Las delicias de Gringolandia

Las Vegas es una ciudad construida para encantar por su origen mismo, que ya fue escrito en esta página. El exorbitante dinero que proviene del juego desencadena en un show visual impactante en donde los hoteles–casinos son maravillas modernas difíciles de ver en otros lugares.

De todos modos aquí viven 2 millones de personas y en este mundo de gente hay muchos latinos. Las Vegas es uno de los cuatro lugares de descanso preferido por los norteamericanos en su país. Los viernes, sábados y domingos, todos los hoteles están “Sold Out”.

En el hotel donde me alojo la persona que limpia la habitación es mexicana. Ella contó que son 35 personas las del personal de limpieza, 30 de ellas son inmigrantes no documentados. En este país las promesas electorales fueron que en el 2008 se “limpiará” todo el país de “no documentados”. ¿Qué dirán los dueños de los hoteles?.

“Había un argentino, pero ya no está más, la mayoría son mexicanos, pero hay de Costa Rica, Puerto Rico, Dominicana”, nos confesó otra persona. Para esta gente el sueldo es de 8 dólares la hora de trabajo, pero no siempre trabajan 8 horas. A veces menos. El final mensual del salario para esta gente ronda los mil dólares.

Más allá de cómo se aprovechan los dueños de los hoteles de los indocumentados, la ciudad funciona como un relojito. Mucha limpieza, muy baja delincuencia, todo hace parecer a Las Vegas como la Disneylandia de los mayores.

Me sorprendió la bajísima cantidad de policías que hubo estos días en las calles. Hablo de ver un patrullero cada una hora, luego de haber recorrido caminando mas de 30 cuadras. Pregunté si era normal y la respuesta fue: “Por lo general hay muchos policías en las calles, pero ahora se ve que algo pasa porque hay menos”.

Me fue inevitable hacer una comparación (mal asunto ese) con Buenos Aires. Aquí las tiendas ubicadas en Las Vegas Boulevard tienen todo tipo de chucherías para regalar, a muy bajo costo, pero las gigantes puertas de entrada, donde hay prendas y demás cosas colgando no es vigilada por ninguna persona del local. En la gran capital de nuestro país no dura 15 minutos sin que la desvalijen.

En el mismo Boulevard hay una casa que alquila autos de la escudería Ferrari. Tiene tres autos estacionados en la vereda. Pasé por allí cerca de la media noche y la calle era un hervidero de gente. Las Ferraris estaban en las veredas, el negocio cerrado y tenían puesto un cartelito de “Alarma”. Nada más.

Pero los “buenos modales” se ven por todos lados. Para cruzar las esquinas todos respetan las señalizaciones. Apretando un botón se le “avisa” al semáforo que se está por cruzar. Quise probar quien era el que me retaría por no seguir las reglas y cruce un par de veces por la mitad de la avenida. En realidad sospecho que lo hacen para cuidar sus vidas, porque nadie me dijo nada.

El asfalto de las calles está marcado sólo por unos taquitos de plástico porque la pintura con el sol abrasador y la cantidad de autos duraría muy poco. Así todo el mundo sigue su carril y en todas las esquinas de avenidas se puede doblar a la izquierda, por eso para cruzar caminando hay que avisarle al semáforo. He visto un par de autos que en avenida doblaron en U, nadie los reprimió.

Hablando de autos, no se que haría con mi Renault 9 en este mundo de maravillas modernas del parque automotor. La mitad son camionetas, y debe haber muy pocos vehículos menor al modelo 2000. Ningún Renault 12, ningún “fitito”, ningún Taunus. A los tres días la vista ya se acostumbra a ver pasar todo el tiempo limosinas de 10 metros de largo y autos de 100 mil dólares.

Para experimentar sensaciones nuevas decidí hacer un pequeño tour en micro. Por lo tanto me fui a la parada del bondi, y le pregunte a un paisano que es lo que tengo que hacer al subir: sencillo 1 dólar con 25 centavos. Cambio exacto. También existe una tarjeta que vale 2.50 y te permite viajar todo el día en todos los micros.

El conductor no toca el dinero, va todo a una maquina, no da tickets (¿por lo tanto no existe el inspector?) y pasas. Todos tienen dos pisos y dentro es una maravilla. Alfombrado, con muchos carteles en castellano (mentira que lo usan mucho los latinos, no?), aire acondicionado y un cartel electrónico que a la semejanza de los subtes de Buenos Aires te dice que parada esta por llegar y que combinación haces para los hoteles. También hay trenes exclusivamente inter hoteles y uno más grande que pasa en una vía aéra por toda la ciudad muy diferente al ferrocarill roca a las 18.00 horas.

Por último, eso de Las Vegas debe ser caro es una falacia. Al menos comer en Estados Unidos no es para nada caro. Hoy almorcé en un resto del hotel Palm. Una especia de tenedor libre pero con comida internacional. Platos de todos los gustos y una isla de postres que es la tentación del diablo: ¿Costo? 10 dólares con bebida incluida. Con todas las bebidas que quieras repetir. No hay que pagar estacionamiento. Aquí en Las Vegas se asegura que el dinero lo dejes en el paño o en las tragamonedas y que nada sea un impedimento para no venir.

Incluso (me han contando) cuando estas jugando… la cerveza es gratis.

Pablo Tosal – Enviado especial
www.pickandroll.com.ar