Sofía Wolf: “Vengo a hablar de lo que no se habla”

Señor tabú queda debidamente notificado que debe retirarse. En esta charla de más de una hora y media, la sinceridad abunda y no hay tema que no se pueda abordar. Todo sobre la mesa; sin medias tintas ni situaciones incómodas. Al final de cuentas, callar fue lo que generó la bomba.

Rodeada de sus afectos, en un lugar que conoce y la reconoce, Sofía Wolf es (y gracias a Dios) nuevamente Sofía Wolf. En Crespo, Entre Ríos, donde todo comenzó y donde el presente le ilumina el rostro una vez más.

“Quiero hablar. Vengo a hablar de lo que no se habla. Desarticular un tabú”. Contundente y convincente, Sofía encuentra un hilo conductor para poner en palabras la montaña rusa que vivió el último tiempo.

Según recuerda el tocar fondo se dio “en La Plata, un día antes de viajar a los Juegos Universitarios. Mi psicólogo deportivo me preguntó si me visualizaba en China y la verdad era que no. No podía más. Ni siquiera podía dormir. Estaba súper mal”.

El sueño de su vida, un grupo fantástico, el dilema interior de ser parte de una selección donde vivió ciertos procesos que la marcaron y supuso haberlos superado, y no ser capaz de disfrutar lo que estaba por experimentar. La cabeza dijo basta y a último momento bajarse del avión fue la única opción.

Ya en casa de sus padres “escribir fue mi cable a tierra. Ponerle palabras”, aunque reconoce que todo esto se generó a través de un cúmulo de cosas y no por algo en particular. Todo fue sumando para el lado negativo.

“Desde que me fui de Bera estaba con ese duelo. Nunca hice transición con ayuda. Me fui de vacaciones con mis hermanas y en vez de disfrutar de la playa iba al gimnasio, a tirar al aro. El cuerpo me decía Sofi pará, pero no lo quería escuchar”.

Según reconoce, “ese duelo lo hice cuando empezó la liga. Les escribí deseándoles todos los éxitos y ahí me cayó la ficha. Comencé a soltar”. Y de la mano con esto se mancomunó que “desde los 5 años me siento jugadora y no persona. Y eso tuvo que cambiar”.

En esa transformación para tener espacios y momentos es que decidió quedarse un tiempo más en su casa familiar. “Acá vivo el día a día. Voy al club, entreno con el equipo del pre federal que me hizo parte, voy al mercado, hablo con la gente… me hizo revitalizarme”.

“Agarro el google calendar y con distintos colores voy planificando lo que tengo ganas de hacer. Esto me ha hecho muy bien” asegura quien además dos veces por semana entrena a la categoría mosquitos.

Ante la gran pregunta de por qué cree que no se habla abiertamente de depresión en el deporte, se lo atribuye a que para muchos es “una sensación de debilidad. Inculcan la mentalidad ganadora y ninguna va con esto de estoy mal, y la verdad es que se puede estar mal”.

Por último, y sobre de qué manera se puede ayudar a la gente que está atravesando por depresión aún sin saberlo, Sofía recurre a la contundencia de la simpleza. “Es sentarse al lado, ofrecer un mate y dejar que se exprese. Puede llorar, gritar o hablar. El cuerpo pide ayuda aún viviendo en automático. Incluso si te hace ruido esta nota, es un síntoma. Podes escribirme. No estás sola. No estás solo. Te aseguro que no quiero que nadie pase por esto”.

“Y si por el contrario vos sentís que tu vida va como querés, podés aprender a escuchar a los demás. Y todo se aprende practicando. Es muy importante saber escuchar. Vivimos pensando que los demás entienden todo. Suponemos que captan las indirectas. No es así. Hay que dejar de dar por sentadas las cosas, acercarse con ganas reales de escuchar, y siendo sinceros preguntar; ¿Estás bien?”.

Sofía volvió a sonreír y es de las mejores noticias para el básquet argentino en este 2023. Sin mochilas, sin nubes negras merodeando su cabeza. Resurgiendo tras haber tocado fondo. Con la familia y la ayuda profesional como pilares. Porque de eso se trata la vida. De levantarse y vivirla siendo plenos.

Emanuel Niel
En X e Instagram @EmanuNiel

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