¿Habrá jugadoras trans en la venidera Liga Nacional femenina?
(Informe) La legislación vigente, sumada a los antecedentes en otros deportes con la respectiva jurisprudencia que fueron sentando esos fallos le abren la puerta de par en par a esta posibilidad.
Autor:Emanuel Niel (eniel@pickandroll.net)
El último caso en ver la luz y ganar fuerza en los medios se dio en el fútbol, con Mara Gómez y el pedido de que la AFA habilite el contrato que le quiere firmar Villa San Carlos para debutar en primera.
De igual manera, la lucha trans en el deporte nacional viene de años, y la Ley de Identidad de Género mucho ha ayudado. Como ocurre en el mundo global en el que vivimos, Argentina no es una burbuja, y también pasan cosas en esferas superiores.
En la previa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) cambió sus políticas y determinó que ya no es necesario que los deportistas transgénero atraviesen una operación para competir en la rama correspondiente a la identidad de género que expresan, aunque mantuvo una recomendación respecto a la medición de la testosterona, en donde las mujeres trans deben mantener sus niveles por debajo de los 10nmol/L durante todo el año previo a la competencia.
Yendo al hueso Pick and Roll consultó a una alta fuente de FIBA al respecto. Según aseguró, en el básquet no hay una ley específica, por lo que al estar dentro de la órbita del COI, llegado el caso que se presente la situación se seguiría la recomendación del Comité.
Respecto al caso Mara Gómez, y en diálogo con Infobae, Ariel Velázquez, que hasta 2019 estuvo a cargo de la Secretaría de Deportes de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) aseguró:
“Acá se piensa mucho en una recomendación del COI, pero esta no puede estar por encima de la ley argentina. La Ley de Identidad de Género es clara: no hay ninguna reglamentación que pueda impedir el trato digno a las personas y el respeto a su identidad. Además, la del COI es una recomendación, no una reglamentación, y fue pensada para aquellos países que no tienen Ley de Identidad de Género, que no es el caso de Argentina”.
De igual manera en la provincia de Buenos Aires Saira Millaqueo (luchó para que le permitieran jugar al hockey en Bahía Blanca) fue una de las promotoras e impulsoras de la Ley de Identidad de Género en el Deporte, la cual fue aprobada a fines de 2018.
Al respecto le comentó a Pick and Roll que “el espíritu de la ley busca sancionar a clubes o entidades deportivas o asociaciones, que impartan actitudes discriminatorias, negando la identidad autopercibida de las personas. Claro está, el marco jurídico lo da la Ley de Identidad de Género”.
Profundizando en el tema, Saira comentó que “creíamos que la Ley de Identidad de Género es muy amplia, y nos parecía importante reforzar que en determinados ámbitos haya un ordenamiento jurídico que respalda el derecho de acceder a la actividad”.
“El impulso fue generar el respaldo necesario a la hora de las inscripciones de las jugadoras para que sea contemplado el derecho al reconocimiento de la identidad autopercibida. Si bien lo plantea la Ley de Identidad de Género, con la ley provincial fue reforzarlo, y en el caso de que así no sucediera, se aplicara sanciones o multas” cerró Millaqueo.
Tal vez una de las dudas que nazca respecto a la inclusión de jugadoras trans sea el de la potencial diferencia física, aunque en el mismo artículo citado anteriormente, se expone un fragmento de uno de los documentos de la Fundación para las Mujeres en el Deporte, entidad creada por la ex tenista Billie Jean King.
“(...) Los expertos médicos coinciden cada vez más en que el hecho de tomar hormonas femeninas inhibe las ventajas de fuerza o musculares que podría haber dado la testosterona. Además, coloca a las atletas que transicionan de masculino a femenino -y que hayan completado su transición- en el mismo rango general de fuerza y de desempeño exhibido por las mujeres que no son transgénero y que están en competencia”.
Como si todo esto fuese poco, se pueden tomar tres casos testigos, en distintos puntos del interior de nuestro país.
Cristina Alexandra Rodríguez recurrió al INADI para ser aceptada en los torneos de voley femenino de la provincia de Chaco. Aparecieron carteles anónimos en los vestuarios de los clubes: “Las mujeres orinamos sentadas; los hombres, parados. ¿Las trans cómo hacen?”.
Cristina denunció a jugadoras rivales que habían pedido su exclusión del torneo ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Las voleibolistas fueron citadas a declarar, debieron retractarse de sus ofensas y el caso sentó precedencia en el Chaco.
Victoria Liendro acudió a la oficina de Personería Jurídica de la provincia de Salta para reclamar que las asociaciones civiles incluyeran en sus estatutos el principio de igualdad y no discriminación.
No hizo falta llegar a la Justicia. Ante la posibilidad de perder la personería jurídica, la asociación local de hockey finalmente la autorizó a jugar, pero le pidió que se hiciera análisis hormonales, de acuerdo al nuevo planteo del Comité Olímpico Internacional (COI).
Quizás el caso más resonante haya sido el de Jessica Millamán en el club Germinal de Rawson. Si bien a ella muchos medios le atribuyen el hito, en realidad la Confederación Argentina de Hockey (CAH) respondió al pedido de Millaqueo.
Más allá de los nombres propios, hubo un antes y un después para las trans en el hockey. El ente madre informó mediante una circular oficial que las personas trans deben ser aceptadas en equipos del género al que cambiaron. Todo alineado con la postura que adoptó la Federación Internacional de Hockey (FIH), entidad que toma criterios del Comité Olímpico Internacional (COI), respecto a la cuestión del cambio de género de deportistas.
Por último, y a nivel internacional, dos casos dentro del básquet. El primero, el de Kye Allums, el cual en 2010 se convirtió en el primer jugador trans en competir en NCAA Division I para George Washington.
En su caso, si bien hizo la transformación de mujer a hombre, continuó compitiendo con el equipo femenino.
El otro hecho sucedió con Gabrielle Ludwig, la cual en 2012 y con 51 años finalmente pudo jugar como mujer en Mission College, un colegio comunitario en Santa Clara, California, perteneciente a la CCCAA (una asociación por debajo de la NJCAA).
Con todos estos datos solo queda una preguntar por hacerse: ¿Algún equipo de la Liga Nacional femenina se animará a dar el primer paso?