Dos meses pasaron de la confirmación de que Ameghino de Villa María contrataría a Katarina Vuckovic. Tras disputar la fase regular con las Leonas, hoy la Serbia nos cuenta su historia de vida completa, su experiencia en el país y sus pensamientos que trajo con tan solo 23 años. Además nos brindó el método de trabajo de los entrenadores para captar a los chicos y llevarlos a jugar básquet en su tierra. Para “Kat” Ameghino es el club más profesional en el que ha jugado.
Autor:Flavio Ibarra (@Flaviorocambole en Twitter )
La pivote habló tras el primer punto de la serie con Unión Florida donde convirtió 17 puntos en una noche que estuvo casi infalible desde 6,75 mts, y fue fundamental en el inicio, desarrollo y desenlace del juego, que si bien fue derrota para las anfitrionas dejó una gran imagen de cara a lo que queda de la serie.
Katarina es bilingüe y además de su lengua natal habla de manera excelente el idioma inglés. “Kat” como se la conoce en los pasillos de la Leonera nació en Smederevo, una ciudad que cuenta con una población de alrededor de 65.000 habitantes. Es conocido por su rica historia y la fortaleza que se construyó en el siglo XV. Su ciudad natal está a una hora y media de Belgrado. No es una de las ciudades más grandes, pero tampoco una de las más pequeñas de Serbia. La jugadora de Ameghino nació el 30 de junio de 1994 y comenzó a jugar al baloncesto cuando estaba en cuarto grado, cuando tenía 11 años.
El nombre de su primer club fue Semedendria, esa institución tuvo la desgracia de cerrarse cuando ella estaba iniciando la escuela secundaria. Ese fue el momento donde “Kat” tuvo que dejar su ciudad de nacimiento e irse a otro club para continuar su carrera deportiva. Durante su etapa en el colegio secundario vivió en la segunda ciudad más grande de Serbia, Novi Sad primero, y segundo en Belgrado. También durante esos años pasó por todas las categorías juveniles de la selección balcánica. En dos ocasiones obtuvo el 4º puesto en Europa y una vez se adjudicó la medalla de bronce en la competencia de menores de 18 años.
“Crecí rodeada de mucha familia. Durante la mayor parte de mi infancia viví con mis padres, dos hermanas menores y mis abuelos. Después de eso, mi familia se mudó a la nueva casa que mis padres han construido, todavía en la misma calle que mis abuelos. A veinte minutos de mi ciudad natal tenemos una pequeña granja donde cultivamos fruta. Todo esto fue en un pequeño pueblo donde mi papá creció”, sostuvo en el comienzo de la charla la jugadora de 1.91 de altura.
Su gran destaque en lo deportivo la catapultó a una oportunidad hacía el sueño americano y nuevamente se mudó, pero esta vez a los Estados Unidos, cuando tenía 19 años. Fue un gran choque cultural para ella. Muchos cambios abruptos como la comida y la forma en que se vive en un país que está entre las grandes potencias mundiales.
Vuckovic debió hacer un vuelco rotundo para adaptarse, desde los entrenamientos a las 6 de la mañana y el despertar una o dos horas antes para desayunar. Debió tomar clases a diario para hablar fluido inglés. Además de que se encontró con un básquet netamente físico a lo que estaba acostumbrada, muchas cuestiones que una joven de 19 años debió afrontar para continuar con ese sueño. Pero como todo serbio la lucha y la perseverancia para salir adelante es una de sus grandes virtudes.
“Kat” mientras jugaba baloncesto y estudiaba en los EE. UU realizaba servicio comunitario en la comunidad de Atlanta. Participó de un viaje de misión a República Dominicana y ese es uno de sus recuerdos más importantes de su vida universitaria.
Volviendo a sus inicios en el deporte, la interna anotadora contó cómo trabaja el básquet en las escuelas y especialmente los entrenadores, inculcando constante la práctica del mismo: “Los entrenadores de mi primer club aparecían constantemente en mi clase con la idea de intentar que los niños se acerquen a jugar y probaran el básquet. Toda mi clase se fue desde el primer día y al día siguiente todo el mundo estaba hablando sobre eso, el tema principal era cómo fue la práctica. Así que cuando llegué a casa ese día, les dije a mis padres que quería jugar al básquet simplemente porque todos los demás se fueron. Mi madre y yo fuimos y compramos una pelota y al otro día ya estaba en una cancha picando y saltando. Mi papá no estaba muy contento con eso porque era un jugador de voley profesional y quería que yo jugara su deporte, pero lo que me pasó a mí es que me enamoré del baloncesto y él me dejó seguir mis sueños”.
Con respecto a su llegada a Villa María, mencionó: “Mientras jugaba en España, mi agente se puso en contacto conmigo y me preguntó si quería ingresar al draft de la Liga Argentina. Desde el primer momento dije que sí y luego, después de un mes, me dijeron que conseguí un lugar aquí. No sabía mucho sobre el club, así que al llegar me empecé a interiorizar. Realmente no tenía ninguna expectativa porque sabía que ir a otro país y especialmente en otro continente, todo iba a ser diferente. Cuando llegué al club, todos fueron tan útiles desde las jugadoras hasta el último de los miembros del personal. Este es mi tercer club profesional desde que me gradué de la universidad y solo puedo decir que este es el club más organizado que he tenido. Ellos son realmente profesionales en todos los aspectos. Antes de llegar a este lugar sabía que en lo deportivo el juego es sumamente físico. Y la verdad que las personas que me anticiparon eso definitivamente no estaban equivocados. Esta es la liga más física que he jugado hasta ahora. Creo que el certamen cuenta con una gran competitividad y con el correr de los años será uno de los torneos más fuertes del mundo”.
Y a la hora de describir a la institución de Villa María, agregó: “Me sorprende el apoyo que tenemos y cuánta gente se preocupa por nosotros. El hecho de que están listos para hacer todo solo para hacernos sentir muy bien y cómodos es impresionante para mí”.
Acerca de su vida fuera de las canchas y lo que le quedará para siempre de nuestra cultura, declaró: “Si juegas al básquet realmente no puedes ver mucho de las ciudades. Me gustaría ir a Buenos Aires, pero como turista al finalizar la campaña. La cultura no es muy diferente de Serbia. Pero lo que definitivamente les contaré a mis familiares y amigos es sobre el mate y cómo todos beben de la misma taza una y otra vez. Me gusta escuchar música que pueda entender, así que probablemente no llevaré muchos temas musicales a casa. Mi español no está fuerte todavía. Solo escucho canciones en serbio o inglés. Pero si escucho una canción que las chicas ponen en el vestuario o en los viajes, definitivamente me recordará mi tiempo aquí”.
Por último, la nacida en Smederevo se animó a darle un mensaje a toda la familia del “León”:
“Me gustaría agradecerles la oportunidad de venir a Argentina, por todo lo que han hecho por mí. Estoy triste de que mi tiempo aquí esté llegando a su fin, ya que la Liga se termina en el mes de agosto, pero definitivamente fue una gran experiencia, única, que recordaré por el resto de mi vida y me marcharé con el deseo latente de volver”.