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23/07/2013 20:33 | NBA

Un conductor de lujo

El base cordobés hace poco firmó su renovación del contrato en los New York Knicks. A los 36 años, revolucionó la NBA con su estilo de “armador a la antigua” y su juego solidario. Te invitamos a vivir el presente por dentro de uno de los mejores pasadores de la NBA.
Un conductor de lujo

Pablo Prigioni nunca soñó con llegar a la NBA. Su anhelo, su única meta, siempre fue jugar al básquetbol. Y nada más. Dónde fuese. En el club de su barrio, en la Liga Nacional de la Argentina, en Europa pero nunca imagino este presente.

A los 5 años conoció el amor de su vida, redonda y de color naranja, cuando su papá lo llevó hasta el club Sportivo 9 de julio, de su Río Tercero natal. Allí, junto a Martín, su hermano dos años mayor, descubrió la razón de su existencia. De pequeño, sin dudarlo, se convenció de que había venido al mundo para jugar al básquetbol.

“Siempre trataba de hacer la tarea en los recreos del colegio para no tener que hacer nada en mi casa y poder irme a jugar al club directamente”, recuerda Pablo desde Charlotte, Estados Unidos, a la hora de la siesta y tan sólo unos minutos antes de partir hacia el Time Warner Cable Arena, el estadio de los Bobcats. Hoy, el cordobés juega en la NBA y es el base titular de los Knicks. Pero no nos adelantaremos en el tiempo, aún queda mucha historia por recorrer antes de que Prigioni se convierta en el jugador más veterano en debutar en la liga norteamericana.

Tan fuertes eran sus ganas de vivir del básquetbol, que apenas terminó el secundario, Pablo ni siquiera evaluó la posibilidad de seguir una carrera. Sus padres nunca se lo recriminaron. Todo lo contrario: lo apoyaron en su decisión. De grande, conoció su otra pasión: la colección de antigüedades. En su casa de Alicante tiene un sillón de barbero y una máquina de escribir del año del jopo, pero su debilidad son los fierros. Un tiempo atrás, compró motos y coches de la década del ´50. Se enamoró cuando los vio. Y siempre anda en la búsqueda de nuevas reliquias. Un verdadero anticuario. Pero volvamos al básquetbol y sus comienzos.

“Empecé de muy chiquitito. Mi viejo me llevó al club, no sé muy bien por qué. Así comencé a jugar al básquetbol y no lo dejé nunca más, hasta el día de hoy”, recuerda el cordobés.

-¿A qué distancia vivías del club?

-Lo tenía a 4 o 5 cuadras de casa. O estaba en el colegio o en el club. No había término medio. Siempre iba con mi hermano. Mi papá nos llevó a él y a mí juntos. Empezamos a jugar los dos, pero no sé bien por qué mi viejo nos apuntó al básquet, supongo que a él le gustaba también. Pero nunca se lo pregunté.

-¿Nunca jugó al básquetbol?

-No, para nada. A mi papá le gustaba ir al club, y bueno, se fue dando todo solo. Mi hermano jugó algún año ahí, pero después dejó. Estuvo viviendo muchos años en España, y jugó en una liga local de Alicante. Ahora está en Río Tercero y juega campeonatos provinciales.

-¿Llegaron a compartir equipo con tu hermano?

-Nos criamos los dos juntos jugando al básquet. Llegamos a compartir equipo en la Primera de 9 de julio, pero en torneos provinciales. Después yo me fui, pero mi último año ahí lo disputé junto a él.

Prigioni dejó Sportivo 9 de Julio en 1994, con sólo 17 años. Ya era crack. Pichón de crack. Él, sin embargo, todavía no se había dado cuenta del todo. “No me consideraba ni bueno ni malo. Tenía la ilusión de jugar. Me intentaba poner metas cercanas que pudiera conseguir”, rememora, con voz pausada. “Ahora que pienso, un año antes, a los 16, fui a jugar mi primer Torneo Argentino representando a Córdoba, en Comodoro Rivadavia. Recuerdo que jugué muy bien. Fue un punto de inflexión en mi cabeza. Me dio mucha confianza. Me demostré a mí mismo que podía jugar y hacerlo bien”, explica.

-¿Por qué?

-Porque a partir de ese momento me fui poniendo objetivos cortos. Pensé en jugar cada año en un nivel superior. Y así fue. Pasé por todos los niveles posibles. Jugué ligas locales y provinciales; después pasé a Liga B y el Torneo Nacional de Ascenso (TNA), hasta que me llegó la oportunidad de jugar en la Liga A. Luego pasé a un equipo chico de Primera de Europa, pero al año siguiente bajé a Segunda División. Volví a subir y pasé a un club grande. Todo eso para terminar hoy donde me ha traído la vida: a la NBA, con 36 años.

-Cuando repasás tu carrera, ¿sentís cerca el comienzo o lo ves lejano?

-Siento que pasó mucho tiempo. Pero tengo todo bastante presente en mi cabeza.

-¿Y qué recordás?

-Una de las cosas que me acuerdo es que en el primario mi mamá era maestra y estaba en el mismo colegio que yo. Entonces, algunas compañeras de ella me mandaban a hacer fotocopias a la esquina del colegio. Capaz que eran como 200 copias. Entonces yo iba, dejaba todo y le preguntaba al chico de la fotocopiadora cuánto iba a tardar. ´Cuarenta minutos´, me decía, ponele. Como el club quedaba a una cuadra, me iba a jugar esos cuarenta minutos. Después volvía, las pasaba a buscar y las llevaba al colegio. Estaba en sexto o séptimo grado. Ja, ja...

-¡Eras súper fanático! No parabas ni un segundo.

-Hay vecinos de cerca de mi casa que recuerdan que yo llegaba del colegio, agarraba la pelota y me iba al club. Eran cuatro cuadras en las que iba tirando la pelota contra las paredes de las casas. Ahora me pasan factura y me dicen que nunca los dejaba dormir la siesta, porque pasaba siempre con la pelota. Y nos reímos.

-Por lo que contás, tus vecinos, de alguna manera, ya sabían que ibas a llegar lejos.

-No sé... Creo que veían a un chico que le gustaba mucho el básquet y que estaba todo el día con la pelota en la mano. Imaginate, yo entrenaba con mi categoría, con la categoría siguiente y a veces con dos categorías más. Con mis amigos jugábamos antes y después de los entrenamientos. Todo el tiempo básquet.

-¿Eso influyó mucho en tu rendimiento?

-Había gente que me aconsejaba. Entrenadores del barrio me decían que mientras algunos estaban en la pileta tomando sol, otros entrenaban. Eso me entró en la cabeza, y todos los veranos me la pasé entrenando sin ir a la pileta. Siempre fui de entrenar mucho, y lo sigo haciendo.

-¿Llegaste a estudiar alguna carrera?

-No, no. Iba a un colegio técnico. Creo que si no me hubiera ido de mi ciudad un año y medio antes de egresar del secundario, hubiera terminado la tecnicatura. En mi escuela me hubiera recibido de técnico químico. Me gustaba mucho. Uno de mis mejores amigos se recibió y ahora está trabajando de eso. Íbamos muy de la mano, así que creo que quizás hubiera hecho lo mismo que él.

-¿Y qué pensabas en esa época? Porque terminaste conociendo el mundo. ¿Era algo con lo que soñabas?

-No pensaba en eso. Pensaba en jugar al básquetbol y nada más. De hecho, cuando me fui a Ramallo (NdR: jugó en Club Social Ramallo, de 1994 a 1996) vivía en una casa con tres compañeros más. Y uno de ellos, Sergio Cabral, tenía a su mamá en Italia. Él ya era mayor, tenía 28 años y yo recién 18. Entonces, un día me habló de la posibilidad de que por mi apellido podía a llegar a conseguir el pasaporte italiano, y que si lo hacía podía jugar en Europa. Eso me hizo un click en la cabeza. Y a partir de ahí, empecé a plantearme la idea de irme a jugar afuera. Entonces, empecé a buscar todo el papeleo. Me llevó unos años, y cuando lo tuve se me abrió una puerta.

-Todo el tiempo hablás de clicks. El click que te hizo la cabeza en el Argentino de Comodoro Rivadavia, el click que te hizo la cabeza cuando tu entrenador te dijo que no tomaras sol en la pileta y ahora el click que te generó el consejo de Sergio Cabral. Tu vida está marcada por clicks.

-Es que, como te digo, yo siempre me fui poniendo objetivos que pudiese alcanzar. No es que de chiquito soñaba con jugar en la NBA. No, nunca soñé con jugar en la NBA. Esto se dio ahora porque se contactaron conmigo y ahí me dije ´¿Por qué no?´. Como otro click más, a esta altura de mi vida. Ja, ja...

-Se me ocurre que otro de los clicks habrá sido cuando te convertiste en un base pasador, porque antes eras más tirador que otra cosa. ¿O no?

-La mayoría de los jugadores jóvenes al principio intentan anotar. De hecho, yo era así. Pero a medida que fui entendiendo el juego, al menos en mi caso, fui pensando de otra manera. Es cierto que era un base anotador y consumía más tiros. Pero fue pasando el tiempo y fui evolucionando, entendiendo lo que tiene que hacer un base, a mi modo de ver el básquet. Modifiqué mi manera de jugar.

-¿Y en qué momento la modificaste?

-Cuando dejé Alicante (NdR: jugó allí de 2001 a 2003), que pasé a jugar en un equipo grande, el Tau Cerámica (2003-2009). Lo que pasó fue que ahí empecé a tener jugadores de mucha calidad al lado mío. Entonces el entrenador no necesitaba que tire tanto. Ese fue otro click, por decirlo así. En el Tau mi función era hacer jugar al equipo. Lo entendí, y empezó a importarme eso, comprendí que debía alimentar a mis compañeros. Maduré como jugador, y fui entendiendo el juego cada vez más.

-¿Qué tipo de jugador te considerás?

-Una de mis virtudes es que soy un jugador inteligente. No soy un gran tirador o defensor. Puedo tirar y defender bien o pasar bien la pelota, pero no soy un excelente pasador ni nada de lo que hago lo hago de manera excelente. Lo hago en un nivel bueno para competir. Entonces, intento aprovechar mi inteligencia para que eso me ayude a saber cómo jugar dentro de un equipo. Pienso qué puedo hacer para serle útil a mi equipo. Y así armo mi juego.

-¿Con qué te encontraste en la NBA? ¿Te sorprendió algo?

-La verdad, no me impresionó mucho. Llegar con mi edad hace que ya haya pocas cosas que te puedan sorprender. En la Selección argentina jugué contra el Dream Team (así se llama a la Selección de Estados Unidos), y ahí se agrupan los mejores de toda la liga. Ya sabía un poco con qué me iba a encontrar...

-¿Pero nada te llamó la atención?

-A ver... (piensa) Bueno, sí, me llamó la atención el calendario de juego. También los desplazamientos en avión. En Europa, cuando viajás en un vuelo privado, lo hacés en un avión chiquito o en vuelos regulares. Acá es diferente.

-¿Y la gente ya te reconoce?

-Estoy en una franquicia con mucha popularidad. Los Knicks son populares en el mundo entero. Todo tiene mucha repercusión. En los primeros meses, cuando tenía un día libre, me iba con mi familia hasta Manhattan en tren. Ahora, la última vez que me tomé el tren, un montón de gente se me ha acercado.

-¿Viajás en tren? ¿Aún no caíste en la cuenta de que sos un jugador NBA?

-No me lo planteo mucho de esa manera. No pienso si soy un jugador NBA. Me siento parte del grupo, por supuesto. Tengo la gran suerte de que en el equipo hay grandes jugadores, pero sobre todo buenas personas. Pero no me gusta confiarme.

-¿A qué te referís?

-A que en ningún momento me he dicho a mí mismo ´sos un jugador NBA´. Pienso que tengo que demostrar cada día en la cancha que puedo jugar en la liga. Da igual lo que hice ayer o si tuve un buen partido. Lo que importa es lo que haga hoy en la cancha. Me lo vengo tomando así.

-¿Alguna anécdota para contar?

-Hay muchas, pero déjame pensar un poquito, quizás ahora se me ocurre alguna más técnica. Por ejemplo, hay movimientos típicos de ellos (por los jugadores estadounidenses) que ya los llaman por algún nombre. Y en algún partido han pedido ese movimiento y yo no sabía para dónde ir. Me gritaban, como diciendo que lo haga, ¡y yo no sabía! Les dije lo que pasaba, y ahí se acordaron que era novato. Me pidieron disculpas. Igual aprendí rápido. Más bien, después de la cagada a pedos que me pegaron.

-¿Cómo te llevás con el inglés?

-He ido mejorando durante el año. Entiendo prácticamente todo. Pero me cuesta aplicar lo que sé a la hora de hablar. Todavía me falta mucho.

-Una pregunta que quiero hacerte, pero cero deportiva: ¿tomás mate en el vestuario de los Knicks?

-No, tomo mate en casa, pero sólo cuando vienen familiares o amigos. Mi mujer es española y no le gusta el mate. Y solo no me gusta tomar, así que...

-Lo último. ¿Vas a hacer un campus en Córdoba?

-Sí, así es, del 19 al 23 de junio. Ya hice algunos campus en España, pero eran para una empresa que me contrataba. Ahora la idea de hacerlo en mi lugar de origen es para poder acercarme a los chicos de la zona y una vez cubiertos los gastos, comprar material para ellos. Pelotas, bidones de agua, por ejemplo, y repartir todo en los clubes. Será con un fin totalmente benéfico. Me voy a brindar 4 días para estar con los chicos y ayudarlos.

-¿Por qué decidiste hacerlo así?

-Porque la verdad es que tengo ganas de estar con los chicos y hablar con ellos. Quiero que vean que soy un chico que también salió de ahí, una persona normal. A veces piensan que somos como de otro planeta. De hecho, cuando yo era chico veía jugadores de la NBA y pensaba que eso era algo inalcanzable. Por eso quiero acercarme ahí, estar con ellos y contestarles todas sus inquietudes. Y, además, que vean que todo es posible. Que simplemente hay que desear algo y trabajar fuerte para lograrlo.

Fuente:  www.augol.com

»ARIEL24/07/2013 00:17
Gracias Pablo por demostrar dia dia lo grandes que sos.
Los chicos de Rio Tercero y zona agradecidos.
GRANDE MONITO!!!!!
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»rio 3ro24/07/2013 13:07
No se olviden : el primer club de Pablo fue el C.A.R.T (Club Atlético Río Tercero). Los que no tienen memoria, pierden su futuro !!!!!!
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»Pasión 924/07/2013 16:33
Gracias Pablo por ser como sos y la humildad q te caracteriza! Gracias por todo lo hecho en rio 3 y la zona! ojala de aca a unos años puedas volver a jugar en 9. Abrazo grande Pablo
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»para rio 3ro25/07/2013 14:01
como siempre... UN DESUBICADO DE ATLETICO!!!!!!!!!!!! UBICATE , SOLO UBICATE!!!!!!!!
GRANDE PABLO, GRACIAS POR SER COMO SOS, ESO ES LO QUE IMPORTA.
Y PARA EL OTRO...
UBICATE PIRATA B..........
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»YO25/07/2013 14:07
para rio 3ro: Pablo nunca nombro a tu club, aparte si lo conocieras dice que se iba a jugar al club que quedaba a 4 o 5 cuadras. Atletico le quedaba a la vuelta de su casa. ( o sea 1 cuadra). Deja de hacer comentarios tontos por favor. Segui trabajando en tu club que es muy bueno aunque le hace mal tener gente envidiosa como vos.
GRANDE MONO!!!!!
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