El bronce Panamericano no debe generar un espejismo. La Selección vive un momento crítico y es necesario tomar cartas en el asunto. Incluso ahora puede ser tarde, pero más vale tarde que nunca.
Autor:Emanuel Niel (eniel@pickandroll.net)
Acá llega una vez más el que va a aguar la fiesta. Al que no lo conformas con una frase de aliento y un videíto en historias. Para mí nada cambió.
Los recursos volcados al femenino en estos últimos cinco años, lamentablemente, han sido de tanta utilidad como arrojar margaritas a los chanchos. Si me lo permiten, el error estuvo en no controlar a aquellos a los que le delegaron funciones, como así también, no explicar de manera pública cuál era el rol que debía cumplir cada uno dentro de esta gran estructura.
Fracaso tras fracaso. Y no hablo solo de resultados dentro de la cancha. Hablo del camino trazado. Hablo del parche tras parche tras parche. Del hacemos todo y al mismo tiempo no hacemos nada. Del humo en lugar de brújula. Del humo en lugar de norte. Del humo en lugar de trabajo. Del humo en vez de mirar básquet femenino nacional. Del humo en vez de concurrir a los eventos nacionales. Del humo en vez de observar el contexto internacional. Del humo en vez de reconocer falencias. Del humo, del humo, del humo que envolvió al humo desde un comienzo.
Antes de que comiencen a edificar como gesta lo de Santiago 2023 les recuerdo: por primera vez no asistieron Estados Unidos y Canadá, y a todos los equipos les faltaron sus figuras. El entrenador (queda al margen de este texto) que llevamos no pudo siquiera elegir un nombre y la conformación de la pre lista fue cuánto menos polémica. El único mérito rescatable fue el esfuerzo de las chicas. Nada más. A ellas mis respetos.
Y retomo lo anterior. No sé en qué momento la Selección perdió su encanto, pero sepan que la Selección que me llenó los ojos y me hizo volcarme de manera apasionada a esta rama de nuestro básquet bien lejos estuvo de los flashes y los logros. De exitismo, nada. De subirme a un carrito ganador, menos.
La Selección que me enamoró fue la que lloraba de impotencia, la que vendía cara su derrota. Esa que sentía vergüenza deportiva y orgullo de portar nuestro colores. A la que no le daba lo mismo perder que ganar. A la que contra todo y todos iba a competir. La que reclamaba por agua caliente en las duchas y colchones sin pulgas. Esa, la que era preparada a conciencia por gente que amaba lo que hacía. Porque no había un mango, pero rebalsaban de pasión y sentido de pertenencia.
Hoy afortunadamente recursos sobran, pero esa Selección se perdió. No está. La dejaron morir. Hace algunos años solo se ven viajes de egresados, ideados, enseñados, fomentados y liderados por personas que en vez de ser jefes de equipo o entrenadores se asemejan más a coordinadores medio pelo de agencias de turismo de dudosa procedencia.
Si realmente quieren que el femenino crezca. Si desean de corazón que de una buena vez y para siempre despegue, ya no queda otro camino: llamado a reunión y pedido de renuncia para todos. Y cuando digo todos, es todos.
Acto seguido, explicar por los canales oficiales qué rol cumple cada función (ahora todas vacantes) y tras esto, hacer los nombramientos correspondientes. En el femenino hay gente excelente y muy valiosa. No hay que hacer inventos raros.
Para iniciar se necesitan solo dos pilares, ausentes totalmente en este último lustro: ganas y dedicarle tiempo a conocer el femenino. Ver femenino. No humo, no distorsionar la realidad, no repetir verdades que caducaron hace 25 años. Llevar adelante nada más ni nada menos que la misión por la cual van a ser convocados.
Basta de menospreciar, basta de ningunear, basta de desconocer. Basta de humo. Acá hace falta compromiso y mucha dedicación. Y por dedicación no digo armar 40 salidas de fondo, 30 situaciones de ataque y otras tantas de defensa.
Argentina necesita meterla en el aro y aprender a pasarse la bola. Digo viajar y ver. Prender la computadora y ver. Seguir las estadísticas. Y algo clave: tener contacto genuino con las jugadoras. Diagramar un plan simple y concreto. Seguirlo y corregir empíricamente. No 100 hojas en PDF diciendo nada.
Si queremos que esto realmente salga adelante deben estar las mejores, sin peros en el medio. Debe haber convocatorias a conciencia y no citaciones por cruzarse a jugadoras en una heladería. No por amiguismos. No por favores. No por conveniencias. No por revanchismos. Las mejores y punto.
Si queremos que nuestra Selección no termine de morir, debemos recuperar su ADN, y para eso, ya no hay lugar para la mediocridad.