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19/08/2019 10:21 | Selección Nacional

Bochorno panamericano

Aquí no ha pasado nada

(Opinión) Pese a que el presidente de CABB lo negara, el miércoles se reunió el Consejo Directivo y decidió no aceptar las renuncias de Karina Rodríguez y Hernán Amaya. De igual manera la gestión de Amaya no debería juzgarse solo por las camisetas. Hay mucho más detrás.
Autor:Emanuel Niel (eniel@pickandroll.net)
Aquí no ha pasado nada

Como siempre ocurre, el hilo se corta por lo más delgado. A una semana del papelón panamericano, y luego del comunicado emitido por las jugadoras, el último miércoles el Consejo Directivo se reunió en la CABB.

Si bien en diálogo con Uno contra Uno radio el presidente Federico Susbielles dio a entender al pasar que la reunión se daría más adelante, en realidad la misma ocurrió.

Asistieron Carrasco (Río Negro), Sanz (Chubut), Giampieri (La Rioja), Amante (San Luis), Robledo (Catamarca), Queiroz (Misiones) y Ureña (Tucumán); más el tesorero Ordenavia el cual no tiene representación federativa. Vale recordar que el Consejo Directivo lo conforman 17 personas, incluido Susbielles, y que muchos no fueron notificados.

La charla, siempre amena, se extendió hasta la noche, por lo que los dirigentes incluso cenaron dentro de la CABB. El jueves por la mañana, en la radio, Susbielles afirmó que su intención es que tanto Karina Rodríguez como Hernán Amaya continúen en sus cargos. Se desprende que es lo acordado en la reunión. En resumen: no rodó ninguna cabeza. Aquí no ha pasado nada.

Y está bien que así haya ocurrido. Karina se encontraba en Buenos Aires, con la credencial en la mano pero sin poder ir. Pocas chances de que telepáticamente hiciera aparecer las camisetas en el estadio.

Como también sería un error echar a Amaya por las camisetas. Dentro de su polifuncionalidad tan provechosa para la CABB cometió un error. Ni más ni menos. Al final de cuentas, como dijo Scola ante Novaresio: “es humano, se puede equivocar como cualquiera”.

Vale recordar. Hernán Amaya inició su camino dentro de las selecciones argentinas de la mando de Eduardo Pinto en 2008. Pasaron Eduardo, Flor Meléndez, Roberto Santin, Cristian Santander y ahora está en la mayor Leo Costa y él sigue.

Lo mismo con los presidentes. Vio los últimos meses de Horacio Muratore al frente. Luego Germán Vaccaro, la intervención y todo el mandato de Federico Susbielles. De igual forma, Amaya no siempre tuvo el mismo rol.

Con Pinto fue asistente en menores. Una vez que inició el proceso trunco de Meléndez, se hizo cargo de las formativas. Estuvo al frente de los equipos hasta 2015. Luego pasó a ser un mix que con el correr del tiempo acumuló más funciones.

La versión oficial indicó que se trató de un pase de antorcha para promover entrenadores. Algunos testigos sostienen que se debió al trato duro, recio e inconducente con chicas menores de edad, lo que llevó a que buscaran otro cargo para él.

Son muchas las jugadoras que en off se animan a contar de los malos tratos verbales. Contadas con los dedos de una mano las que no tendrían problema en que sus nombres salgan a la luz.

A partir del 2016 Amaya pasó a ser coordinador de menores, asistente, chofer, acompañante de delegaciones (como con Japón en 2016), jefe de cancha (AmeriCup 2017) y entre tantas cosas, en su afán de siempre estar presente, comenzaron a verse algunos lunares.

Los viajes al interior para desarrollar los PNF (Plan Nacional Formativo) comenzaron a achicarse por falta de tiempo. Peor aún, se tornó más evidente que los mismos servían más para reclutar chicas buscando fortalecer los clubes de Capital donde tenía dirigiendo a su staff, que para desarrollar una base de jugadoras en los lugares de origen.

Poco a poco el discurso dejó de esconderse y fue directo. Las jugadoras tendrían más chances de estar en las selecciones menores si abandonaban sus clubes de base y recaían al ámbito metropolitano. Incluso yendo un poco más allá, les indicaba a cuales sí y a cuáles no.

En ese “error” incurrió la marplatense Rocío Bereilh. Clave en el Premundial U16 de 2017 disputado en el CeNARD, dejó Peñarol y haciendo caso al cuerpo técnico se mudó a Capital, pero para jugar en Obras. Ese detalle no se lo dejarían pasar.

La versión oficial sostiene que Bereilh no fue parte del Mundial U17 del 2018 por una fuerte depresión, cosa que es real. Lo que no se mencionó fue el motivo que la llevó a ese estado: el constante hostigamiento por haber tomado esa opción.

La propia Rocío lo cuenta sin reparos. El “porque vos en Obras” se volvió tan reiterativo que ser parte de la Selección se convirtió en una molestia, una angustia, una carga. No era feliz, todo lo contrario. Lo paradójico es que pese a tanto machaque era tenida en cuenta y estaba dentro de las 12. Cuando se plantó y comunicó su renuncia, buscaron la manera de que cambiara de idea, pero ya era tarde.

Amaya no solo lo permitió, era parte. Ideó un PDF de 37 páginas, en el cual trazó los lineamientos de “Las Hormigas”. Una forma de sentido de pertenencia para el grupo, con ciertas cuestiones para analizar detalladamente, como por caso “una hormiga soporta las sesiones de trabajo más duras y siempre quiere un poco más” o “una hormiga es fiel, hermética, reservada y confiable. No critica, no habla de los demás, y por sobre todas las cosas sabe que su equipo es único y sagrado”.

Siempre corriendo límites, esa especie de logia que incluyó a varias menores edad tuvo su punto más alto en la previa del Mundial U19 de este año, cuando todas recibieron su anillo. Allí Amaya viajó como delegado y asistente. De igual forma las reglas de adoctrinamiento generaron una olla a presión que terminó explotando de la peor manera.

Los malos tratos verbales socavaron psicológicamente al grupo, al punto tal que al regresar de Tailandia, a algunas jugadoras debieron darle un periodo de vacaciones en sus clubes para que bajen el nivel de stress y angustia.

De todas maneras, y saliendo del aspecto mental, la polifuncionalidad de Amaya no mostró su primera falla en los Panamericanos de Lima. En los ODESUR 2018 cometió un error igual o más grave.

Priorizando el rodaje del plantel U18 que luego afrontaría el premundial ese mismo año, la CABB decidió enviar a esos Juegos de la Organización Deportiva Sudamericana a esa camada. Una vez más, y tomando más tareas y atribuciones de las que le correspondía, Amaya completó el formulario médico de las jugadoras y lo enviaron, obviando un pequeño detalle.

La versión oficial indicó que días antes del arranque del torneo la perimetral Sofía Wolf sufrió una lesión que la marginó del certamen. De igual forma viajó con el equipo, pero vio los partidos desde la tribuna.

La realidad fue que en esa planilla Hernán Amaya olvidó poner que Wolf es diabética, y al momento de buscar subsanar el error, los tiempos ya habían caducado. Por ese motivo la jugadora de Berazategui ni siquiera pudo alojarse en la Villa Sudamericana, ya que un control sorpresivo de doping indefectiblemente le daría positivo. Contra reloj debieron ubicarla en un departamento por fuera, y esa fue la razón por la cual ni siquiera estuvo en el banco de suplentes.

En consecuencia como bien reza la bajada, es un error echar a Amaya por las camisetas. A lo sumo la medida debería responder a la sumatoria de hechos graves, donde el olvido de la indumentaria fue lo último y más reciente de la lista.

Queda claro que su polifuncionalidad y toma de poder no es arbitraria. A la CABB le resultó y resulta útil que Amaya se haga cargo de varias cuestiones al mismo tiempo, porque le evita destinar más recursos y tiempo. Allí está el error mayúsculo que indefectiblemente debe corregirse.

Foto: Matías Pignanelli.

Emanuel Niel
@ManuNiel

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