Lo que nos dejó el torneo

Sin lugar a dudas la AmeriCup disputada en Puerto Rico y que acaba de culminar dejó mucha tela para cortar.

Primeramente, y antes de avanzar sobre las generalidades y particularidades, es más que necesario aclarar que las ausencias no deben tomarse como argumento atenuante. A excepción de Brasil, que fue con su mejor versión, el resto de los equipos presentó bajas sensibles. Todos debieron lidiar con eso y de allí que no se debe tomar en consideración.

Sin buscar explayarme mucho en ese aspecto, el Preolímpico en sí para la Argentina es un torneo de ausencias históricas, y sin embargo nunca se pusieron como excusas. Como ejemplo, en 2007, y luego del histórico Mundial 2006 en Brasil, Las Gigantes fueron a Valdivia sin Cecilia Liñeira, Natalia Ríos, Verónica Soberón, Alejandra Chesta, Carolina Sánchez y Gisela Vega; y de igual manera lograron el objetivo.

Este torneo sirvió para entender a qué jugará Argentina en este nuevo proceso. Leonardo Costa cargó las tintas sobre el perímetro, y de allí que mayoritariamente el planteo ofensivo haya sido de 4-1, y de a ratos directamente cinco abiertas.

En contadas ocasiones se usó el poste bajo como vía de anotación, y sacando el caso particular de Luciana Delabarba, no se tomó el recurso de los rompimientos hacia el canasto.

Argentina vivió y murió a costillas de su eficacia en el lanzamiento triple, sin mayores variantes que la rotación de balón por el perímetro, o el pick and roll jugado por el eje con la base, con el único fin de abrir el balón para ensayar una vez más ese tiro.

En esa estructura plasmada sobre el parquet las grandes solo fueron utilizadas para cortinar y rebotear.

En el aro propio las falencias defensivas se notaron mucho. Argentina no pudo aguantar, en ninguno de los cinco partidos, un ritmo constante de resguardo. Fueron pocas las veces que pudo ser agresiva en primera línea, sobresaliendo el primer cuarto ante Colombia.

Rápida y sistemáticamente se cayó en penalizaciones por faltas, por un uso excesivo de las manos al momento de acompañar. De igual forma, en algunos lapsos, como por caso ante Paraguay, se notó la falta de comunicación. Es un lunar que Argentina no venía teniendo, y lo padeció; al igual que el hecho de perder la lucha aérea. Sacando el juego ante Colombia (52-42) en los demás partidos quedó abajo en ese apartado.

Englobando todo esto se dio la corta rotación. Exceptuando el juego ante los Estados Unidos y el maquillaje que se le pudo dar a los minutos en el cierre contra Brasil, fue marcado el hecho que Leonardo Costa nunca utilizó más de seis o siete jugadoras.

vs Brasil: 4 jugadoras arriba de los 20 minutos y 3 por debajo de los 10.
vs Paraguay: 6 arriba de los 20 y 3 por debajo de los 10, más Agustina García que no ingresó.
vs USA: todas jugaron más de 10 minutos.
vs Colombia: 4 arriba de los 40, 2 arriba de los 20 y 6 por debajo de los 10.
vs Rep. Dominicana: ya sin Llorente, 5 arriba de los 25, 2 entre los 11 y los 14, y 4 abajo de los 7.

En base a todo esto, se abren varios disparadores.

Si la idea es jugar 4-1, o directamente cinco abiertas, no se explica la conformación del equipo que fue a Puerto Rico. Para este modelo de juego, y a la luz de los minutos en que fueron utilizadas sobraron internas, aunque a su vez las perimetrales tuvieron una rotación extraña.

Por largos momentos, y en situaciones claves, la base fue responsabilidad de la escolta Débora González. Con el correr de los partidos se acentuó el hecho de no confiar en Macarena Durso (con partidos de 22 minutos, y otros de 6) ni en Luciana Delabarba, pese a que esta última, saliéndose del libreto y generando rompimientos por el eje, dio algunas soluciones.

Similar situación vivieron tanto Julieta Ale como Natacha Pérez. Sus minutos de juego fueron escasos, pese a que el esquema nacional se apoyó exclusivamente en lo que se podría generar a través del tiro a distancia.

Y allí comenzaron a nacer las sorpresas. Por un lado el detalle de Agustina García, la cual de no haberse lesionado Ornella Santana no habría estado en Puerto Rico. Sin embargo, y pese a que su rendimiento no estuvo por encima de las antes nombradas, fue utilizada mayor tiempo, y en momentos de juego “vivo”, por el cuerpo técnico.

Está claro que si es parte del plantel se debe usar, y bienvenido si genera. La duda nace en el hecho que su rendimiento no estuvo por encima de las demás. Pasa a ser un tema de gustos del entrenador, lo que tampoco necesariamente está mal. Lo que hace ruido entonces es ¿Por qué fue cortada? O invirtiendo la retórica: Si no confiaba en Ale y Pérez, como también ocurrió con Durso ¿Por qué no llevó jugadoras que sí le transmitan esa confianza?

Esa pregunta puede servir también con las internas. Se debe sacar a Agostina Burani y Victoria Llorente, la cual nuevamente mostró que no se siente cómoda jugando de perimetral.

Días antes de los Panamericanos el cuerpo técnico decidió el corte de Sofía Aispurúa, debido a que según manifestaron, le faltaba tiempo de juego para estar a la par de sus compañeras.

Un par de semanas luego, su esfuerzo fue suficiente para ingresar dentro de las 12. De todas maneras, sorprendió verla de titular en el debut ante Brasil, por delante de Llorente, aunque las rápidas faltas limitaron su estadía en el parquet. Esa falta de juego se le notó.

Sus minutos en los siguientes juegos fueron tan dispares como los de Durso, pero muy por encima de internas que venían teniendo buenas actuaciones a nivel selección y clubes, como son los casos de Fiorotto y Marchizotti.

A los ojos del esquema utilizado, donde la pintura no se usó, y las grandes solo cortinaron y rebotearon (a excepción de Burani que explotó también su tiro de larga distancia), reaparece la pregunta: si no confiaba en ellas ¿Por qué no llevó jugadoras que sí le transmitan esa confianza?

Queda claro que en este análisis no se cuestiona el esquema, el cual, puede gustar o no, pero parte de la filosofía del entrenador. Lo que queda en tela de juicio son los interlocutores buscados para hacerlo, y la corta rotación puesta en cancha.

Porque a la luz de los partidos, y las frías estadísticas, tampoco esas jugadoras que le generaban dudas tuvieron minutos como para correrse de esa nebulosa.

En un mes y medio Argentina volverá a tener una prueba, aunque desde el vamos se plantea más exigente. En noviembre será sede en Bahía Blanca de uno de los dos cuadrangulares preolímpicos americanos, donde recibirá a Estados Unidos, Brasil y Colombia, y solo dos equipos avanzarán a los grupos globales de febrero 2020.

Hay mucho por mejorar y el reloj corre.

Foto: FIBA.

Emanuel Niel
@ManuNiel

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