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19/08/2010 17:46 | Especiales

Oscar Ibáñez, con alma de Globetrotter

Tomamos prestado de la página colega y amiga www.webasketball.com.ar la gran columna de “El jugador en el recuerdo” del histórico periodista de básquetbol Osvaldo Ricardo Orcasitas que le dedicó a Oscar Delfor Ibañez en homenaje a su memoria. 

El juego de fantasía de Oscar Délfor Ibáñez pateó el tablero del básquetbol. Se rió de la ortodoxia, destruyó los dogmas, aniquiló todo lo preestablecido. A cambio levantó la bandera de la habilidad, impuso el show, fabricó espectáculo, invitó a divertirse, regaló alegría.

“No lo hago por un fin espectacular. No lo realizo para la vista. Soy feliz así cuando logro engañar a un adversario con esos movimientos...”, fue su explicación si es que su básquetbol distinto podía explicarse.

El periodista Piri García lo comprendió y escribió una apelación para la gente en un título de la revista “El Gráfico”: “No le pida que cambie...”

Su musa inspiradora fueron los Harlem Globetrotters, que nos empezaron a visitar en 1951 con Nat Clifton y Robert Hall y después siguieron en 1952 con Tatum y Marques Haynes y en 1954 con Sam Wheleer y “Chico” Burrell.

Le produjeron tanto impacto que se puso a imitarlos en una práctica en la UES, la Unión de Estudiantes Secundarios, que funcionaba en lo que hoy es el CeNARD.

Una conversación con el presidente de la Nación, el general Juan Domingo Perón, habitué al lugar, dio origen al equipo llamado UEStrotters. Se presentó en público, en el Luna Park, el 21 de septiembre de 1954 en un festejo del Día del Estudiante.

“Hubo más de tres mil personas sin poder ingresar...”, evoca hoy Oscar.

Junto a Ibáñez sus integrantes fueron Norberto Antuña, Miguel Ballícora, Eduardo Bordone, Carlos García, Rubén Carbonelli, Ariel Costa, y Juan Carlos D´Atoma. Los dirigió Jorge Eduardo Borau, preparador físico de los campeones mundiales de 1950.

Se encerraron durante dos meses donde hoy está el cine teatro Gregorio de Laferrere del CeNARD, sin tableros ni aros. Aprendían todos los tics y figuras de los negros. Veían su película “Campeones de Ebano” y practicaban entre espejos para espiarse los movimientos. A fin de lograr un mayor realismo, para la exhibición los embetunaron pintándolos de negro, se maquillaron y se pusieron pelucas de Pozzi... Risas y más risas a carcajada limpia.

Así, paralelamente, también fue naciendo el “Loco” Ibáñez.

Autodefinición de hoy: “Esa práctica intensiva de imitación a los Globetrotters hizo que cuando, después de la Revolución del 55 pasara al Deportivo San Andrés, mi juego se transformara en algo malabarístico y vistoso. Tenía una gran habilidad y un dominio del dribbling que me permitía zafar con facilidad de mis marcadores. También un muy buen tiro externo (de ”media distancia“ decían entonces) que complicaba a cualquier defensor, porque si se alejaba, le metía de afuera y si se acercaba, lo mataba con penetraciones”.

También habló de la defensa: “Mi déficit estaba en la poca actitud para defender, aunque es bueno señalar que ninguno de mis entrenadores se esforzó por entrenar esa faceta ya que mis 30 ó 40 puntos por partido hacían la diferencia...”

Vino a este mundo en Chovet, provincia de Santa Fe, el 13 de junio de 1936.

Empezó en 1952. Se fichó en la Asociación Natio Buenos Aires (ANBA) de la calle Chacabuco al 400, pero no jugó oficialmente. Fue allí, porque “mis estudios secundarios en el colegio Otto Krause no me permitían otra cosa por los horarios”.

Su arranque en firme ocurrió en Independiente de Avellaneda, donde estuvo desde 1953 a 1955. Entre 1955 y 1960 lo hizo en el Deportivo San Andrés.

En 1961 jugó una temporada en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. Volvió a San Andrés, ya para quedarse, en 1962.

Con el Deportivo, en la Asociación Porteña, ascendió a Segunda División en 1957 y a Primera en 1959. Después de nueve años en la máxima categoría logró el único título de campeón en la misma. Fue el 31 de octubre de 1968, en el Luna Park, al vencer 66-65 al Racing Club en el último partido de la rueda final.

El técnico fue Leopoldo Contarbio.

Una noche mágica -tal vez la más loca del Loco- se vivió el jueves 5 de agosto de 1965 en el Luna Park. “Uno le ganó a todos” tituló “El Gráfico” inmortalizando la hazaña.

Pasó que el Deportivo San Andrés se había quedado con tres jugadores en su partido contra el Club de Gimnasia y Esgrima cuando faltaban 4m 15s. Jugaban por el tercer puesto de la Copa Bartolomé Ramonel Roca que organizó la Asociación Porteña. Oscar Ibáñez, Oscar Punti y Manuel Alberto Espadas debían defender en ese tiempo los nueve puntos de ventaja (75-66) que llevaban. El rival, dirigido por Casimiro González Trilla, estaba completo con sus cinco hombres.

Pero el Loco hizo el milagro. Se adueño de la pelota, protagonizó la función y resistió así para aguantar el resultado. Terminó con 36 puntos convertidos. San Andrés se llevó el triunfo por 87-82 y Ripley sumó otra rareza para su colección.

Jugó un solo Campeonato Argentino de mayores. Con Capital Federal en Santiago del Estero 1968. Las tribunas -extrañas para él- llegaron a pedir su nombre cuando por alguna circunstancia tuvo que estar en el banco, reclamado porque siempre que entraba daba espectáculo.

El equipo porteño, dirigido por Pichón Contarbio, terminó tercero. Perdió un solo partido: 79-63 contra el luego campeón Santiago del Estero. Algunos de sus compañeros fueron Dante Masolini, Néstor Delguy, Ernesto Guerrero, Jorge Denis y Raúl Rezzónico.

Fiel a su espíritu bohemio, Oscar dice que no fue a más Argentinos porque “no aceptaba viajar en épocas de verano en que prefería ir de mochilero al Sur argentino”...

Nunca jugó en la Selección Nacional. “Los coaches de entonces me consideraban demasiado loco”, se ríe.

Una vez, después del campeonato ganado por San Andrés, lo entrevisté en el buffet de la sede de Intendente Casares. Le pregunté si esa esperada conquista era la más importante del básquetbol de San Andrés.

--¡No! -- me dijo para que quede sorprendido y extrañado.

Y entonces aclaró:

--La conquista más importante está allá arriba, se está entrenando en el gimnasio. Son las divisiones inferiores...

Fue su otra gran obra: enseñar básquetbol en el Deportivo San Andrés. Por muchos años el club se erigió en un templo de las divisiones formativas.

Su equipo más famoso, con actuación entre 1964 y 1971, fue el que integraron Norberto Tanghe, Eduardo Cadillac, Claudio Villanueva y Daniel Pace. Sobre siete Campeonatos Oficiales de la Porteña, en las diferentes categorías, ganaron seis. ¡Y siempre invictos! Y hay otro dato para redondear una idea de lo que fueron esos pibes de Oscar Ibáñez: en ocho años perdieron solamente cuatro partidos.

Su reputación en el básquetbol formativo lo llevó a dirigir dos veces la Selección Nacional y las dos veces fue campeón sudamericano. En Santiago de Chile 1972 con los juveniles, cuando fue la explosión del Tola Cadillac, Gustavo Aguirre y Chocolate Raffaelli. En Brasilia 1989 con los cadetes, cuando ganó invicto y superó dos veces consecutivas a Brasil en Brasil. Esa vez fue la catapulta en el equipo de Alejandro Montecchia.

Su retiro oficial como jugador fue el 2 de agosto de 1971 (“el Día del Niño” de ese año, me aclara...) En 1973 emigró al Sur para radicarse en Cinco Saltos, Río Negro. Desde fines de 1974 vive en Neuquén, donde se casó con Rosita y nacieron sus cuatro hijos: Oscar Aníbal, Paula, María José y Federico. Obviamente, con su presencia, el Sur se impregnó de básquetbol.

El 17 de octubre de 1972 la revista “El Gráfico” salió con un suplemento especial llamado “Mi personaje favorito”. Cada miembro de la redacción debía elegir a su deportista preferido y hacer una nota que se publicó en dicha edición. Por ejemplo: Juvenal se inclinó por Alfredo Di Stéfano, Osvaldo Ardizzone por Adolfo Perdenera, Ernesto Cherquis Bialo por Carlos Monzón y Héctor Vega Onesime por Roberto Perfumo.

Yo lo elegí a Oscar y la nota reflejaba ese don de Walt Disney que tuvo en el básquetbol: “El ´Loco´ Ibáñez, el amigo de los niños”.

En un párrafo trataba de sintetizarlo: “Showman, educador, ”loco“, hacedor de campeones, amigo. Resumamos: ¡un tipo sensacional!”.

Fuente: Osvaldo Ricardo Orcasitas - www.webasketball.com.ar