El entrenador de Libertad, Sebastián Saborido, padre la criatura que rugió en El Hogar de los Tigres, explica los motivos de este corto pero ya exitoso proceso que lleva dirigiendo. Advierte que “demostramos que no somos Barovero-dependientes”.
Autor:Martín Pellegrinet (@SoyElPelle)
Los jugadores de Libertad se subieron a una tarima montada para premiar al campeón y, mientras recibían la copa en manos del capitán Gregorio Eseverri, su entrenador Sebastián Saborido junto a sus compañeros de cuerpo técnico los observaban satisfechos, sonrientes, y aplaudían.
“Ser campeón es una emoción muy grande”, apunta Saborido. Rápido aclara que “ya estar sentado en la banca con la chomba de Libertad, para mí era una gran satisfacción, un orgullo, y una tremenda responsabilidad, en una época difícil para el club por esto de haber bajado de categoría”.
El entrenador sabe del momento que vive el club, y valora que “esta gente siguió apostando, y este título me parece que es un premio temprano a una decisión importante que ha tomado el club para capitalizar a los chicos jóvenes que tiene en la plantilla”.
“Es un premio para la comisión de básquet, a la que tengo que agradecerle porque me trajo”, prosigue Saborido en un análisis de situación en el que trata de no dejar fuera de la conquista a todos aquellos que han formado parte desde uno u otro lugar.
-Hay un buen balance entre los experimentados, los jóvenes con cierto rodaje, y los pibes que vienen pidiendo pista…
Eso se debe a la libertad que me dieron los dirigentes para poder elegir. Yo sabía que la apuesta del club era por los chicos jóvenes, entonces íbamos a necesitar algunas fichas con experiencia en la categoría, porque ésta es una categoría realmente muy difícil, por eso Eseverri, Zago… Ni hablar de Barovero, que es un jugador tremendamente importante para la división. Todo eso, más el equilibrio que te da Cope (Copello), más el empuje que te dan los demás hizo que todos se adaptaran rápido a lo que les pedimos.
-Pudieron repetir en un torneo de dos días como el Súper 4, donde se viven situaciones diferentes, esas buenas muestras que venían dando hasta aquí…
Sí, me parece que hubo una gran convicción del equipo en que nosotros podíamos ser más que lo que se ve desde afuera, que podría pensarse que somos Barovero-dependientes, o cosas así. Somos un equipo, quedó demostrado tanto en la semi como en la final. Sabemos que Bruno (Barovero) juega de una manera, pero él nos potencia a todos y eso lo tenemos que saber disfrutar.
Dentro de ese equilibrio, con los jóvenes me parece que se encontró una química que hoy nos permite estar en este momento y hay que aprovecharlo y disfrutarlo al máximo
-¿Por qué ganaron la final?
Viedma es un gran equipo, se esforzó y jugó con el mismo corazón y las mismas ganas que nosotros. Me parece que en el momento más complejo del partido nos equivocamos un poquitito menos, o acertamos un tiro muy importante (triple de Alonso). Viedma también hubiera sido un justo campeón, son un tremendo equipo.
-De pronto salieron campeones y están a un partido de poder jugar la próxima Liga Sudamericana, ¿cómo se hace para que todo esto no los saque del eje?
Nosotros ya tenemos un compromiso el viernes y hay que seguir con la Liga Argentina que es larguísima, falta más de la mitad de la temporada. Esto de ahora nos tiene que servir como un aliciente para seguir trabajando y que no nos saque de foco.
-¿Está Libertad para pelear deportivamente por el ascenso?
No quiero apresurarme, yo soy cauto. Me parece que nosotros tenemos que seguir construyendo, trabajando, como vinimos hasta ahora. No era uno de nuestros objetivos entrar al Súper 4, recién lo empezamos a ver a mitad de la primera fase como algo posible. Cuando estábamos más cerca de poder clasificar dijimos “bueno, apostemos”. Llegó el Súper 4, teníamos un desafío con Platense que es un gran equipo, y ahora esto.
Pero tenemos que seguir paso a paso, no tenemos que perder el foco. Ahora viene Unión, después la gira por Córdoba, hay equipos que se han reforzado y que son muy duros. Vamos a empezar un torneo nuevo, larguísimo, de 25 juegos, donde hay que ir partido a partido.