El futuro llegó

La selección Argentina cumplió una tarea de menor a mayor en el primer torneo Americup que terminó con la medalla de plata cuyo últimos en 15 minutos reveló con detalles los obstáculos más inmediatos a superar.

En principio es necesario poner el análisis en un marco de datos: El promedio de edad de la selección de once jugadores, sin Luis Scola, fue de 23.5 años, la más baja de todo el torneo, con cinco jugadores de 23 o menos y entre los 11 ninguno superó los 27 años.

Algunos jugadores ya cumplieron su sexto Torneo importante como Campazzo (Londres 2012, Caracas 2013, España 2014, México 2015, Río 2016 y Argentina 2017), mientras que otros hicieron su debut en esta clase de torneos (Saiz, Redivo, Fjellerup, Vildoza) con un grupo de término medio de 3 a 5 torneos: Laprovíttola, Brussino, Deck, Taya Gallizzi y Pato Garino. Lo importante: es una base que puede ir junta sin problemas los próximos 10 años.

No es fácil armar un equipo que entrena todos los días durante meses menos aún entonces es una selección pero también esa dificultad la tiene el resto de los selecciones. Todos llegaron al torneo con recambios, incluso la campeona Venezuela. Todos están en proceso de nuevos ingresos y no había un claro favorito, ni un cuco. El que podía ensamblar sus piezas primero sacaría ventajas.

DEFENSA

En esa lectura previa el entrenador argentino realizó (lógicamente) la adecuación del sistema a los nombres, un set defensivo con muchas reglas y la posibilidad que le brinda un escolta de 2.00 metros como Nicolás Brussino con quien se puede cambiar en las cortinas del 2 al 5. Esta situación de cambios al pick directo le permitió armar un bloque defensivo bien agresivo.

Ante cada pick directo, Campazzo y Laprovíttola no debían soltar al base rival, lo perseguían en “seguidor” mientras los pivotes defensivos saltaban agresivos para permitirles a los bases recuperar su posición (salvo situaciones específicas por scouting). Deck, Garino, Delía, Saiz, Gallizzi, Brussino, cambiaban y emparejaban marcas en todos los ángulos de la cancha y todos reboteaban.

Después de flojas presentaciones defensivas ante Uruguay en los amistoso previos, cuando el set defensivo (y la consolidación de los 12 nombres del plantel) estuvo listo, lo mejor que se vio de esta selección fue su costado defensivo. Allí las ganas de este grupo de jóvenes se transformaron en un hecho real de anticipación, reacción y control defensivo.

Una de las situaciones que más pregona Sergio Hernández es que las defensas tienen que ser protagonistas, tomar lectura de las intenciones del rival y anticipar, estar un paso por delante de lo que quiere hacer el rival y de esta manera es más fácil llegar con las ayudas, con los rebotes y poder correr. Para eso hay que 1) tomar riesgos 2) ser dinámico 3) estar atentos 4) tener el personal adecuado.

Esa posibilidad se desvirtuaba cuando ingresaba Lucio Redivo (1.82 mts) que le daba dinámica de piernas pero no altura compensatoria. Redivo ingresaba para sacar ventajas en el costado ofensivo de la cancha. Máximo Fjellerup cumplía también muy bien el rol defensivo en la posición del dos, aunque a veces tuvo que ingresar de alero y eso le quitó fortalezas (por su juventud y porque es liviano para el puesto).

La chance de cambiar en cada pick y ser agresivo para rebotear con los perimetrales le permitió a Sergio Hernández disimular la ausencia de un pivote. La Argentina jugó en promedio 11.4 minutos por partido sin Delia y sin Gallizzi, donde generalmente Javier Saiz terminaba oficiando de pivote defensivo. Así Deck, Garino, Saiz y Brussino se convirtieron en los máximos reboteros del plantel.

En líneas generales no hubo más que palabras de elogio a lo que la selección argentina hizo en defensa en este torneo. En los últimos años y desde que se fue Fabricio Oberto fue la selección que mejor defendió. Seguramente hay que analizarla más adelante en otros contextos y dificultades pero a nivel Americano fue la segunda menos goleada (70.8 pts) detrás de USA (63.2) y con los interrogantes lógicos de no haber jugado más que 5 partidos sin enfrentar varios rivales.

En la defensa quedan pendientes a corregir los hechos puntuales que son 1) errores naturales propios de cada partido 2) virtudes del rival de turno 3) impericia por falta de experiencia. En este último ítem las desatenciones de los últimos dos segundos es el principal tema a corregir. Defienden como perros de presa 22 segundos pero recibieron algunos castigos en los últimos dos segundos o cometieron falta sobre el cierre de la posesión rival.

ATAQUE

En el cada vez más complejo mundo de la ofensiva del básquetbol hay que ir con cuidado para desmenuzar lo bueno, lo aceptable, lo que fue una mala idea a lo que se ejecutó mal.

La idea general del equipo era no entretener el balón con pases perimetrales sin que haya rompimientos, con y sin balón, ganar así en la dinámica los espacios necesarios para poder atacar con un buen tiro.

A la selección no le importó en su selección de tiros desde donde viniera y en manos de quien sino que fuera un buen tiro. Dicho de otra manera no hubo una ciencia de la planificación estructurada sino una libertad de toma de decisiones condicionada a la buena ejecución.

Llevar esta premisa al plano internacional no es sencillo, pero la selección Argentina lo viene intentando desde hace un tiempo, como por ejemplo tirar un tiro de tres puntos en el pase de apertura. Lo hizo Manu Ginóbili en Córdoba el año pasado en el Super 4 y lo hizo Brussino este año en la Americup. Hay una idea de continuidad a pesar de los nombres.

Lo que muchas veces pasa cuando se juega por concepto es que falten los generadores de oportunidades para crear espacios. Y se termina dependiendo de uno o dos individuos que logran (por talento, personalidad y experiencia) destrabar las ofensivas. En nuestra selección esos jugadores eran los bases: Facundo Campazzo y Nicolás Laprovíttola.

Ellos sostenían la relación de creación para que el resto se mueva en consecuencia. Esa impronta se vio muy claramente en los primeros dos partidos, pero contra Islas Vírgenes asomó una mejor versión de equipo que logró escapar de esa dependencia, situación que luego se ratificó ante México y finalmente frente a Estados Unidos.

Para ejemplificar: el 95% del total de los puntos de la Argentina se generaron jugando de frente al aro, ya sea por una penetración (con tiro o pase final) o un pick and Roll (con penetración o pase a la caída). Hubo contadas situaciones reales de poste bajo de espaldas. Entonces fue menester encontrar los penetradores que se resumieron en: Campazzo, Laprovíttola, Deck y Garino. Y esos cuatro nombres achicaron la brecha creativa. Y de esos cuatro tres anduvieron bien y uno no: Nicolás Laprovíttola, situación que se hizo evidente justamente por su influencia.

Brussino, Redivo, Gallizzi, Delia, Saiz, no generan espacios balón en mano, sino atacan desde el aprovechamiento de un gesto inicial de un compañero. Entre ellos Brussino fue quien más progresó, avanzado el torneo, para ir encontrando también sus propios espacios.

Es importante analizar inicialmente a la ofensiva del equipo como un hecho grupal porque todos son buenos jugadores que en sus equipos pueden ser primeras herramientas ofensivas pero llegan a un plantel donde deben compartir protagonismo y trabajar para otros. Aquí juega mucho la confianza que el entrenador deposite en el jugador y las libertades que tengan de ejecutar según sus propios pareceres.

Luego si llega el repaso individual. Lo más destacado fue la aparición de Javier Saiz declarado como un buen ala pivote moderno. 2.06 mts de altura, atlético, con tiro de tres, buen coordinación de pies para definir, buen uso de sus manos para bandejas por los dos costados, buen timming para el rebote. Brazos largos, salto promedio, pero un carácter suficientemente agresivo para suplir el resto.

Le tocó reemplazar a Luis Scola (nada menos) y fue una grata confirmación. El cuerpo técnico le dio minutos de calidad y los aprovechó al máximo: 8.4 pts (54.8% tiros de cancha y 28.6% en triples), 3.6 rebotes en 21 minutos por juego.

Campazzo (14.0 puntos, 30.8% en triples) fue el goleador el equipo y el mayor asistidor (6.6). El base sigue siendo el alma generadora de recursos, pieza clave, que sin Scola no tuvo problemas en asumir el protagonismo reclamado. Un líder dentro y fuera del campo.

El terceto Garino (13.4 pts), Deck (12.8) y Brussino (12.0) demostró que son finalmente la estructura general del rearmado de la selección nacional pos Generación Dorada. Muchas veces se pudo salir de la dependencia de Facundo gracias a ellos. Se conectaron bien, atacan muy bien vertical, buen juego aéreo y dos de ellos están en deuda con el tiro de tres: Deck y Garino.

Para dar el salto de calidad se necesita que mejoren esa herramienta que es vital para el plano internacional. Gabriel Deck terminó el torneo sin convertir triples (0/6). Basa toda su peligrosidad en la potencia de romper hacia el canasto y el tiro de 4 metros. Mientras que Garino 4/14 en triples en el torneo (28.6%) repite la idea del rompimiento pero sin tiro de 4 metros. Brussino pasó de ser solo un tirador de tres a tomar más decisiones cerca del canasto (9/12 en dobles y 11/29 en triples).

Marcos Delia y Tayavek Gallizzi anduvieron mejor en defensa que en ataque, donde (con estilos diferentes) se ganaron sus minutos. Marcos (9/14 de campo, 64.3%) no tiró mucho mientras que Taya menos (4/9 en dobles, 44.4%). Los pivotes argentinos juegan desde el pick o el pase final detrás de penetración y si bien son altruistas con el pase, tiene poco peso ofensivo.

Para Nicolás Laprovíttola la selección sigue siendo un problema a descifrar. El base tiene todo: talento natural, visión de campo, pase, gol, tiro en suspensión, tiro a pie firme, ha mejorado mucho la marca y ahora más experiencia. Pero no logra concretar una performance de torneo “redondo”. Aparece por ratos y desaparece.

Laprovíttola tiene tantos recursos para anotar que no se sabe si es un base con gol o un escolta que sube el balón. Y cuando comienza el set ofensivo el plan original le permite improvisar, situación que lo pone en la duda de lanzar o pasar. En su último torneo (Juegos Olímpicos de Río de Janeiro) lanzó 14/40 de campo (35%). Ahora en la Americup fue 9/36 (25%) fallando mucho la especialidad de la bandeja volada.

Cuando su tiro ingresa no importa que haya tomado la decisión de hacerlo rápido o haya jugado 24 segundos porque la única realidad es que si el balón ingresa es todo lo que cuenta. Pero cuando erra comienzan las dudas ¿debería haberla pasado? ¿Por qué juega tanto para su tiro?. Su promedio de asistencia en este torneo fue de 3.4 en 20.4 minutos. Fue el único jugador del plantel cuyo registro de +/- dio negativo (-1.8). Para colmo, en una derrota que no fue en absoluto su responsabilidad, cierra el torneo tomando una pésima decisión de buscar una falta al tiro de tres puntos.

Laprovíttola sabe además que detrás de su figura emergen chicos que piden pista (como Luca y José Vildoza) algunas realidades (Franco Balbi, Nicolás Aguirre y Nicolás De los Santos) y debe ser el puesto más competitivo del plantel.

Finalmente los minutos de experiencia que sumaron Lucio Redivo y Máximo Fejllerup fueron muy buenos. Redivo tuvo un torneo de mayor a menor. Empezó con 7 puntos (1/4 en triples) y trepó a dos actuaciones de 5/11 en triples (17 pts) y 5/10 (19 pts) en Bahía Blanca. Pero en Córdoba ya sus chances fueron menores y lanzó 0/2 ante México y 1/4 vs USA. Mientras que Máximo Fjellerup se lleva 8.7 minutos por juego en los 5 partidos pero un bajo 1/8 de campo (0/2 en triples). Luca Vildoza jugó poco en los 3 partidos que ingresó como para llegar a algún análisis. Todos ellos necesitan continuidad y minutos para darle más respuestas a la selección, pero si algo les sobra es tiempo.

En conclusión:

La selección nacional hizo un extraordinario torneo, por arriba de las expectativas previas (sobre todo porque jugó sin Luis Scola) y dejó en claro que le falta experiencia. Esa fue la imagen de reflejo de su último partido cuando no pudo/supo cuidar una ventaja de 20 puntos sobre USA. Si bien el rival juega y tiene sus méritos, Argentina perdió la cabeza ante inútiles discusiones con los árbitros. Dejó agrandar al rival y perdió el rumbo conseguido. Todo eso es un material precioso para el futuro si lo saben aprovechar.

El formato del campeonato es muy malo. En 5 partidos se dirime un campeón. No hay tiempo de recuperación para las selecciones que en fase de Grupo pierde un juego. Es un torneo que debe ser mejorado en el futuro para ganar en intensidad y competitividad.

Pablo Tosal
@pablotosal