Entrevista con la argentina que más alegrías le dio a la Selección de Brasil
Norma Pinto de Oliveira se mudó con su familia de Buenos Aires a Brasil en 1955, cuando tenía 13 años. A los 15 su profesora de Educación Física le dijo que tenía un talento nato para el básquet. Al año siguiente ya era parte de la Selección de aquel país. Allí nació el mito llamado Norminha. Sumó 12 podios entre Sudamericanos, Panamericanos y Mundiales. Una historia de película.
Autor:Emanuel Niel (eniel@pickandroll.net)
El 13 de mayo de 1942 nació Norma Pinto de Oliveira; una chica como tantas otras, que vivió un cambio rotundo en su vida a los 13 años.
Su familia decidió mudarse de Argentina a Brasil, y si ese solo cambio no hubiese sido suficiente, fue en la escuela donde encontraría una actividad que marcaría un antes y un después en todo lo que le seguiría sucediendo: el básquet.
Con una estatura por encima de la media para la época en Sudamérica (1.79), a lo largo de su carrera jugó en suelo brasileño para Sociedade Esportiva Recreativa Ipiranga (San Pablo), Sorocaba (San Pablo), Flamengo (Río de Janeiro) y São Caetano (San Pablo); siempre con paso trascendental.
En esa línea, lo que hizo con la Selección de Brasil fue igual o aún mejor. Jugó cuatro mundiales (Perú ´64 -5° lugar-, Checoslovaquia ´67 -8° lugar-, Brasil ´71 -3° lugar- y Colombia ´75 -12° lugar-); cuatro panamericanos (San Pablo ´63 -2° lugar-, Winnipeg ´67 -1° lugar-, Cali ´71 -1° lugar- y México ´75 -4° lugar); y ocho sudamericanos (Chile ´60 -2° lugar-, Paraguay ´62 -3° lugar-, Brasil ´65 -1° lugar-, Colombia ´67 -1° lugar-, Chile ´68 -1° lugar-, Ecuador ´70 -1° lugar-, Perú ´72 -1° lugar- y Bolivia ´74 -1° lugar-), con un total de 12 podios en 16 torneos.
A los 38 años "Norminha", consagrada, en plena vigencia y siendo considerada de las mejores colgó las zapatillas, y a partir de ahí se dedicó de lleno a su otra pasión; la docencia. Por más de 40 años dio cátedra en la Facultad Metropolitana de San Pablo, volcando todos sus conocimientos sobre educación física, pedagogía e incluso quiropraxia. En 2017 se retiró de la enseñanza, y ahora disfruta su tiempo caminando, leyendo y viendo programas culturales en televisión.
Con un español fluido pese a tantos años lejos y una memoria prodigiosa, nos tomó de la mano y lo que en un principio iba a ser una entrevista, se convirtió en un mágico recorrido por mil historias en una sola vida:
-Sos la argentina que más alegrías le dio a la selección brasileña de básquet… ¿Cómo fue jugar para otro país, incluso enfrentando a la Argentina?
“Cuando por primera vez que tuvo que jugar contra Argentina, ya era nacionalizada brasileña. Nunca había estado en una competencia con o contra Argentina. Fue difícil. Las chicas me hacían burlas, se reían… como apenas tenía 16 años no tenía mucha responsabilidad. La realidad es que solo jugué por Brasil”.
-Tu llegada al básquet no fue como comúnmente pasa; te encontró entrada en la adolescencia y en el colegio… ¿Quién descubrió el talento que tenías? ¿Sentis que naciste para jugar al básquet?
“Mi papá era brasileño y mi mamá argentina. Él practicaba boxeo y ella tenis. Cuando nos mudamos de Buenos Aires a Brasil vinimos a vivir a Jacareí y empecé a jugar básquet en el colegio. Mi maestra de educación física me descubrió. Cuando vio como jugaba me dijo; Norma si seguís así vas a ser llamada a la Selección Brasileña. La realidad es que no sabía si era mi deporte. También practicaba natación, vóley, atletismo… un poquito de cada cosa”.
-¿Alguna vez la Confederación Argentina hizo gestiones o te contactó al menos para que juegues por Argentina?
“Nunca, nunca… solamente ellos supieron que era Argentina cuando llevé los documentos al primer torneo en el que nos enfrentamos”.
-Estuviste 14 años en la selección mayor de Brasil, subiéndote al podio de cuanta competencia disputaras… ¿Cuál es el torneo que más recordas y por qué?
“Fueron en total 17 años. Mi primera llamada a concentrar fue en el 1958, pensando en los Juegos Panamericanos. Cuando descubrieron que era argentina y aún no tenía toda la documentación me desafectaron”.
“La verdad es que recuerdo muchos, porque tuvimos la suerte incluso de ir a jugar a Europa. Incluso a lo largo de los años fuimos conociendo personas… el básquet no era profesional como ahora. Tuve muchas alegrías gracias al básquet. Sin este hermoso deporte no hubiese tenido la posibilidad de viajar y conocer tanto”.
“Lógicamente el que más recuerdo fue en Brasil 1971, cuando conseguimos el tercer puesto en el mundial. Podríamos haber sido incluso segundas, pero por problemas de puntaje no lo logramos”.
“En 1965 la selección brasileña y la selección checa tuvieron un partido exigido por el COI y avalado obviamente por FIBA en España. Lo que verían en ese juego iba a terminar de inclinar la balanza, por sí o por no, para incluir al básquet femenino en los Juegos Olímpicos. Por suerte fue maravilloso. Les gustó mucho a todos los dirigentes, y allí se cementó la base para que desde Montreal 1976 ya sea parte. Eso fue muy importante para mí”.
-Quizás sin buscarlo, tu camada sirvió de referencia para todas las demás estrellas que llegarían después: Hortencia, Paula, Janeth, Ruth y la lista sigue y sigue… ¿En ese momento eran conscientes de lo que generaban en las camadas más chicas?
“La realidad es que nosotras no sabíamos lo que hacíamos ni éramos conscientes de lo que le generábamos a las menores, porque la realidad era que no se veía básquet. Después del mundial del 71, que fue televisado, el público comenzó a mandar a las niñas a participar. Hortencia jugó en mi equipo, desde los 13 años. Siempre fue una atleta espectacular. Esas chicas; Hortencia, Paula, Janeth, Marta, la realidad es que no sabían lo que habíamos hecho nosotras antes; tanto que mi equipo fue bicampeón panamericano en los torneos del 67 y el 71; y recién 20 años después, el equipo de Paula repitió ese logro”.
-Enfrentaste a muchas Argentinas, y también las viste llegar al básquetbol brasileño… ¿Cuál fue la mejor de todas?
“En la época que yo jugué la Argentina todavía era el cuarto equipo de Sudamérica. Primero venía Brasil, después Chile, Paraguay y recién ahí venía Argentina. Pero de las que vi jugar… Lilia (Ravazzoli), Antonia (Socias) y Karina (Rodríguez)… pero Karina era fantástica… Lilia también… Fueron muy buenas jugadoras. En comparación Antonia no se destacaba tanto, pero todas fueron muy buenas jugadoras”.
Fotos: Gazeta Press.
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