrie Irving, los de Ohio poco a poco van encontrando el engranaje y las combinaciones posibles para sentirse cómodos.
No estarás solo
El aporte de jugadores de rol como Jeff Green, Kyle Korver, JR Smith y Jae Crowder, sumado al siempre beneficioso accionar de Dwayne Wade, Kevin Love y la fuerza desde el banco de Channing Frye, está transformando al equipo en un monstruo de múltiples cabezas capaz de dominar a su parecer en el rectángulo de juego.
Como Carlos Kleiber o Riccardo Muti, Lebron James es el director de orquesta por excelencia, la voz de la sabiduría dentro de la cancha y el encargado de plasmar lo que hace el entrenador en la pizarra. Con un ráting de eficiencia de 31,3 por ciento, el alero es el jugador más importante del equipo y su dominio en todos los apartados habidos y por haber le está permitiendo meterse otra vez en la lucha por el jugador más valioso, en donde amenazan su elección James Harden, Giannis Antetokuonmpo y compañía.
La defensa sobre todas las cosas
Con 32 años Lebron revirtió su regular accionar defensivo de las últimas temporadas, cambió su actitud y empezó a agacharse para contener a los jugadores. Aumentando su promedio de robos (de 1,2 el año pasado a 1,4 en el 2017) y manteniendo su cantidad de rebotes totales (8,3), el de Akron subió el nivel en el apartado de manera descomunal, potenciando a todos sus compañeros al ayudar en los desmarques, cubrir la zona y plantarse contra los interiores rivales.
Con un especialista defensivo como Crowder, James está intentando formar una falange en la primera linea. Pese a esto, los Cavaliers siguen siendo una defensiva en estado de crecimiento: se encuentran en el número 26 en el ránking, permitiendo 107,6 puntos por partido a sus rivales. La idea de Lue es estar mejor atrás para jugar el ataque corriendo y tirando efímeramente en posesiones de no más de ocho segundos. Además, su aporte en este lado es fundamental para el futuro, cuando deba enfrentarse a equipos sumamente anotadores como Houston Rockets, Golden State Warriors o Boston Celtics.
Todos los hombres del rey
Plagiando a Benjamin Button, Lebron está rejuveneciendo y renaciendo de entre las cenizas, promediando 28, puntos y 8,7 asistencias que permiten rememorar sus tiempos de 'MVP'. Anotando ups and unders similares a los de Kobe Bryant, tiros a una pierna iguales a los de Dirk Nowitzki, 'euro-steps' de la escuela ginobiliana y triples en transición, el de Akron agregó a su repertorio un sinfín de movimientos ofensivos que en el pasado no tenía, asunto por el cual algunos fanáticos le acusaban de monótono.
Como el vino, el número 23 fue madurando y se está poniendo cada vez mejor, demostrando que la gloria más grande no está en no caer jamás sino en levantarse cada vez más fuerte de la caída. A pesar de haber perdido cinco finales, James mantiene la frente en alto, no escucha las críticas y avisa a la NBA de que sigue mejor que nunca.