Mientras toma vuelo hunde a su clásico rival

Una vez más Peñarol se adueña del clásico de Liga Nacional y ya suman 3 años que Quilmes no le puede ganar a su clásico rival por Liga Nacional (07/11/08) con un año de gracia en el medio por su descenso al TNA. Este comienzo de Liga no parece ser la oportunidad para que Peñarol caiga en esa racha victoriosa, porque a pesar de los problemas que soportó, por sus ausencias, nunca perdió la esencia de equipo, todo lo contrario de Quilmes que viene penando para tratar de serlo.

Y el partido, lo que se ve en la cancha, es un reflejo de la realidad, de la intimidad, de la naturalidad de la cosas. Peñarol no metiendo la bola obsesiva y frenéticamente de tres también puede llegar a los 80 puntos como anoche. Quilmes no puede herir desde el perímetro porque sus tiradores no aportan casi nada. Termina enredado, chocando, jugando a lo que puede y le dejan. Así que el clásico termine en manos de Peñarol es una consecuencia lógica de la realidad.

Y ya fue dicho, Peñarol es un equipo largamente preparado para comer, para alimentarse del error del rival. Error (por otra parte) que el propio Peñarol fuerza a que el rival cometa. Lo pone incomodo, lo saca de eje, lo obliga a pasar a planos de frustración y luego lo demuele. Así ha sido los últimos dos años.

Se habla de Peñarol como equipo ofensivo y en verdad todo nace en su defensa, cuando pone al rival en una situación tan incómoda que le gana por frustración. El problema era ¿cómo romper el juego de un equipo como Quilmes que no se sabe a lo que juega?

Pues bien, fue contra lo más natural que tenía: el uno y el dos: Frenar a Hopson – Ferreyra y ver de que era capaz el resto. Peñarol controló primero a sus hacedores de juego para que no le genere problemas y Johnsen, Weigand (que fue titular) y Howell tuvieron que responder por individualidad dando muy poco, chocando, tomando tiros muy forzados.

Siendo solidario en ataque pasando el balón y encontrando buenos tiros el equipo de Sergio Hernández tuvo 4/7 en triples en el primer cuarto y aprovechó a Leiva (5) en la pintura. Así tuvo gol adentro y afuera y sacó una diferencia inicial que fue clave en el partido (9-22).

Esta diferencia le permitió manejar el desarrollo, dominar los ritmos y sentirse cómodo, incluso para equivocarse. Porque como nunca en todo el torneo, en todo el segundo cuarto (0/3) y el tercero (0/9) Peñarol no metió ningún triple. Tal vez en otro juego, ante otro rival, era un problema mayúsculo pero Quilmes tiene su propia cruz con la ofensiva, por eso con el “milrayitas” errando todo apenas sumó 43 puntos en los primeros 30 minutos y 1/16 en triples al ingreso del último cuarto. Parecía un duelo de pobres.

Daniel Maffei no sabía que dibujar. Hizo innumerables cambios de formación. Equipos más alto, más bajo, pero no recurrió a zonas, siempre estuvo en individual y era lógico su problema no fue la defensa sino el ataque. Allí se establece el origen de los problemas. El segundo cuarto lo ganó Peñarol 15-14 en un flojo partido hasta allí.

Para el tercer cuarto un buen inicio de Peñarol lo lleva a tomar una distancia larga de 18 puntos (25-43). Lamonte fue lo mejor de su equipo en tercer parcial (7 pts) con sus habituales y certeros rompimientos. Pero Quilmes no se rindió ya aprovechando que su rival no tenía gol desde el perímetro pudo descontar vía Hopson (6) – Johnsen (10) para bajar solo a 10 (43-53) y negociar la diferencia a 13 puntos al cierre del tercer parcial (43-56).

De todos modos, la ilusión a Quilmes le duró poco. Peñarol se guardó para sí un sprint final demoledor. Salió muy firme en defensa y por primera vez en el partido pudo correr el contraataque desde el rebote y desde el recupero. Hubo una alarmante falta de respuesta en su rival que ni siquiera bajó a defender. En un abrir y cerrar ojos la distancia se hizo gigante (47-68) en 4 minutos y medio.

En un partido de lo más raro, Peñarol tiró mucho más dobles (45) que triples (25), cuando su ADN dice lo contrario: el promedio de lanzamientos es de 32.4 dobles y 29.8 triples. No obstante se puso el chip cambiado y lo hirió a Quilmes de manera poco convencional ¿será por su rival lo llevó a eso con su alboroto en el juego?. Lo cierto es que sobre el final el reingreso de Selem Safar trajo dos triples más y uno de Leo Gutiérrez que con su último tiro se sacó la mufa de un partido errático (2/9 en triples). El ganador estaba definido faltando cinco minutos y solo quedaba tiempo para esperar el resultado final.

Ha quedado tras el clásico para Peñarol la idea de continuidad en el progreso de armado de un equipo que viene sufriendo ausencias. La conciencia de saber que no necesita de un goleador, anoche por caso seis jugadores superaron los 10 puntos. Puede golear incluso sin meterla desde afuera.

Para Quilmes las noticias buenas son pocas. Axel Weigand es la mejor: el alero nacional es una pieza que suma mucho en la estructura (anoche 13 pts y 7 reb). La conexión Hopson – Johnsen apareció recién en el final cuando debía ser el eje de su juego, no liga nada desde el perímetro donde erra sin parar (2/18 en triples), tiene un mal momento de un jugador clave como Ferreyra (0/4 en triples y 0 puntos, -7 de valoración). Deberá seguir con los cambios y rogarle al “Santo de los Tiradores” que le envíe uno que la meta desde afuera.

Síntesis:
Quilmes (72): Nicolás Ferreyra 0, Phillip Hopson 16, Britton Johnsen 23, Axel Weigand 13, Rolando Howell 6 (FI) Esteban López 0, Louis Truscott 6, Lucas Vildoza 0, Gregorio Eseverri 8. DT: Daniel Maffei.

Peñarol (87): Facundo Campazzo 5, Selem Safar 18, Marcos Mata 10, Leonardo Gutiérrez 11, Martín Leiva 10 (FI) Pablo Barrios 11, Nicolás Lauría 0, Kyle Lamonte 16, Mariano Castest 4, Franco Giorgetti 2. DT: Sergio Hernández.

Parciales: 9-22, 23-37 y 43-56
Árbitros: Daniel Rodrigo y Osvaldo Bautista
Estadio: Polideportivo “Islas Malvinas”

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.net)
Crónica: Pablo Tosal
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