Balance, presente y futuro de la selección nacional

El básquetbol en los Juegos Olímpicos es el Olimpo de los torneos. Las mejores 12 selecciones del mundo en un formato devastador. Es la competencia más exigente que existe en el planeta para selecciones, incluso lógicamente, el campeonato mundial de este deporte.

Por lo tanto las apreciaciones que aquí se exponen son tomando en cuenta que la vara de la exigencia está en su punto más alto.

Competir en cuatro Juegos Olímpicos consecutivos nos hace mejor como selección, pero salvo el núcleo de los dorados fue difícil ir repitiendo jugadores al menos en un lapso de 4 años: Lo lograron Federico Kammerichs y Juan Gutiérrez (presentes en 2008 y 2012) y Facundo Campazzo (2012 y 2016).

Por lo tanto es imprescindible que el análisis comience con la relación de armado del plantel. Argentina llegó a este Olimpo llamado Río 2016 con un jugador que aún no sumó un solo minuto como jugador profesional: Patricio Garino (23 años). Trajo también un jugador que hace tres años estaba en la tercera categoría del básquetbol profesional argentino: Roberto Acuña (25). Un pibe de 21 años como Gabriel Deck y otro de 23 como Nicolás Brussino. Finalmente Nicolás Laprovíttola (26), Leo Mainoldi (31) y Marcos Delia (24) fueron debutantes en JJOO.

Es decir 7 de los 12 jugadores del plantel tenían más dudas que certezas. En todo.

Por lo tanto en el plano general era lógico y esperable que haya una caída productiva entre la segunda escuadra y la primera. El entrenador definió el estilo de juego (que ya fue analizado por este Medio) y tenía que definir los minutos de cada uno. Manu tenía que descansar al menos 15 minutos por juego, mientras que Scola y Nocioni lo harían en términos de 10 minutos cada uno por partido.

Todas esas premisas se cumplieron. Y también el concepto general de ser competitivo. Argentina en Rio 2016 compitió bien, se presentó siempre, tuvo dos partidos bajos ante los rivales menos indicados (cierre de fase regular y cruce de cuartos) y en definitiva perdió ante la selecciones #1 (USA), #2 (España) y #3 (Lituania) del mundo FIBA. Nadie por debajo de ese número supero a los nuestros.

Sin mirar más adelante que estos simples datos el balance ya es positivo. Se compitió, se brindó roce del más alto nivel para una camada de jugadores que deberán tomar la posta, se ganó y se perdió contras las selecciones indicadas.

Ahora las particularidades:

El entrenador Sergio Hernández hizo variantes en el quinteto abridor para acomodarlo según las necesidades del partido. Se hizo más lo que se pudo que lo que se quiso. Este estigma vayan anotándolo porque se repetirá a lo largo de este análisis.

Argentina se va de Río como la selección que más triples tiró en toda la competencia: 32.3 por juego. Son largos 4.2 de promedio por encima de USA que tiene tiradores exquisitos. Lógicamente nuestra selección al tener buenos tiradores, pivotes no dominantes y Scola en 36 años tirar más cantidad de dobles suena a imposible. Esta clave tiene una explicación.

Analicemos que nos faltó en función de lo que teníamos. La previa que hizo la selección (especialmente el Súper 4 de Córdoba) nos ilusionó a todos pero fundamentalmente en dos jugadores claves: Nicolás Laprovíttola y Carlos Delfino. Y ambos estuvieron un paso por debajo en los Juegos Olímpicos. En un tridente de necesidades también nos falló la actuación del pivote Marcos Delia que tampoco rindió en el nivel esperado.

El base tuvo una actuación de mayor a menor. Habría que profundizar en intangibles como el grado de incidencia que tuvo su lesión en el medio de la fase de grupos. Los 7 minutos que jugó contra Brasil no debió jugarlos, fue innecesario ponerlo. Luego ante España en todas las formaciones que compartió en cancha su trabajo terminó con la relación (+/-) negativo, salvo las formaciones que compartió con Campazzo.

Finalmente ante Estados Unidos pasó algo similar, salvo sobre el cierre con el ingreso de Acuña y el resto de los pibes que terminó con una relación (+/-) de +5.

En definitiva en el acumulado final Nicolás Laprovíttola se va de Rio con una relación de productividad de (+/-) de -32. Hay un hecho saliente en esta condición y es que el ingreso de Laprovíttola se producía generalmente con Carlos Delfino, y el “Lancha” no estuvo fino con el aro. En el repaso de todos los juegos la combinación Laprovíttola-Delfino no da positivo.

De todos modos en un análisis por fuera de lo estadístico Nicolás demostró que los dos años en Brasil y su experiencia europea le dieron madurez pero tiene todavía que dar un salto de calidad físico (en velocidad y potencia) y mental (para control de los tiempos). Jugó buscando romper y pasar y por momento lo hizo muy bien y en otro llevó al ataque a meterse en un embudo, terminó jugando más para sí mismo con varios segundos de posesión del balón en sus manos y sus porcentajes no fueron buenos (7/19 en dobles, 37% y 7/21 en triples (33%). Terminó como el tercer jugador del equipo que más tiró al canasto en la relación tiros intentados/minutos jugados.

Y como fue dicho Carlos Delfino no estuvo lo bien que se esperaba de él con el aro. Terminó 4/15 en dobles (27%) y 5/23 en triples (22%). En nuestra mente esperamos que Delfino sea el jugador que hizo 20 puntos el día que Manu no pudo jugar por la medalla de Bronce en Beijing 2008 y quien ayudó a Prigioni a sortear la presión todo el campo que tiraban los lituanos.

Esta vez tuvo la valentía de buscar siempre, de intentar y cumplir su rol en la cancha. Pero no jugar por tanto tiempo no fue gratuito. No hay nada que no lo solucione una temporada completa para él en algún equipo. Su calidad intacta necesita de competencia.

De todos modos, como sucede en estos casos donde el entrenador lleva un jugador que viene de una larga lesión (en este caso paradigmático porque hacía tres años que no jugaba) la responsabilidad es del entrenador que lo convoca. Por detrás de Delfino quedaron Leonel Schattmann (42.4% en triples en LNB, 4to mejor porcentaje) y Selem Safar de temporada muy irregular en Obras (31.8% en LNB en triples) pero que siempre dio un plus en la selección.

Con Carlos Delfino se ganaba en talla y sobre todo categoría internacional. Si Carlos Delfino respondía en los porcentajes el combo era completo. Sergio Hernández jugó una apuesta importante y no lo acompañó el destino.

Y dentro de la triple de corona de necesidades aparece el pivote. Y este caso acaso es el más sensible y el que menos soluciones tiene a corto plazo.

Marcos Delia volvió a jugar por debajo de las expectativas, al menos nuestras expectativas. Quedó muy lejos el torneo de Letonia 2011 donde Argentina quedó cuarta en el U19 y pensamos que ese pivote nos daría el sustento de las generaciones venideras.

Una de las claves que tuvo la Generación Dorada fue su espíritu de lucha. Así lo explicó el ex jugador uruguayo Tato López en su exquisita columna “Generación E” donde dice: “La Generación Dorada, en la cancha, donde el arma secreta era su espartana fuerza mental, hizo lo que tenía que hacer para ganar. Afeitar rivales en defensa, acomodarlos bajo los tableros, aspereza en los choques, manos con filo, límite del reglamento, perfecto manejo de los tiempos, lenguaje corporal de conmigo no, más que serios en el mirar, el que no llora no mama y el que no afana es un gil, claro que sí, como corresponde, pero nunca mala leche”.

En todas esas expresiones corporales es donde no ingresa Marcos Delia, cuyas condiciones naturales son perfectas, por técnica y por altura. Pero se revela como un jugador que desconfía de sí mismo. Al menos lo refleja en las dudas permanentes de su ejecución en cancha. El largo proceso de entrenadores que tuvo en Boca Juniors y Obras no logró corregir esa situación. Ahora la posibilidad es que pueda lograrlo en España jugando para el Murcia.

Pero como bien dijo Manu Ginóbili después del partido con Lituania no se puede ganar al básquet solo con huevos, con empuje y lucha, que sin dudas son necesarios, hay que ganar jugando también. Tenemos a Tayavek Gallizzi como abanderado de la lucha, y a pesar que caza cocodrilos con la mano, bien sabemos que a nivel internacional es underskilled y undersize.

No obstante los problemas de puntería desde el perímetro, en verdad la situación de la falta de pivote confiable fue la que nos dio la posición final. Se podrá argumentar que en el básquetbol moderno se juegan con jugadores polivalentes, pero sin pivote es imposible.

Desde que se retiró Fabricio Oberto, Luis Scola sufrió cada vez más la posición del pivote. Tuvo que correrse a jugar en un lugar donde no es el suyo y lo hace porque juega con un corazón gigante. A nivel de FIBA América pasa un tanto desapercibido porque hay carencia de pivotes intimidantes pero en mundiales en los cruces decisivos y Juegos Olímpicos no hay forma de disimularlo. Los equipos de elite tienen un mínimo de dos torres que superan los 2.08 o 2.10 y con peso y habilidad en la pintura.

Los pivotes estadounidenses pueden realizar un perfecto eurostep y definir con cualquiera de las dos manos. En la Argentina eso definitivamente ni siquiera existe. Los dirigentes de CABB, AdC, entrenadores de todas las categorías deberán hacerse un profundo replanteo.

La selección tiene uno de los mejores alas pivotes del mundo. Un cuatro abierto, con tiro de frente, juego de espaldas, el más habilidoso jugador alto que existe para definir en velocidad con las dos manos, pero tiene que jugar de pivote por carencias de hombres altos en su país. Desperdiciar así el material es condenarnos a no lograr un resultado mejor. Y como si fuera poco, será el único jugador de la Generación Dorada que verdaderamente no podremos reemplazar.

Para la estadística histórica mostramos a continuación la performance en números que arrojó la actuación Argentina en Rio de Janeiro 2016.

Mientras que la carta de tiro desde las posiciones que se lanzó en todo el torneo es la siguiente:

También es interesante analizar los porcentajes de tiro de cada jugador desde cada lugar en que los tomó. La carta no precisa si fue contestado por la defensa, a pie firme, en movimiento, o en completa soledad. Pero nos da una idea desde que lugar juega más cada jugador en el costado ofensivo y sobre todo su puntería.

Luis Scola:
11mo goleador del torneo 14.8 pts y 3er mejor rebotero del certamen con 8.3 a fuerza de jugar de pivote. Sus mejores momentos fueron cuando la selección logró buenos porcentajes perimetrales porque no pide protagonismo ofensivo. Generalmente lo toma cuando suenan las alarmas y hay que convertir. Hizo un trabajo inmenso en defensa en todo el torneo, salvo el último partido, donde después de la tercera falta ya no pudo pelear más.

Manu Ginóbili:
Como él mismo dijo luego del torneo fue “útil al equipo”. Lanzó más triples que dobles con porcentajes regulares. Fue parte del cuarteto ofensivo de la Argentina. Abrió la cancha para definir de tres puntos y se presentó para hacerse cargo de los momentos difíciles. La preparación en Las Vegas donde no pudo jugar pasó desapercibida y jugó con intensidad. Se retira con honores dejando una buena imagen, que va en correlato con su leyenda.

Facundo Campazzo:

Es el que rindió con honores su paso por los Juegos Olímpicos y hasta hoy su mejor torneo en la selección desde aquella explosión en Caracas 2013. Jugó a nivel NBA y deja el nítido pensamiento que no tiene nada que hacer en ACB. Por condiciones físicas tal vez no llegará a ser un elite en la elite pero ya es mucho más que otros jugadores que juegan en la mejor liga del mundo en su misma posición. Todo dependerá de la franquicia que encuentre y el lugar que le brinden.

Nicolás Laprovíttola:
Alternó buenas con malas. Su lesión ante Lituania lo condicionó y ya no fue el mismo. Jugó más para su tiro que para armar, quedando dicha situación para una análisis más profundo de sus causas, si por carencias de cortinas, de movimientos sin balón de sus compañeros, o de mala decisión del base.

Nicolás Brussino:
Jugó muy poco para ser juzgado. Solo quedó la mala fortuna de errar todos sus tiros abiertos.

Carlos Delfino:
Se mostró para recibir, salió de las cortinas armando su tiro. Fue para abajo. Buscó, intentó, no se escondió pero tuvo porcentajes bajo. Se notó su inactividad en la falta de juego y roce. Volver de tres años sin jugar e ir directo a un Juego Olímpico ya es digno de una novela.

Marcos Delia:
No estuvo a la altura del desafío. Tuvo buenas y muy buenas secuencias defensivas, pero son apariciones que no logra extender en el tiempo. Luego también se muestra permeable sin marcar su presencia en la pintura. Ofensivamente dubitativo que lo lleva a un bajo 5/12 en dobles.

Andrés Nocioni:
Tuvo un buen Juego Olímpico de despedida. Falló ante Lituania en ataque (0/5 en triples) pero al siguiente partido nos regaló la clasificación con una actuación memorable con récord incluido (8/12 en triples) Luego ante España (0/2) no le dieron espacios y frente a Estados Unidos cumplió (2/4). Luchó, contagió como siempre con su intensidad y lideró desde la defensa en el compromiso. Se retira con los galones dorados de un general.

Gabriel Deck:
Los minutos que jugó los hizo con intensidad. Aportó su costumbre de ir fuerte para el aro y evitó el tiro de tres puntos. Buena gestión defensiva.

Leo Mainoldi:
Jugó menos de lo que se merecía. Los problemas del poste bajo Argentina los solucionó con Chapu de 4 y Scola de 5 pero mereció tener más minutos en cancha para aprovechar su mano de tres puntos (3/6).

Patricio Garino:
El joven jugador de los San Antonio Spurs rindió con aprobado. Siendo un desconocido a este nivel se ganó hasta la titularidad del equipo. Promedió casi 25 minutos, contagió en defensa donde tiene su mayor virtud. Tiró con porcentajes regular desde el perímetro pero abrió una vía de gol efectiva con sus rompimientos vacíos al canasto (69% en dobles).

Roberto Acuña:
Todo lo que se esperaba de él lo dio. Minutos de relevo en el puesto del pivote, opción de Delia, defensa dura, jugando apenas un puñado de minutos metió 4 tapas (Chapu fue el máximo con 5). No es dúctil en ataque pero contagia con su energía.

Epílogo

Este es un momento ideal para replantease muchas cosas. Ya dejar de mirar desde el corazón y empezar a profundizar en las ideas. Y principalmente desde el periodismo donde se generan tendencias absolutas. Así fue como hace tres años lo presentaron a Marcos Delia con 20 años como “el nuevo Oberto” en una cadena televisiva internacional. ¿Era necesario? ¿Se hace un bien o un mal al jugador?. Se dijo que con Campazzo y con Laprovíttola está blindado el puesto. ¿Laprovíttola lo blinda?. ¿O debe exponerlo y ganarse su boleto con el trabajo y crecimiento día a día?. Hoy hay que ir muy despacio con Brussino, Garino y Deck, las nuevas promesas, tanto como Luca Vildoza y JP Vaulet y el resto. Son ellos los que deben hablar con sus actuaciones, con sus crecimientos.

El amor por la selección no puede nublarnos ahora la vista de cómo seguir y sobre todo ejercer la más profunda y crítica mirada posible. Por mucho que nos duela, y aún con la continuidad de Scola, la Generación Dorada se acabó.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

Pablo Tosal
@pablotosal