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11/12/2012 21:05 | Especiales

De Italia a Mendoza para reconquistar Sudamérica

La Selección Masculina supo estar 23 años sin ser campeón subcontinental. Hasta que aparecieron “Los Cóndores”. Dante Masolini, figura en San Lorenzo, fue uno de los protagonistas, tras haber sido uno de los primeros argentinos en jugar en la Liga Italiana. Nota especial para recordarlo.
Autor:Alejandro Francisco (especial para www.pickandroll.com.ar)

Algunas veces nos olvidamos que ser campeones olímpicos no es un parámetro real. Muchas veces nos tomamos conciencia que estar arriba de un podio mundial no es cosa de todos los días.

Muy pocas veces, por ejemplo, recordamos que la Selección Masculina estuvo 23 años sin ser campeón sudamericano. En 1966, en Mendoza (con subsede en San Juan), la Argentina conquistó el torneo continental tras nueve ediciones de sequías. “La gente que había en Mendoza era una cosa terrible, impresionante cómo lo tomaron los mendocinos. Fue una locura total todo el torneo” recuerda, 56 años después, Dante Masolini uno de los pívots de ese plantel que se consagró con seis triunfos, incluyendo el 72-50 ante Uruguay y el 54-52 contra el Brasil que llegaba tetracampeón, y una sorpresiva derrota ante Perú, que terminó tercero.

“El torneo fue increíble. Alberto López, el entrenador, armó un equipo con figuras descollantes, un equipo muy parejo. Todos decían que el candidato era Brasil. Pero les ganamos en un partido flojo, chato”. El equipo fue bautizado para siempre como Los Cóndores luego de haberse lucido ante 20 mil personas en el anfiteatro Frank Romero Day, el mismo que recibe la Fiesta Nacional de la Vendimia desde 1963.

Hoy el oriundo de Sáenz Peña, provincia de Buenos Aires, recuerda la clave del título. “Estábamos muy bien físicamente y durante todo el torneo, por ejemplo, nos hacían subir al Cristo Redentor. Ya cuando salimos campeones cantamos hasta las 6 de la mañana. El chango (Benjamín) Arce, el santiagueño, se encargaba de las chacareras. Y la gente nos acompañaba. Fue todo muy llamativo. Deportivamente fue lo mejor de mi carrera”.

Pero la trayectoria de quien nació el 1º de mayo en 1940 en aquella ciudad del partido bonaerense de Tres de Febrero, empezó a los 15 años y de casualidad: “en un negocio de Sáenz Peña estaba un dirigente de River. Me vio alto y me invitó a jugar. Yo nunca había jugado al básquet. Me llegó la citación por correo y al mismo día tenía que volver a probarme en Racing pero al fútbol. Ya había ido varias veces pero me incliné por River”.

Allí fue entrenado por Alberto López, el mismo que se había consagrado Campeón del Mundo en 1950 y fuera figura del club de Núñez. “No sabía jugar pero por alto me tomaron. Empecé en juveniles y después en Primera pero como era lejos dejé”.

Más tarde retomó más cerca de casa, sin imaginar que su destino iba a estar en Europa: “me vinieron a buscar de Sarmiento de Santos Lugares, jugué en el primer equipo y ascendimos a Segunda y Primera. Después me llamaron de San Lorenzo, del Atlanta de León Najnudel y de River. Me ofrecían plata y elegí San Lorenzo que le dio unos 200 mil pesos al club además 1000 pesos por mes. Y yo quería jugar con Carlos Vasino que siempre fue mi ídolo, un jugador extraordinario”.

Pero los resultados se daban, su nivel su subía. Por eso, al año de jugar en San Lorenzo, en 1965, llegó la oferta menos esperada. “Me llamaron para jugar en Italia, en Victoria Libertas Pesaro (N de R. hoy sigue en Lega A). San Lorenzo se portó muy bien, me dio el pase. Nos fue muy bien pero mandamos al descenso a un equipo de Roma y nos sacaron la chance de seguir jugando. Es que hasta ese momento jugábamos como oriundos gracias a la carta de ciudadanía italiana pero desde ese momento exigían 3 años de residencia, a excepción de los extranjeros, de cupo limitado. Además extrañaba. Me volví. Me acuerdo que cuando Carlos Ferello y yo nos fuimos a Italia, salimos en la revista Noticias. Decían algo así como ´dejan el país por dinero´, una cosa terrible”.

Luego, agradecido con el gesto de San Lorenzo, volvió al club de Boedo para jugar 10 años más, ser multicampeón metropolitano y consagrarse Campeón Argentino en Salta 1964 con los colores de Capital Federal.

Pero claro, llegaba aquel Sudamericano que no fue su única experiencia en la Selección. Además fue convocado para el Mundial Extra Chile 1966 donde la Argentina fue quinta y Masolini formó parte del plantel pero finalmente no jugó por lesión.

También estuvo, y con mayor participación, en el Mundial Uruguay 1967 donde la Argentina culminó sexta, la mejor clasificación fuera del país hasta Indianápolis 2002: “Teníamos muy buenos jugadores, como Atilio Fruet, Alberto Cabrera y José de Lizaso, todos bahienses. Sumando a Carlos Mariani, Finito (Ernesto) Gehrmann y un entrenador que nos daba libertad. Estuvimos concentrados un mes en Bahía Blanca pero salíamos de vez en cuando. Había un clima de amistad y un seleccionado de muy buenos jugadores. Hasta que aparecieron las estrellas de ahora, fue el mejor equipo de la historia junto al de 1950”, afirma hoy Masolini sin dudar ni un segundo, sobre ese equipo.

Después llegaba otra chance histórica. Los Panamericanos de Winnipeg 1967 que entregaban dos plazas a los Juegos Olímpicos México 1968, pero el equipo culminó sexto: “jugamos mal, fuimos un desastre”, dice hoy, categórico. “Faltó conducción y traslado de balón. En el plantel había 8 tipos de 2 metros o más, contándome a mí de 1,98 m. Se fracasó… hubo peleas internas. No dejó nada positivo. Jugamos mal y nos ganaron equipos que no tenían gran nivel”. Después llegó una gira posterior de unos tres meses: “algo extraoficial pero la pasamos bien”.

Igualmente, este exferroviario que sumaba horas extras y permisos para poder representar a la Selección no deja de hacer una especie de autocrítica aunque siempre fue conciente de su personalidad: “yo no era de grandes lucimientos en la Selección porque me gustaba mi cama, mi casa, no soy un tipo que le guste que lo priven de la libertad. Me costaba. Nunca me adapté a los hoteles a las comidas. Era muy buen compañero pero me costaba adaptarme. Era muy libre e independiente. En cambio en San Lorenzo salía goleador”. Más allá de este dato no dejó de jugar algún que otro Campeonato Rioplatense en Uruguay o un cuadrangular en Río de Janeiro.

Luego de colgar las botas en San Lorenzo, fue entrenador en el Club San Miguel desde 1976 a 1982 donde consigió que formen parte de la Federación de Capital. Hoy, gracias a Armando Grimberg, ayudante de López en aquel Sudamericano se reúnen en Villa Crespo una vez por mes. lo bien que hacen.

Especial para wwww.pickandroll.com.ar
Alejandro Francisco