Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia venció 71-66 a La Unión de Formosa y jugará la final del Super 20 contra Instituto de Córdoba el próximo sábado.
Autor:Juan Ignacio Alburquerque
Dicen que en situaciones límites, los candidatos y equipos de fuertes ambiciones sacan a relucir su mejor versión. Y vaya que Gimnasia tiene los suficientes recursos como para abrazarse a este mote de firme aspirante, por concepción de juego, por disfrutar de una filosofía tan bien marcada que hasta pareciera simple de ejecutar, por el entendimiento y la convicción que tiene hacia el básquet que juega. Un estilo inteligente y muy vistoso, que sabe entender de momentos y que puede dar la estocada cuando se lo propone. Hoy, ante La Unión, por las semis del Final 8, dio una nueva muestra no sólo de su juego sino también de su enorme carácter: 71-66 y boleto a la gran final del sábado.
Hace ya un par de temporadas largas que Gimnasia sabe a lo que juega, que se apoya en una fuerte e innegociable propuesta defensiva y que adelante encuentra un sinfín de actores protagónicos. Cualquiera puede decir que en lo estadístico los máximos estandartes son Pipi Barreiro o el cubano Mencia, o el mismísimo todoterreno de Seba Vega, pero es inobjetable que este equipo de Villagrán tiene mucho más por destacar.
Así lo ha hecho en el camino que supo edificar hasta ahora, en ese paso a paso que hoy lo pone nuevamente en una definición. Está claro, Barreiro está en un momento top y es una manija clave para cambiar partidos (12 puntos más 10 rebotes), Mencia acompaña a la perfección (10 y 4), y Orresta, quien hoy brilló cuando a su defensa habitual le sumó tomar definitivamente el control de la mediacancha (14 y 5).
Pero el hombre del partido resultó ser el recién incorporado Marcus Elliott. El ex San Lorenzo, un escolta conocido por su caudal ofensivo, no había arrancado bien, ayer. Tampoco hoy, con más tiros errados de lo habitual. Pero nunca se bajoneó, ni se fue de juego. Cuando el partido estaba trabado tomó la posta en ataque y le abrió los caminos a su equipo. Hoy la rompió con 18 puntos y 7 rebotes, dejando pinceladas de su juego y más de una acción de rompimiento digna para los highlights. Gran factor de apoyo encuentra Villagrán a través de su incorporación, y puede ser vital no sólo en este Súper 20 que va llegando a su fin sino también pensando más allá, en la Liga Nacional.
La Unión había arrancado mejor, demostrando que no era casualidad el camino recorrido hasta ahora y que tanto su clasificación a este Final 8 como así también la victoria contra Boca eran producto de sus propios argumentos. Fue intenso, correcto, sin salirse del libreto, con buenas rotaciones en defensa para después darle alas a un Jony Maldonado, quien arrancó inspirado como generador de juego.
El escolta fue el eje y Gimnasia lo detectó rápido, pero aún así liberó a los costados y fue cuando aparecieron otras variantes de La Unión, con Cuthbertson y Tabarez aprovecharon desde los costados para desequilbrar y anotar (10 y 7 puntos, respectivamente). Una bomba de Nico Ferreyra y dos libres de Arn pusieron el 23-14 en 6m30. Gimnasia, con un plantel más largo, intentó con la rotación, buscando otra intensidad y variantes, y lo emparejó hasta terminar abajo por cuatro: 21-25.
Fue entonces cuando el ingreso de Barreiro resultó, una vez más y como siempre, determinante en Gimnasia. El clic se dio también en el costado defensivo, porque el Mens Sana ajustó y encontró puntos con el tiro abierto, con Vega y además el buen ingreso de Elliott. Y el partido se equilibró.
Gimnasia fue creciendo paulatinamente con el correr del juego y empezó a encontrar fisuras dentro de una defensa rival que fue decayendo, por desgaste propio y por algunos desajustes. Barreiro resultó el puntapié inicial a la reacción, y ahí comenzaron a evolucionar todos los demás componentes: la conducción de Orresta, los puntos de Mencia, la tradicional labor de obrero de Vega, y sobre todo un Elliott que creció en confianza y comenzó a ser tan incisivo como decisivo.
Gimnasia impuso su juego con un carácter avasallante. El tercer cuarto iba a ser clave, porque fue cuando terminó de elevar su defensa y La Unión se secó definitivamente. Tan así fue que los de Japez anotaron apenas 11 tantos en ese pasaje, en el asedio de unos patagónicos que siguieron forzando con Orresta y Elliott para pasar a ganarlo por 58-53 de cara a los últimos diez minutos. Los formoseños se cayeron, se quedaron sin ideas y un Gimnasia con mayor profundidad e intensidad se lo fue llevando puesto.
Y no hubo tiempo para una posible reacción de La Unión, que físicamente no tuvo la suficiente energía para contrarrestar y frenar a un Gimnasia que sacó la máxima del partido en ese momento (12 de diferencia a cinco minutos del final). El Mens Sana, de menos a más, sacó a relucir su chapa, su filosofía, y con sus variantes e intensidad terminó haciéndose un lugar en la final del Súper 20. Un candidato que confirmó con un nuevo paso el poderío y las condiciones que tiene para ser protagonista.