Argentina cerró el Mundial U19 con una magnífica quinta ubicación tras derrotar a Serbia. Un arranque lleno de dudas, un par de caídas, malas vibras y finalmente encontrando un camino de juego colectivo, defensa y puntos muy altos desde lo individual. El análisis.
Autor:José Fiebig (@Josefiebig en twitter)
¡Qué viaje de los pibes por Hungría! El análisis bien podría arrancar por el final, pero su comienzo y su recorrido son puntos esenciales para ir comprendiendo la forma en la cual el equipo logró ser justamente eso y no un buen puñado de buenos talentos tirados en la cancha y casi decidiendo por motus propio como en torneos pasados.
Aún tienen mucho camino por recorrer, pero la primera piedra fue colocada. Nada fácil enderezar una forma de juego, un básquet moderno que eclipsa para convertirlo en un equipo que entienda las bases por la cual se genera un correcto andar de atrás hacia delante, sin perder su desequilibrio personal pero con el colectivo como gema más preciada.
Un nuevo básquet que a veces genera confusión en cómo llevarlo adelante. El exceso de pique, poco pase, el chip del tiro externo, no aprovechar el físico, postearse como mala palabra o llegando fuerte al canasto. Hoy la versatilidad manda, hay pocos especialistas en ciertas funciones, el desequilibrio y uno a uno es evidente y contundente.
Es saber como acomodarlo, y que las herramientas básicas no se pierdan y se inserten en en nuevo básquet para complementar con la defensa (nunca se negocia ni la intensidad). La táctica a flor de piel más la técnica y su desarrollo constante. Todas piezas a enlazar en chicos chipeados con lo nuevo y lo supuestamente correcto. Nada fácil.
A todo esto, un nuevo cuerpo técnico con un formador como Mauro Polla, con experiencia de la cultura de Bahía Basket y tratando de transpolar su experiencia y ese chip de juego a jugadores acostumbrados a un nuevo baloncesto que vira más a la NBA que a nuestras raíces. Nada fácil, y más tras los dos torneos que ya habían jugado los chicos anteriormente. No es quitar lo que traen, sino vincularlo, generar otro hábitos de juego, y en definitiva un mix de mayor calidad para desembarcar en resultados que inspiren a un mejor porvenir.
Sin dudas los dos primeros pasos para Argentina no fueron nada gratos. En principio jugar ante uno de los favoritos en juego, defensa, talla y jerarquía. Luego ante el local, Hungría, con menos peso de talento y calidad, quizás con un mayor compromisos para vencerlo y empezar a diagramar mejor el camino dentro del torneo. En conclusión sendos malos tragos de juego, pocas buenas resoluciones, la lesión del interno, individualismo total y una defensa que poco ayudó. ¿Y ahora quien podrá ayudarnos?
Un presente que cambió por completo, en principio evitar el primero del otro grupo, tratar de cambiar la cara ante Corea, y empezar a enderezar el barco y sobre todo las formas para que la imagen y el básquet sea otro. Y vaya si pasó. Polla fue encontrando la manera para que el equipo disponga de otra energía defensiva, comience a correr mejor la cancha, las variantes aparezcan al igual que la confianza, y el colectivo se haga un lugar protagónico dentro de un momento casi anárquico dentro de la competencia. Todo en diferentes dosis acompañando al desequilibrio y calidad individual. Cash.
Comenzó la resurrección para Argentina en breve. El equipo mostró efectivamente otras soluciones, eficacia, mejor distribución de bola y el resultado fue diferente,. Más allá de altibajos, darle cierta vida a un rival combativo e intenso pero con poca calidad, Argentina emergió, Aaliya empezó a forjar su destino en la competencia y Bordón con su mejor partido pasando la bola. Cuatro jugadores en doble dígito, lideres que comenzaron a aparecer y la confianza subiendo. No contento con ello, el rival pasó a ser Brasil, una espina de los pibes de ambos torneos anteriores. Se frotaron las manos, cambiaron la marcha y fueron por lo suyo.
Ahí fue donde arrancó otra película. La música fue otra, el despliegue defensivo fue otro y se vio la imagen que imaginó Polla en su cabeza como sueño posible. Un equipo con mayor contracción atrás, corriendo bien la cancha, atacando los errores del rival, la banca respondiendo muy bien, Aaliya dominando, Fresno y Rodríguez en un partidazo, elevando a un impactante +19 con Giovanetti y dentro del combo y el thriller en escena, Bordón dio el presente para sentenciar la primer épica del torneo y estar entre los ocho. Alivio profundo y vamos por más.
Argentina chocó con otra realidad pero no bajó los brazos. Los pibes se dieron un golpazo ante España (luego campeón del torneo) quedando realmente lejos de lo soñado en muestras de proceso, calidad, progreso, talla y utilización de recursos. Superado más allá de una primera mitad solvente con mucho carácter pero con la sábana corta aspirando a otro nivel dentro de la competencia. Aún así, los objetivos no cambiaron y Argentina se mantuvo en positivo sabiendo donde estaba su realidad y hoy por hoy adonde puede apuntar. Fue por ese camino.
Canadá significó otro de los grandes momentos en la competencia. Argentina arrancó como para ser superado con claridad, perdiendo el eje atrás e incluso retrocediendo pasos. Logró conectarse, recordar sus virtudes, progresos y los pibes acomodaron las cosas. Aaliya con una clase magistral, el juego colectivo en acción, las variantes, la grata aparición de Collomb, la calidad y personalidad de Giovanetti, Bocca afinando la mira y Bordón volviendo con otra energía. Un renacer de ficción, un bombazo para ir al suple y un final hollywoodense.
Como para coronar y recompensar tamaño progreso en tan poco tiempo, Argentina cerró la competencia ante un gigante como Serbia. Aún en baja en competiciones menores, no deja de ser una escuela de básquet y modelo dentro de su cultura. Los pibes tomaron el partido com su final, su posibilidad de terminar no solo en una gran posición sino con una imagen basquetbolística mejor moldeada. Un juego con autoridad, desniveles pero superando adversidades, salieron con claridad de los malos momentos y sobre todo con una sobriedad y solvencia impactante.
Luego de 12 años, Argentina volvió a quedar quinto en una competencia U19. Terminó apenas un puesto por debajo de Estados Unidos, dos de las tres derrotas fueron contra selecciones Top3 del torneo y quedará el lunar de Hungría, aunque casi en el olvido luego del espiritu de crecimiento generado y la manera de finalizar el campeonato. En muy poco tiempo, el equipo logró un cambio radical y dentro de la misma competencia. Polla y su filosofía concretó tal anhelo y los pibes supieron para donde ir y como hacerlo. Talento y talla sobra para la 2004 y 2005, las formas son las que hay que acomodar.
Caminante, son tus huellas, el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Así lo expresa Antonio Machado en sus proverbios y cantares. Así van los pibes, haciendo su camino, buscando las formas, el progreso (con un proceso) y competir al máximo nivel como lo hicieron en el Mundial. La base la tienen, el material siempre está, solo falta pulirlo, acompañarlo y transportarlo a los siguientes niveles dentro de nuestra cultura con la naranja. Al andar se hace el camino... Golpe a golpe, verso a verso...
José Fiebig
@Josefiebig
»Emocionante la nota05/07/2023 18:00
Felicitaciones Jose, me hiciste revivir los pormenores del torneo de los chicos. Muy buena nota.